[Officium] Sabbato Quattuor Temporum Quadragesimæ [Lectio1] Lectura del santo Evangelio según San Mateo !Mt 17:1-9 En aquel tiempo: Jesús tomó consigo a Pedro, y a Santiago, y a Juan su hermano, y subiendo con ellos solos a lo alto de un monte, se transfiguró en su presencia. Y lo que sigue. _ Homilía de San León, Papa. !Homilía de la Transfiguración del Señor. La lección evangélica nos invita a la inteligencia de un gran misterio, a lo cual, auxiliados por la gracia de Dios, llegaremos con más facilidad, si fijamos nuestra consideración a lo que poco ha hemos referido. Jesucristo, estableciendo aquella fe que llama los impíos a la justicia, y resucita los muertos a la vida, por medio de obras portentosas confirmaba las enseñanzas dadas con su doctrina a sus discípulos, a fin de que le reconocieran por Unigénito de Dios e Hijo del hombre. Ya que creer lo uno sin lo otro, no habría aprovechado para la salud, y era igualmente peligroso creer que nuestro Señor Jesucristo era Dios y no hombre, como pensar que no era Dios sino sólo hombre, ya que ambas verdades debían ser confesadas, a saber: que en Él la verdadera divinidad estaba unida a la humanidad y la verdadera humanidad a la divinidad. [Lectio2] Para confirmar esta fe, había preguntado el Señor a sus discípulos, qué creían o qué sentían de Él entre las muchas opiniones existentes. Pedro Apóstol, elevándose por revelación del Padre celestial sobre lo corpóreo y humano, vio con los ojos del alma al Hijo de Dios vivo y confesó la gloria de la Divinidad, ya que no atendió solo a la sustancia de la carne y de la sangre. Y agradó tanto al Salvador esta sublime confesión de fe, que por divina benignidad Pedro recibió la sagrada firmeza de la piedra inviolable sobre la cual está edificada la Iglesia. Las puertas del infierno y las leyes de la muerte no pueden prevalecer contra ella; y en la resolución y retención de todas las causas, cuanto Pedro resuelve en la tierra es ratificado en los cielos. [Lectio3] Era necesario que Pedro, cuyo alto conocimiento acababa de alabar el Hijo de Dios, fuera instruido en el misterio de la sustancia inferior unida al Verbo, no fuera que la fe de los Apóstoles, elevada a la gloria de la confesión de su Divinidad, juzgara que las ignominias de la naturaleza humana eran indignas de un Dios impasible, y creyeran que la naturaleza humana glorificada en Cristo, no podía sufrir ni morir. Al decir el Señor que tenía que ir a Jerusalén, y padecer mucho por parte de los ancianos, escribas y príncipes de los sacerdotes; que debía morir y resucitar el tercer día; habiendo el bienaventurado Pedro -en quien ardía el fervor de la confesión que la luz de lo alto le había hecho tributar a la divinidad del Hijo de Dios- rechazado la idea de que su Maestro pudiera sufrir todos esos ultrajes y el oprobio de una muerte cruel, Jesús le corrigió benignamente, animándole a participar con Él de su pasión. [Ant 2] Jesús tomó consigo * a sus discípulos y se los llevó aparte a una montaña alta y se transfiguró delante de ellos. [Oratio 2] Mira, Señor, propicio a tu pueblo, y aparta benignamente de él los castigos de tu ira. $Per Dominum