[Officium] Die V infra Octavam SSmi Cordis Jesu [Lectio1] Del Libro Primero de los Reyes. !1 Sam 12:1-5 1 Dijo Samuel a todo Israel: “Ya veis que os he oído en cuanto me habéis dicho y que he puesto sobre vosotros un rey. 2 Ahora, pues, tenéis ya rey que marche a vuestra cabeza. Yo ya soy viejo y he encanecido, y mis hijos ahí los tenéis entre vosotros, como unos de tantos. He estado al frente de vosotros desde mi juventud hasta hoy. Aquí me tenéis. 3 Dad testimonio de mí ante Yahvé y ante su ungido. ¿He quitado a nadie un buey? ¿He quitado a nadie un asno? ¿He oprimido a nadie? ¿He perjudicado a nadie? ¿He aceptado de nadie presentes, ni aun un par de sandalias? Dad testimonio contra mí y yo responderé.” 4 Ellos respondieron: “No nos has perjudicado, no nos has oprimido, de nadie has aceptado nada.” 5 El les dijo: “Testigo Yahvé contra vosotros, y lo es también hoy su ungido, de que nada habéis hallado en mis manos.” El pueblo respondió: “Testigo.” [Lectio2] !1 Sam 12:6-9 6 Samuel añadió: “Yahvé, que hizo a Moisés y Aarón y sacó a vuestros padres de Egipto, es testigo. 7 Ahora, pues, poneos delante de Yahvé, que quiero juzgaros ante Yahvé por los beneficios que os ha hecho a vosotros y a vuestros padres. 8 Cuando Jacob con sus hijos entró en Egipto y los humillaron los egipcios, y vuestros padres clamaron a Yahvé, Yahvé les mandó a Moisés y Aarón, que los sacaron de Egipto y los establecieron en este lugar. 9 Pero se olvidaron de Yahvé, su Dios, y éste los entregó en manos de Sisara, jefe del ejército de Jasor; en manos de los filisteos, en manos del rey de Moab, que les hicieron la guerra.”. [Lectio3] !1 Sam 12:10-14 10 Clamaron a Yahvé diciendo: “Hemos pecado, porque hemos abandonado a Yahvé y hemos servido a los baales y a las astartés. Líbranos ahora y nosotros te serviremos.” 11 Mandoles Yahvé a Jerobaal, Abdón, Jefté y Samuel, y os libró de manos de los enemigos que teníais en torno vuestro, y habéis habitado vuestras casas en seguridad. 12 Y ahora, cuando habéis visto que Najas, rey de los hijos de Amón, se ponía en marcha contra vosotros, me habéis dicho: No, que reine un rey sobre nosotros, cuando Yahvé, vuestro Dios, era vuestro rey. 13 Ahí tenéis, pues, el rey que habéis querido y habéis pedido; Yahvé le ha puesto por rey vuestro. 14 Si teméis a Yahvé, si le servís y obedecéis; si no sois rebeldes a los mandamientos de Yahvé, viviréis vosotros y vuestro rey, que reinará sobre vosotros. [Lectio4] De la Encíclica Miserentissimus Deus del Papa Pío XI. _ Y cuanto más perfectamente respondan al sacrificio del Señor nuestra oblación y sacrificio, es decir, cuanto más inmolemos nuestro amor propio y nuestras concupiscencias y crucifiquemos nuestra carne con la crucifixión mística de que habla el Apóstol, tanto más abundantes frutos de propiciación y de expiación para nosotros y para los demás percibiremos; porque hay una relación maravillosa entre los fieles y Cristo, como la que hay entre la cabeza y los demás miembros del cuerpo, y asimismo por aquella misteriosa comunión de los santos, tanto los individuos como los pueblos se unen entre sí, y con aquel que es la cabeza, Cristo; “del cual, todo el cuerpo, compuesto y bien trabado por todas las junturas, según la operación proporcionada de cada miembro, recibe crecimiento propio de su cuerpo, edificándose en caridad”, que es lo que el mismo mediador de Dios y de los hombres, Jesucristo, próximo a la muerte, pidió al Padre: “Yo en ellos y Tú en mí, para que sean consumados en la unidad”. [Lectio5] Así, pues, como la consagración confiesa y afirma la unión con Cristo, así la expiación incoa esta misma unión, borrando las culpas, y la perfecciona participando de los padecimientos de Cristo, y la consuma ofreciendo sacrificios por los hermanos. Este fue el designio del misericordioso Jesús cuando quiso descubrirnos su Corazón, llevando los emblemas de su Pasión y ostentando llamas de caridad: calculando la malicia infinita del pecado, y admirando la infinita caridad del Redentor, con más vehemencia detestásemos el pecado