[Officium] Feria Tertia Majoris Hebdomadæ [Officium] (rubrica 1955 aut rubrica 196) Feria Tertia Hebdomadæ Sanctæ [Rule] no Gloria Suffragium=Ecclesiae,Papa;; Prefatio=Quad5 Super popul Passio [Introitus] !Gal 6:14. v. Nosotros debemos gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en el cual esta la salud, la vida y nuestra resurrección; por quien hemos sido salvados y libertados. !Ps 66:2 v. Dios tenga misericordia de nosotros y nos bendiga; haga resplandecer sobre nosotros la luz de su rostro y apiádese de nosotros. v. Nosotros debemos gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en el cual esta la salud, la vida y nuestra resurrección; por quien hemos sido salvados y libertados. [Oratio] Concédenos, oh Dios todopoderoso y eterno que de tal modo celebremos los misterios de la Pasión del Señor, que merezcamos conseguir el perdón de los pecados. $Per eundem [Lectio] Lectura del profeta Jeremías !Jer 11:18-20 v. En aquellos días: ¡oh Señor!, me lo hiciste ver, y lo conocí; tú me mostraste entonces sus depravados designios. Y yo era como un manso cordero, que es llevado al sacrificio, y no había advertido que ellos habían maquinado contra mí, diciendo: ¡Ea!, démosle el leño en lugar de pan, y exterminémosle de la tierra de los vivientes; y no quede ya más memoria de su nombre. Pero tú, ¡oh Señor de los ejércitos!, que juzgas con justicia, y escudriñas los corazones y los afectos, tú harás que yo te vea tomar venganza de ellos; puesto que en tus manos puse mi causa. [Graduale] !Ps 34:13; 34:1-2 v. Pero yo, mientras ellos me cubrían de cilicio: humillaban mi alma con el ayuno, no cesando de orar en mi corazón. V. Juzga, oh Señor, a los que me dañan: bate a los que pelean contra mí: ármate y embraza el escudo, y sal a defenderme. [Evangelium] (rubrica 1955 aut rubrica 1960 dicitur) @Tempora/Quad6-0r:Munda Cor Passionis _ (deinde dicuntur semper) v. Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos (rubrica 1955 aut rubrica 1960 dicitur) !Mark 14:32-72; 15, 1-46 (rubrica 1570 aut rubrica 1910 aut rubrica divino afflatu dicitur) !Mark 14:1-72; 15, 1-46 (deinde dicuntur) Dos dias después era la Pascua, cuando comienzan los ázimos: y los príncipes de los sacerdotes, y los Escribas andaban trazando cómo prender a Jesús con engaño, y quitarle la vida. Mas no ha de ser, decían, en la fiesta, porque no se amotine el pueblo. Hallándose Jesús en Bethania en casa de Simón el leproso, estando a la mesa, entró una mujer con un vaso de alabastro lleno de ungüento hecho de la espiga del nardo, de mucho precio, y quebrando el vaso, derramó el bálsamo sobre la cabeza de Jesús. Algunos de los presentes irritados interiormente, decían: ¿A qué fin desperdiciar ese perfume, siendo así que se podía vender en mas de trescientos denarios, y dar el dinero a los pobres? Con cuyo motivo bramaban contra ella. Mas Jesús les dijo: Dejadla en paz, ¿por qué la molestáis? La obra que ha hecho conmigo es buena. Pues que a los pobres los tenéis siempre con vosotros, y podéis hacerles bien cuando quisiereis: mas a mí no me tendréis siempre. Ella ha hecho cuanto estaba en su mano: se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. En verdad os digo, que do quiera que se predicare este Evangelio por todo el mundo, se contará también en memoria o alabanza de esta mujer lo que acaba de hacer. Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, salió a verse con los sumos sacerdotes, para entregarles a Jesús. Los cuales cuando le oyeron, se holgaron mucho: y prometieron darle dinero. Y él ya no buscaba sino ocasión oportuna para entregarle. El primer dia pues de los Ázymos en que sacrificaban el cordero pascual, dícenle los discípulos: ¿A dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de la Pascua? Y Jesús envió a Jerusalén a dos de ellos, diciéndoles. Id a la ciudad, y encontrareis a un hombre que lleva un cántaro de agua, seguidle: Y en donde quiera que entrare, decid al amo de la casa, el Maestro os envía a decir: ¿Dónde está la sala en que he de celebrar la cena de la Pascua con mis discípulos? Y él os mostrará una pieza de comer grande, bien mueblada: preparadnos allí lo necesario. Fueron pues los discípulos, y llegando a la ciudad, hallaron todo lo que les había dicho, y dispusieron las cosas para la Pascua. Puesto ya el sol, fue Jesús allá con los doce. Y estando a la mesa, y comiendo, dijo Jesús: En verdad os digo, que uno de vosotros, que come conmigo, me hará traición. Comenzaron entonces ellos a contristarse, y a decirle uno después de otro: ¿Seré yo acaso? Él