[Officium] Die VI infra Octavam SSmi Cordis Jesu [Lectio1] Del Libro Primero de los Reyes. !1 Sam 13:1-4 1 Tenía Saúl un año cuando comenzó a reinar, y reinó dos años sobre Israel cuando eligió para sí tres mil hombres de Israel. 2 Dos mil estaban con él en Macmas y sobre el monte de Betel, y mil con Jonatán, en Gueba de Benjamín. El resto del pueblo lo mandó cada uno a su tienda. 3 Jonatán batió a la guarnición de filisteos que había en Gueba, y, al saberlo, dijeron los filisteos: “Se han rebelado los hebreos.” 4 Saúl hizo que tocasen la trompeta por toda la tierra; y todo Israel oyó que decían: “Saúl ha batido a la guarnición de los filisteos”; e Israel se hizo odioso a los filisteos, y fue convocado el pueblo por Saúl a Gálgala. [Lectio2] !1 Sam 13:5-8 5 Reuniéronse los filisteos para combatir contra Israel; tres mil carros y seis mil caballeros, y de pueblo un número comparable a las arenas del mar. Vinieron a acampar en Macmas, al oriente de Bet-Aven. 6 Los hombres de Israel se vieron en gran aprieto, pues estaban casi cercados, y se ocultaron en las cavernas, en la maleza y en las peñas, en las torres y en las cisternas; 7 y los de más lejos pasaron el Jordán y se internaron en tierra de Gad y de Galaad. Saúl estaba todavía en Gálgala, y la gente que estaba con él se dispersaba. 8 Esperó siete días, según el término que había fijado Samuel; pero Samuel no venía, y la gente se dispersaba cada vez más. [Lectio3] !1 Sam 13:9-14 9 Entonces dijo Saúl: “Traedme el holocausto y las hostias pacíficas”; 10 y ofreció el holocausto. Apenas ofrecido el holocausto, vino Samuel, y Saúl salió a su encuentro para saludarle. 11 Samuel le dijo: “¿Qué has hecho?” Saúl respondió: “Viendo que la gente se dispersaba, que tú no venías en el término fijado y que los filisteos acampaban en Macmas, 12 me dije: Los filisteos van a venir a atacarme a Gálgala y yo no he implorado a Yahvé. Entonces, obligado por la necesidad, he ofrecido el holocausto.” 13 Samuel dijo a Saúl: “Has obrado neciamente y has desobedecido el mandato de Yahvé, tu Dios. Estaba Yahvé para afirmar tu reino sobre Israel para siempre; 14 pero ahora ya tu reino no persistirá. Ha buscado Yahvé un hombre según su corazón para que sea jefe de su pueblo, porque tú no has cumplido lo que Dios te había mandado.” [Lectio4] !De la Encíclica Miserentissimus Deus del Papa Pío XI. ¿Cómo podrán estos actos de reparación consolar a Cristo, que dichosamente reina en los cielos? Dice San Agustín: “Dame un corazón que ame y sentirá lo que digo”. Cualquiera que ame a Dios, si meditando mira al tiempo pasado, ve a Jesucristo trabajando por el hombre, doliente, sufriendo durísimas penas “por nosotros los hombres y por nuestra salvación”, agobiado de tristeza, angustias, oprobios, hasta “triturado por nuestras maldades”, sanándonos con sus llagas. Tanto más hondamente meditan las almas piadosas, más claro es que los pecados de los hombres en cualquier tiempo cometidos fueron causa de que el Hijo de Dios se entregase a la muerte; y que aun ahora mismo le inferirían la muerte, con sus mismos dolores y tristezas, ya que cada pecado se puede decir que renueva de algún modo la Pasión del Señor: “Nuevamente crucifican al Hijo de Dios y le exponen a vituperio.”