[Officium] Die VII infra Octavam SSmi Cordis Jesu [Lectio1] Del Libro Primero de los Reyes. !1 Sam 14:6-11 6 Jonatán dijo a su escudero: “Ven, crucemos hasta la avanzadilla de esos incircuncisos. Acaso Yahvé haga algo por nosotros, porque nada impide a Yahvé dar la victoria con pocos o con muchos.” 7 Su escudero respondió: “Haz lo que te parezca razonable. Yo estoy contigo, a tu servicio.” 8 Jonatán dijo: Vamos a pasar hacia esos hombres y dejaremos que nos vean. 9 Si nos dicen: “¡Quedaos ahí! hasta que lleguemos a vosotros”, nos quedaremos en el sitio y no subiremos a ellos. 10 Pero si nos dicen: “Subid hacia nosotros”, subiremos, porque Yahvé los ha entregado en nuestras manos; esto nos servirá de señal. 11 Se dejaron ver de la avanzadilla de los filisteos, que dijeron: “Mirad, los hebreos salen de los escondrijos donde se habían metido.” [Lectio2] !1 Sam 14:12-15 12 Los hombres de la avanzadilla, dirigiéndose a Jonatán y a su escudero, dijeron: “Subid hacia nosotros, que os vamos a enseñar algo.” Entonces Jonatán dijo a su escudero: “Sube detrás de mí, pues Yahvé los ha entregado en manos de Israel.” 13 Subió Jonatán ayudándose de pies y manos, y su escudero le seguía. Caían los filisteos ante Jonatán y detrás de él su escudero los iba rematando. 14 Este primer estrago de Jonatán y de su escudero alcanzó a unos veinte hombres, como en medio surco de tierra. 14 Cundió el terror en el campo y en el campamento y en la gente toda; la avanzadilla y los cuerpos de descubierta fueron presa del espanto, la tierra tembló y hubo un terror de Dios. [Lectio3] !1 Sam 14:16-20 16 Los escuchas de Saúl que estaban en Guibeá de Benjamín vieron que la multitud se agitaba de un lado para otro, 17 y dijo Saúl a las tropas que estaban con él: “Pasad revista y ved quién se ha marchado de los nuestros.” Se pasó revista y vieron que faltaban Jonatán y su escudero. 18 Entonces Saúl dijo a Ajías: “Trae el arca de Dios”, porque aquel día el arca de Dios estaba con los israelitas. 19 Pero mientras Saúl hablaba al sacerdote, el tumulto del campamento filisteo iba creciendo y Saúl dijo al sacerdote: “Retira tu mano.” 20 Saúl y toda la tropa que estaba con él se reunieron y llegaron al campo de batalla, y he aquí que la espada de cada uno se volvía contra el otro. La confusión era enorme. [Lectio4] !De la Encíclica Miserentissimus Deus del Papa Pío XI. Cuánta sea, especialmente en nuestros tiempos, la necesidad de esta expiación y reparación no se le ocultará a nadie que, como dijimos al principio, haya visto que este mundo está “puesto en maldad”. De todas partes sube a Nos clamor de pueblos que gimen, cuyos príncipes o directores se han congregado y confabulado a una contra el Señor y su Iglesia. Y aún es más triste, venerables hermanos, que entre los mismos fieles, lavados en el bautismo con la sangre del Cordero inmaculado y enriquecidos de la gracia, haya tantos hombres de todas clases, que con increíble ignorancia de las cosas divinas, inficionados de doctrinas falsas, lejos de la casa del Padre, viven vida llena de vicios, ni iluminada por la luz de la fe, ni alentada de la esperanza en la felicidad futura, ni acalorada y fomentada por el calor de la caridad, de manera que de todo en todo parecen sentados en las tinieblas y en la sombra de la muerte. [Lectio5] Para colmo de estos males viene la pereza y el abandono de los que, durmiendo o huyendo como los discípulos, vacilantes en la fe, miserablemente abandonan a Cristo, oprimido de angustias o rodeado de los satélites de Satanás; y también la perfidia de los que, a imitación del