[Officium] Die II infra Octavam SSmi Cordis Jesu [Lectio1] Del Libro Primero de los Reyes. !1 Sam 9:1-4 1 Había en Benjamín un hombre llamado Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Becorat, hijo de Afia, de Gueba de Benjamín. 2 Era hombre valiente, y tenía un hijo de nombre Saúl, todo un buen mozo. No había hijo de Israel más alto que él, y a todos les sacaba la cabeza. 3 Extraviáronse las asnas de Quis, padre de Saúl; y dijo Quis a Saúl, su hijo: “Lleva contigo un mozo y vete en busca de las asnas.” Recorrió los montes de Efraím 4 y atravesó la tierra de Salisa, sin hallarlas. Recorrieron también la región de Salim, y tampoco estaban allí; volvieron a tierra de Benjamín, y tampoco las hallaron. [Lectio2] !1 Sam 9:5-8 5 Cuando llegaron a la región de Suf, dijo Saúl al mozo que le acompañaba: “Vamos a volvernos, no sea que mi padre, más que por las asnas, esté ya intranquilo por nosotros.” 6 El mozo le dijo: “Mira, en esta ciudad hay un hombre de Dios muy famoso. Cuanto él dice, seguramente sucede. Vamos, pues, allá, que quizá él nos diga el camino que hemos de seguir.” 7 Saúl dijo al mozo: “Vamos allá; pero ¿qué vamos a llevarle a ese hombre de Dios? Ya no hay provisiones en las alforjas, y nosotros no tenemos nada que podamos ofrecerle como presente.” 8 El mozo le dijo: “Mira, he encontrado un cuarto de siclo de plata; se lo daré al hombre de Dios y él nos indicará nuestro camino.” [Lectio3] !1 Sam 9:14-17 14 Ellos subieron a la ciudad. Cuando entraban en ella, encontraron a Samuel, que salía para subir a la altura. 15 Un día antes de la llegada de Saúl había advertido Yahvé a Samuel, diciéndole: 16 “Mañana, a esta hora, yo te mandaré a un hombre de Benjamín, y tú le ungirás por jefe de mi pueblo, de Israel, y él librará a mi pueblo de la mano de los filisteos, pues he visto la humillación de mi pueblo y han llegado ante mí sus clamores.” 17 Luego que Samuel vio a Saúl, le dijo Yahvé: “Este es el hombre de quien te hablé ayer. Este reinará sobre mi pueblo.” [Lectio4] De las Cartas Encíclicas del Papa Pío XI. !Encíclica Miserentissimus Redemptor La infinita benignidad de nuestro Redentor resplandece singularmente cuando, al enfriarse la piedad de los fieles, la misma caridad de Dios se presentó para ser honrada con culto especial, y se abrieron del todo los tesoros de su bondad con la devoción al Corazón Sacratísimo de Jesús, “en quien se esconden todos los tesoros de su sabiduría y de su ciencia”. Quiso Dios que al humano linaje al salir del Arca de Noé resplandeciera como signo de alianza amigable “el arco que aparece en las nubes”; así en los turbulentísimos tiempos de la moderna edad, serpeando la herejía jansenista, astuta entre todas, enemiga del amor a Dios y de la piedad, que predicaba que no tanto ha de amarse a Dios como padre, cuanto temérsele como implacable juez, el benignísimo Jesús mostró su Corazón como bandera de paz y caridad desplegada sobre las gentes, asegurando victoria cierta en el combate. [Lectio5] León XIII, en su Encíclica Annum Sacrum, admirando la oportunidad del culto al Sacratísimo Corazón de Jesús, no vaciló en afirmar: “Cuando la Iglesia, en los tiempos cercanos a su origen, gemía bajo el yugo de los Césares, la Cruz, vista en la altura, fue a un joven emperador signo y causa a un mismo tiempo de la amplísima victoria lograda inmediatamente. Ved otro signo que se ofrece hoy a nuestros ojos, faustísimo y divinísimo, a saber: el Sacratísimo Corazón de Jesús con la Cruz sobrepuesta, resplandeciendo entre llamas, con espléndido fulgor. En él han de colocarse todas las esperanzas; en