[Officium] Dominica X Post Pentecosten [Ant 1] Obró Joás * rectamente delante del Señor, mientras tuvo por maestro al sacerdote Joyada. [Oratio] ¡Oh Dios, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia!; multiplica sobre nosotros los dones de tu amor, para que, deseando lo que nos prometes, consigamos los bienes del cielo. $Per Dominum [Lectio1] Del Libro Cuarto de los Reyes !2 Reyes 9:29-34 29 Ocozías había comenzado a reinar el año once de Joram, hijo de Ajab. 30 Jehú entró en Jezrael. Sabiéndolo Jezabel, se pintó los ojos, se peinó y se puso a mirar a una ventana. 31 Al pasar Jehú por la puerta, le gritó: “¿Le salió bien la cosa a Zimbri, asesino de su señor?” 32 Él alzó el rostro hacia la ventana y preguntó: “¿Quién eres tú para que quieras contender conmigo?” 33 Entonces miraron por la ventana dos o tres eunucos, y él les mandó: “Echadla abajo”; y ellos la echaron, y su sangre salpicó los muros y los caballos; 34 Jehú la pisoteó con sus pies, y después entró, comió, bebió y dijo: “Id a ver a esa maldita y enterradla, que al fin es hija de rey.” [Lectio2] !2 Reyes 9, 35-37; 10, 1-3 35 Fueron para enterrarla; pero no hallaron de ella más que el cráneo, los pies y las palmas de las manos. 36 Volvieron a dar cuenta a Jehú, que dijo: “Es la amenaza que había hecho Yahvé por su siervo Elías tisbita, diciendo: Los perros comerán la carne de Jezabel en el campo de Jezrael, 37 y el cadáver de Jezabel será como estiércol sobre la superficie del campo, en el campo de Jezrael, de modo que nadie podrá decir: Esta es Jezabel.” 1 Había en Samaría setenta hijos de Ajab. Jehú escribió cartas, que mandó a Samaría, a los príncipes de la ciudad. 2 En ellas decía: “En cuanto recibáis esta carta, pues que tenéis con vosotros a los hijos de vuestro señor y, además, carros y caballos, ciudades fortificadas y armas, 3 ved cuál de los hijos de vuestro señor queréis mejor y os conviene poner en el trono de su padre, y combatid por la casa de vuestro señor.” [Lectio3] !2 Reyes 10:4-7 4 Ellos se llenaron de miedo, y se dijeron: “Dos reyes no han podido resistirle, ¿cómo vamos a resistirle nosotros?” 5 Y el mayordomo de palacio, los ancianos y los ayos mandaron a decir a Jehú: “Nosotros somos servidores tuyos y haremos cuanto tú nos digas. No elegiremos a ninguno por rey. Haz tú lo que bien te parezca.” 6 Entonces les escribió Jehú una segunda carta, en que les decía: “Si estáis por mí y dispuestos a obedecerme, tomad las cabezas de esos hombres, hijos de vuestro señor, y venid a mí mañana a estas horas a Jezrael.” 7 Cuando éstos recibieron la carta, cogieron a los hijos del rey, setenta hombres; los degollaron y pusieron sus cabezas en canastillas, y se las mandaron a Jehú a Jezrael. [Lectio4] Sermón de San Juan Crisóstomo. !Homilía 25 sobre la Epístola a los Romanos. No creamos que si otros pecan con nosotros, esto nos servirá de excusa, porque esto no hará más que aumentar nuestro castigo. La serpiente fue más castigada que la mujer, y la mujer más que el hombre; Jezabel tuvo también un castigo más terrible que el de Acab, usurpador de la viña, porque ella fue la que habiendo urdido toda la trama del negocio, proporcionó al rey una ocasión de caída. Tú también, si has sido para otro causa de perdición, sufrirás mucho más que aquellos para los cuales fuiste ocasión de ruina. Porque pecar enteramente solo, es menos pernicioso que inducir a otros a pecar. [Lectio5] Si alguien peca, en vez de impulsarlo al mal, esforcémonos en apartarlo, para que no seamos castigados como culpables de su pérdida. Tengamos presente aquel terrible tribunal, aquel río de fuego, aquellas cadenas