traidor Judas, o temeraria o sacrílegamente comulgan o se pasan al campo enemigo. Por eso, aun sin querer, asalta al alma la idea de que se acercan los tiempos de que vaticinaba así Nuestro Señor: “Y porque abundó la iniquidad, se enfrió la caridad de muchos”. Cuantos fieles mediten piadosamente todo esto, encendidos en amor a Cristo apenado, no podrán menos de expiar, con ansia ardiente, sus culpas y las de los demás; de reparar el honor de Cristo, de promover la salud eterna de las almas. [Lectio6] Dice el Apóstol: “Donde abundó el delito sobreabundó la gracia”. Esto describe nuestros tiempos; porque aumentada la perversidad de los hombres sobremanera, pero inspirando maravillosamente el Espíritu Santo, crece el número de los fieles de uno y otro sexo que con resuelto ánimo se empeñan en satisfacer al Corazón divino por todas las ofensas que se le hacen, y aun no dudan ofrecerse a Cristo como víctimas. Porque quien con amor medite cuanto hasta aquí hemos dicho y lo grabe en lo profundo del corazón, por fuerza no sólo aborrecerá y se abstendrá de todo pecado como de sumo mal, sino que se entregará todo a la voluntad divina y se afanará por reparar el ofendido honor de la divina Majestad, ya orando asiduamente, ya abrazando pacientemente las mortificaciones voluntarias y las aflicciones que sobrevinieren, ya, en fin, dedicando a la expiación toda su vida. [Lectio7] Lección del Santo Evangelio según San Juan !Jn 19:31-37 En aquel tiempo: Los judíos, como era día de Parasceve, para que los cuerpos no quedasen en la cruz el sábado, puesto que aquel era un sábado muy solemne, suplicaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y los quitasen de allí. Y lo que sigue. _ Homilía de S. Cirilo, Obispo alejandrino. !Com. sobre S. Juan, libro 12, cap. 19. El Evangelista no refiere esto para atribuir a los desalmados y crueles judíos un sentimiento de piedad, sino para mostrar que ellos, ridícula y torpemente, colaban un mosquito y se tragaban un camello, como les dijo Cristo. Reputaban como nada los crímenes más grandes, y observaban escrupulosamente cosas de mínima importancia, manifestando en ambos casos su ignorancia. Tras matar a Jesucristo, honran con gran cuidado el día del sábado, y con audacia inaudita dan muestras de respeto a la ley después que han condenado al autor de la ley. [Lectio8] Simulan honrar el sábado, ellos que han dado muerte al Señor de este gran día, y piden una gracia digna de su crueldad: romper las piernas de los ajusticiados, ocasionándoles así sufrimientos irresistibles, más crueles que la misma muerte, próxima ya. “Vinieron, pues, los soldados, y rompieron las piernas de los que habían sido crucificados con Él”. Animados los soldados de la crueldad de los judíos, y para acceder a sus deseos, quebraron las piernas de ambos ladrones, aún vivos. Mas al ver a Jesús con la cabeza inclinada, suponiendo que había ya expirado, juzgaron inútil quebrarle las piernas; les quedaba, empero, alguna duda sobre su muerte, por lo cual le atravesaron el pecho con una lanzada, y brotó de allí sangre mezclada con agua, símbolos y primicias de la Eucaristía y del Bautismo. [Lectio9] El sapientísimo Evangelista concluye que Jesús es realmente el Cristo anunciado por las Sagradas Escrituras, ya que todo se desenvuelve conforme a los divinos oráculos. No le quebraron ningún hueso, mas fue herido con una lanza como las Escrituras pronosticaron. El discípulo que esto refiere fue testigo, afirmando que le consta la veracidad de su testimonio, con lo cual viene a demostrar que se refiere a sí mismo y no a otro. &teDeum