él hay que buscar y esperar la salvación de los hombres”. [Lectio6] Y con razón; pues en este faustísimo signo y en esta forma de devoción que de él resulta, ¿no es verdad que se encierra la suma de toda la religión y con ella la norma de vida más perfecta, la que mejor conduce las almas a conocer íntimamente a Cristo Señor Nuestro, e impulsa los corazones a amarle más vehementemente, y a imitarle con más exactitud? Nadie extrañe, pues, que nuestros predecesores incesantemente hayan vindicado esta probadísima devoción de las recriminaciones de los calumniadores, la hayan enraizado con sumos elogios y promovido con vehemente empeño conforme lo exigían las circunstancias. Así, con la gracia de Dios, la devoción de los fieles al Sacratísimo Corazón ha crecido cada día. [Lectio7] Lección del santo Evangelio según San Juan !Jn 19:31-37 En aquel tiempo: Los judíos, como era día de Parasceve, para que los cuerpos no quedasen en la cruz el sábado, puesto que aquel era un sábado muy solemne, suplicaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y los quitasen de allí. Y lo que sigue. _ Homilía de San Juan Crisóstomo. !Homilía 85 (84) sobre San Juan, nº 3. Grande es la fuerza de la verdad. El mismo celo mal entendido de los judíos contribuye al cumplimiento de las profecías. Vinieron los soldados y rompieron las piernas de los otros sentenciados, mas no las de Jesucristo; para contentar a los judíos, atravesaron su pecho con una lanzada, ultrajando así su cadáver. ¿Puede darse un crimen más perverso y abominable? No te turbes, ni te desalientes. Las acciones que les inspiraba su mala voluntad debían servir en último término para corroborar la verdad de la profecía que decía: “Reconocerán a quien traspasaron”. Este atentado debería servir más adelante para convencer a los incrédulos como Tomás y sus imitadores. Manó de aquella herida sangre y agua. Estas dos fuentes no brotaron sin motivo ni al azar, sino para que de ambas se formara la Iglesia. [Lectio8] Los iniciados, regenerados por el agua, se nutren de la sangre y la carne. De aquí arrancan los misterios; porque vosotros os acercáis a esta tremenda bebida como si debierais beber en este costado divino. “Y quien lo vio es quien lo asegura, y su testimonio es verdadero”. No lo oyó de otros, sino que lo vio estando él mismo presente, y su testimonio es verdadero. Ciertamente es digno de crédito. Refiere algo humillante; no una proeza o un milagro que se preste a dudas. Confundiendo anticipadamente a los herejes, anuncia los misterios futuros, contempla los tesoros que estos misterios encierran, y expone detalladamente lo que ha ocurrido. Se cumplió la profecía: “No romperás ninguno de sus huesos”. Esto se refería al Cordero pascual, figura que en este hecho se cumplió perfectamente. Por esto el Apóstol aduce las palabras del Profeta. [Lectio9] El testimonio de Moisés anunciaba: “No romperéis ninguno de sus huesos”. El Evangelista confirma con su relato las palabras del Profeta: “Refiero estas cosas, dice, para que veáis la relación que existe entre la figura y la verdad”. Con mucho cuidado procura que no se ponga en duda esta particularidad, por deshonrosa e ignominiosa que parezca. Era más afrentoso para el cuerpo de Jesús ser el juguete de un soldado que ser clavado en la cruz. No obstante, dice, he reportado escrupulosamente estas cosas, para que creáis. Que nadie, por lo tanto, se niegue a creer y perjudique a los nuestros con su falsa vergüenza. Porque en estas circunstancias tan bochornosas en apariencia, se halla el origen de nuestros bienes más preciados. &teDeum