(San Pablo) [Lectio5] Y también si por nuestros pecados, futuros pero previstos, el alma de Cristo Jesús estuvo triste hasta la muerte, sin duda algún consuelo recibiría de nuestra reparación, futura, pero también prevista, cuando “el ángel del Cielo se le apareció” para consolar su Corazón oprimido de tedio y angustias. Y así aun ahora podemos y debemos consolar a aquel Corazón Sacratísimo sin cesar, herido por los pecados de los hombres ingratos, por modo admirable pero verdadero; pues alguna vez, como se lee también en la sagrada liturgia, el mismo Cristo, por boca del Salmista, se queja a sus amigos del desamparo, diciendo: “Improperio y miseria esperó mi Corazón; y busqué quien compartiese mi tristeza y no hubo; busqué quien me consolara y no le hallé.” [Lectio6] Añádase que la Pasión expiadora de Cristo se renueva y en cierto modo se continúa y se completa en el cuerpo místico, que es la Iglesia. Porque sirviéndonos otra vez de palabras de San Agustín: “Cristo padeció cuanto debió padecer: ya nada falta a la medida de su Pasión. Completa está, pues, la Pasión, pero en la cabeza; faltaban todavía las Pasiones de Cristo en el cuerpo”. Que es lo que el mismo Señor Jesús se dignó declarar cuando, hablando a Saulo, “que respiraba amenazas y muerte contra los discípulos”, le dijo: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”; significando claramente que en las persecuciones contra la Iglesia, es la Cabeza divina de la Iglesia la vejada e impugnada. Con razón, pues, Jesucristo, que todavía en su cuerpo místico padece, desea tenernos por socios en la expiación, y esto pide nuestro propio parentesco con Él; porque siendo como somos “cuerpo de Cristo y miembro con miembro”, necesario es que lo que padezca la cabeza lo padezcan los miembros. [Lectio7] Lección del santo Evangelio según San Juan !Jn 19:31-37 En aquel tiempo: Los judíos, como era día de Parasceve, para que los cuerpos no quedasen en la cruz el sábado, puesto que aquel era un sábado muy solemne, suplicaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y los quitasen de allí. Y lo que sigue. _ Homilía de San Pedro Canisio, Presbítero. !Exhortaciones domésticas. Meditaciones 6-7. Medita atentamente lo inefable de aquella caridad que mostró el Dios excelso, sufriendo por ti, miserable gusano de la tierra, la acerbísima muerte de la cruz, en medio de las mayores angustias de su Corazón y de toda suerte de oprobios. Considera también cuán extremadamente generoso se manifestó Jesucristo con los suyos. Hallándose en otra ocasión en medio de la multitud, exclamaba: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”, mostrándose pronto a socorrer las necesidades de todos. Recuerda que te ofreció generosamente la preciosa sangre de su Corazón cuando por la apertura de su sagrado pecho derramó toda la sangre que aún quedaba en su cuerpo. [Lectio8] !Sobre el Evangelio de la I Dominica después de Pascua. Por lo mismo, a fin de no mostrarme del todo ingrato, pondré con frecuencia ante mi consideración estas fuentes perennes de todos los dones y de todos los bienes, toda vez que a ellas se refiere esta promesa: “Sacaréis con gozo agua de las fuentes del Salvador, y exclamaréis en aquel día: Alabad al Señor”. Me refugiaré también en las cavernas tres veces dichosas de esta piedra invulnerable. En ellas colocaré mi segurísimo nido; no anhelando más que poder respirar tranquilo, en medio de las congojas y peligros de la vida, recordando las llagas del Señor. [Lectio9] !Medit. 6 Y tú, en todo combate espiritual, acude con diligencia al amable Corazón de Cristo, y propón a tu mente su bondad y caridad, comparando con ellas tu vileza, malicia, infidelidad y arrogancia. ¡Cuán grande es, en efecto, la caridad de Jesucristo, que a todos convida con estas dulcísimas palabras: “Venid a mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que Yo os aliviaré”! De tal suerte se ofrece a nosotros; y por el amor que nos tiene, desea soportar las cargas de todos y cada uno. Por lo cual, con gran confianza, arroja en el abismo de su caridad todos tus pecados, y luego te sentirás aliviado. &teDeum