les respondió: Es uno de los doce, uno que mete conmigo la mano en un mismo plato. Verdad es que el Hijo del hombre se va a su fin, como está escrito de él: pero ¡ay de aquel hombre, por quien el Hijo del hombre será entregado! Mejor seria para el tal hombre el no haber nacido. Durante la mesa, tomó Jesús pan: y bendiciéndole, le partió, y diósele, y les dijo: Tomad, este es mi cuerpo. Y cogiendo el cáliz, dando gracias se le alargó: y bebieron todos de él. Y al dársele, díjoles: Esta es la sangre mía, el nuevo Testamento, la cual será derramada por muchos. En verdad os digo, que de hoy mas no beberé de este fruto de la vid, hasta el dia en que le beba nuevo en el reino de Dios. Y dicho el himno de acción de gracias salieron hacia el monte del Olivar. Antes de partir díjoles aun Jesús: Todos os escandalizaréis por ocasión de mí esta noche, según está escrito: Heriré al Pastor, y se descarriarán las ovejas. Pero en resucitando me pondré a vuestra frente en Galilea. Pedro le dijo entonces: Aun cuando fueres para todos los demás un objeto de escándalo, no lo serás para mi. Jesús le replicó: En verdad te digo, que tú, hoy mismo en esta noche, antes de la segunda vez que cante el gallo, tres veces me has de negar. Él no obstante se afirmaba más y más en lo dicho, añadiendo: Aunque me sea forzoso el morir contigo, yo no te negaré. Y lo mismo decian todos los demás. (sed rubrica 1955 aut rubrica 1960 hæc versus omittuntur) En aquel tiempo: Fueron a una finca, que llaman Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí mientras voy a orar. Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les dijo: Me muero de tristeza: quedaos aquí velando. Y, adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y dijo: ¡Abba! (Padre): tú lo puedes todo, aparta de mí ese cáliz. Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres. Volvió, y al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro: Simón, ¿duermes?, ¿no has podido velar ni una hora? Velad y orad, para no caer en la tentación; el espíritu es decidido, pero la carne es débil. De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabras. Volvió, y los encontró otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargados. Y no sabían qué contestarle. Volvió y les dijo: Ya podéis dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora; mirad que el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega. Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los doce, y con él gente con espadas y palos, mandada por los sumos sacerdotes, los letrados y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles: Al que yo bese, es él: prendedlo y conducidlo bien sujeto. Y en cuanto llegó, se acercó y le dijo: ¡Maestro! Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendieron. Pero uno de los presentes, desenvainando la espada, de un golpe le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo: ¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a caza de un bandido? A diario os estaba enseñando en el templo, y no me detuvisteis. Pero, que se cumplan las Escrituras. Y todos lo abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho envuelto sólo en una sábana; y le echaron mano; pero él, soltando la sábana, se les escapó desnudo. Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumos sacerdotes y los letrados y los ancianos. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del patio del sumo sacerdote; y se sentó con los criados a la lumbre para calentarse. Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte; y no lo encontraban. Pues, aunque muchos daban falso testimonio contra él, los testimonios no concordaban. Y algunos, poniéndose de pie, daban testimonio contra él diciendo: Nosotros le hemos oído decir: «Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro no edificado por hombres.» Pero ni en esto concordaban los testimonios. El sumo sacerdote se puso en pie en medio e interrogó a Jesús: ¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti? Pero él callaba, sin dar respuesta. El sumo sacerdote lo interrogó de nuevo preguntándole: ¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito? Jesús contestó: Sí lo soy. Y veréis que el Hijo del Hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo. El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras diciendo: ¿Qué falta hacen más testigos? Habéis oído la blasfemia. ¿Qué decís? Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirlo, y tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían: Haz de profeta. Y los criados le daban bofetadas. Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una criada del sumo sacerdote y, al ver a Pedro calentándose, lo miró fijamente y dijo: También tu andabas con Jesús el Nazareno. Él lo negó diciendo: Ni sé ni entiendo lo que quieres decir. Salió fuera al zaguán, y un galló cantó. La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes: Este es uno de ellos. Y él lo volvió a negar. Al poco rato también los presentes dijeron a Pedro: Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo. Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar: No conozco a ese hombre que decís. Y en seguida, por segunda vez, cantó el gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: «Antes de que cante el gallo dos veces, me habrás negado tres», y rompió a llorar.] Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes con los ancianos, los letrados y el sanedrín en pleno, prepararon la sentencia; y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le preguntó: ¿Eres tú el rey de los judíos? El respondió: Tú lo dices. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo: ¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó: ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos? Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó: ¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos Ellos gritaron de nuevo: Crucifícalo. Pilato les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Ellos gritaron más fuerte: Crucifícalo. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio al pretorio y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo: ¡Salve, rey de los judíos! Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «La Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: EL REY DE LOS JUDIOCrucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: «Lo consideraron como un malhechor.» Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: S, ¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz. Los sumos sacerdotes se burlaban también de él diciendo: A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos. También los que estaban crucificados con él inaultaban. Al llegar el mediodía toda a región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y a la media tarde, Jesús clamó con voz potente: Eloí, Eloí, lamá sabaktaní. (Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?) Algunos de los presentes, al oírlo, decían: Mira, está llamando a Elías. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo: Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo. Y Jesús, dando un fuerte grito expiró. (Genuflexión) El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: Realmente este hombre era Hijo de Dios. Había también unas mujeres que miraban desde lejos; entre ellas María Magdalena, María la madre de Santiago el Menor y de José y Salomé, que cuando él estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén. ~ (deinde dicuntur) _ v. Limpia mi corazón y mis labios, oh Señor todopoderoso, tú que limpiaste los labios del profeta Isaías con un carbón encendido, y otórgame, por tu misericordia, quedar puro para ser digno de anunciar tu santo evangelio. Por Cristo nuestro Señor. Amén.Cleanse my heart and my lips, O almighty D. Dígnate, Señor, darme tu bendición. Que el Señor esté en tu corazón y tus labios, para que dignamente proclames su santo evangelio. En el nombre del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén. _ (sed rubrica 1955 aut rubrica 1960 hæc versus omittuntur) Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, noble magistrado, que también aguardaba el Reino de Dios; se presentó decidido ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro. [Offertorium] !Ps 139:5 v. Defiéndeme, Señor, de las manos del pecador, y líbrame de los hombres inicuos. [Secreta] Te suplicamos, Señor, que nos renueven mas intensamente estos sacrificios que van acompañados con saludables ayunos. $Per Dominum [Communio] !Ps 68:13-14 v. Hablaban contra mi los que estaban sentados a la puerta: y los que bebían vino cantaban contra mi coplas; mas yo entretanto, Señor, dirigía a ti mi oración: Este es, decía, oh Dios mío, el tiempo de reconciliación, según la grandeza de tu misericordia. [Postcommunio] Oh Dios omnipotente, con tus sacramentos sean curados nuestros vicios, y recibamos remedios para la vida eterna. $Per Dominum [Super populum] !Oración sobre el pueblo v. Oremos. v. Humillad ante Dios vuestras cabezas. v. Que tu misericordia, oh Dios, nos purifique de toda antigua corrupción, y nos haga capaces de una santa renovación. $Per Dominum