inquebrantables, aquellas profundas tinieblas, aquel crujir de dientes y aquel gusano venenoso. Pero, Dios es indulgente. Todas esas cosas ¿no son más que palabras? El rico que despreciaba a Lázaro, ¿no fue castigado? Las vírgenes locas, ¿no fueron rechazadas por el esposo? Aquellos de quienes Jesucristo nada recibió para comer, ¿no irán al fuego preparado para el demonio? El que concurrió al banquete con vestidos manchados, ¿no perecerá, atado de pies y manos? El que exigió de su compañero los cien denarios, ¿no será entregado al verdugo? Lo que se ha dicho de los adúlteros, “que el gusano que los roe, nunca muere, y el fuego que los quema, nunca se apaga”, ¿no será verdad? [Lectio6] ¿Se contentará Dios con formular estas amenazas? Ciertamente, responderás. ¿Cómo te atreves a sostener públicamente y a formular semejante juicio? Fácil me será probar lo contrario, según lo que Dios ha dicho y ha hecho. Y si te niegas a creer, por ser cosas futuras, cree al menos en razón de lo pasado. No son simplemente amenazas las cosas que ya han tenido lugar. ¿Quién, pues, sumergió todo el globo bajo las aguas del diluvio, e hizo perecer casi enteramente nuestra especie en aquel inmenso naufragio? Y esos rayos y lluvia de azufre y fuego que cayeron sobre Sodoma, ¿qué brazo los lanzó? ¿Quién sepultó en el mar todo el ejército de los egipcios? ¿Quién entregó a las llamas los cómplices de Abirón? ¿Quién hizo morir de la peste setenta mil hombres, por el pecado de David? ¿No fue Dios quien asestó a los culpables esos golpes y otros más aún? [Lectio7] Lección del Santo Evangelio según San Lucas. !Luc 18:9-14 En aquel tiempo: Dijo Jesús a ciertos hombres que presumían de justos y despreciaban a los demás, esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: el uno era fariseo, y el otro publicano. Y lo que sigue. _ Homilía de San Agustín, Obispo. !Sermón 36 sobre las Palabras del Señor. Podía el fariseo haberse contentado con decir: “Yo no soy como muchos hombres”. Mas: “Como los demás hombres”, ¿no se refiere a todos, excepto a sí mismo? He ahí un publicano; ¡buena ocasión para engreírse más y más!: “No soy tampoco como este publicano”. Yo soy un hombre aparte; éste es como los demás. Yo me distingo en virtud de mis propios méritos, gracias a los cuales no soy un malvado. [Lectio8] Ayuno dos veces a la semana, pago los diezmos de cuanto poseo. Habiendo subido al templo a orar, en vez de pedir algo a Dios hace su propia apología. Y si no fuera bastante alabarse a sí mismo en vez de rogar a Dios, insulta al que está rogando. El publicano se mantenía apartado, y, no obstante, estaba cerca de Dios. El conocimiento de su conciencia le repelía, mas su piedad le aproximaba. Manteníase apartado, mas el Señor le contemplaba de cerca. [Lectio9] El Señor altísimo pone los ojos en los humildes. Dios mira de lejos a los soberbios, mas no los perdona. Al publicano no le basta permanecer apartado; sino que ni siquiera sus ojos osaba levantar al cielo; para atraerse las miradas del Señor, no se atrevía a mirarle; su conciencia lo amilanaba, pero la esperanza lo alentaba. “Se daba golpes en el pecho”; él mismo se castigaba; por eso el Señor le perdonó. “Golpeaba su pecho, diciendo: Dios mío, ten misericordia de mí que ¡soy un pecador”. He ahí un hombre que ora. ¿Por qué asombrarte de que Dios le perdone, cuando él mismo se confiesa pecador? &teDeum [Ant 2] El recaudador * se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: ¡Oh Dios, ten compasión de este pecador! [Ant 3] Éste bajó * a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se enaltece, será humillado, y el que se humilla será enaltecido.