y con más ardor correspondiésemos a su caridad. El espíritu de expiación y reparación en el culto al Sacratísimo Corazón de Jesús tiene la primacía y la parte más principal; nada hay más conforme con el origen, virtud e industrias propias de esta devoción, como la historia y la tradición, la sagrada liturgia y las actas de los Sumos Pontífices lo confirman. [Lectio6] Porque cuando Jesucristo se presentó a Santa Margarita María, predicándole la infinidad de su caridad, juntamente, como apenado, se quejó de tantas y tan grandes injurias como le arrojaron los hombres ingratos por estas palabras, que ojalá se grabasen en las almas piadosas de manera que jamás se olvidasen: “He aquí —dice— este Corazón que tanto ha amado a los hombres y de tantos beneficios los ha colmado, y que en pago a su amor infinito no halla gratitud alguna, sino desdén, ultrajes, a veces aun de aquellos que están obligados a amarme con especial deber y amor.” [Lectio7] Lección del santo Evangelio según San Juan !Jn 19:31-37 En aquel tiempo: Los judíos, como era día de Parasceve, para que los cuerpos no quedasen en la cruz el sábado, puesto que aquel era un sábado muy solemne, suplicaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y los quitasen de allí. Y lo que sigue. _ Homilía de San Bernardino de Siena. !Cuaresmal, de la Religión cristiana, Sermón 5. San Juan añade: “Uno de los soldados, con la lanza le abrió el costado, y al instante salió sangre y agua”. ¡Oh amor que todo lo consumes! ¿En qué estado has dejado, por nuestra redención, a quien tanto nos ama? Para que la inundación del diluvio del amor se extendiera a todas partes, grandes cataratas se abrieron sobre nosotros: los profundos arcanos de aquel Corazón de Jesús, al que no perdonó la lanza cruel, hiriéndole en lo más íntimo. Salió sangre y agua: sangre para redimirnos, y agua para lavarnos. Con lo cual se formó la Iglesia del costado de Cristo, para que reconozca eternamente que ella es la única amada por Cristo, y comprenda cuánto le repugna el pecado, por el cual Dios hecho hombre, así en vida como después de su muerte, derramó su sangre. No nos tiene Dios en poco, cuando por nosotros se vertió sangre divina. [Lectio8] El agua y la sangre salieron separadamente. La presencia del agua habría pasado desapercibida a los desconocedores del misterio si hubiese manado mezclada con la sangre. Quizá salió toda la sangre de aquel cuerpo divino para poner de manifiesto todo el amor de Jesucristo, y únicamente después brotó el agua. Tiene una elevada significación: de un mismo cuerpo salieron, en primer lugar el precio de nuestra salvación, y después el agua que simboliza la multitud de los pueblos regenerados. Las aguas numerosas, significan los pueblos numerosos; pero todos los que profesan la fe cristiana forman un solo pueblo fiel; del costado de Cristo no salió variedad de aguas sino una sola agua: “Todos los que participamos de un mismo pan y bebemos de un mismo cáliz, venimos a ser un solo pan y un solo cuerpo” (Cor 10). “Hay un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo” (Ef 4). [Lectio9] El costado de Cristo fue abierto, no herido, ya que la herida tan sólo puede hacerse en un cuerpo vivo. “Un soldado abrió su costado con la lanza”(S. Juan); para que reconozcamos en el costado abierto el amor de su Corazón, que nos ama hasta la muerte, y nos acerquemos a ese amor inefable que le movió a descender hasta nosotros. Vayamos de consiguiente a su Corazón, tan grande, tan desconocido; a aquel Corazón que atiende a todo, que todo lo conoce, a aquel Corazón amante encendido en amor; y sepamos comprender la vehemencia de este amor contemplando esta puerta abierta en su costado; identifiquemos nuestros sentimientos con los del Corazón de Jesús, para penetrar en este sagrario que estaba oculto desde la eternidad, y que ahora con su muerte nos ha sido revelado en su costado abierto, ya que la abertura del costado nos demuestra la abertura del templo eterno en donde se halla el complemento de la eterna felicidad para todos los corazones.