[Officium] Feria III infra Octavam Ascensionis [Officium] (rubrica 196 aut rubrica 1955) Feria III post Ascensionem [Lectio1] Lección de la 1ª Epístola de San Juan, Apóstol. !1 Jn 4:1-6 1 Carísimos, no creáis a cualquier espíritu, sino examinad los espíritus si son de Dios, porque muchos seudoprofetas se han levantado en el mundo. 2 Podéis conocer el espíritu de Dios por esto: todo espíritu que confiese que Jesucristo ha venido en carne es de Dios; 3 pero todo espíritu que no confiese a Jesús, ése no es de Dios, es del anticristo, de quien habéis oído que está para llegar y que al presente se halla ya en el mundo. 4 Vosotros, hijitos, sois de Dios y los habéis vencido, porque mayor es quien está en vosotros que quien está en el mundo. 5 Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo y el mundo los oye. 6 Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios nos escucha; el que no es de Dios no nos escucha. Por aquí conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error. [Lectio2] !1 Jn 4:7-14 7 Carísimos, amémonos unos a otros, porque la caridad procede de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y a Dios conoce. 8 El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es caridad. 9 La caridad de Dios hacia nosotros se manifestó en que Dios envió al mundo a su Hijo Unigénito para que nosotros vivamos por Él. 10 En eso está la caridad, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo, víctima expiatoria de nuestros pecados. 11 Carísimos, si de esta manera nos amó Dios, también nosotros debemos amarnos unos a otros. 12 A Dios nunca le vio nadie; si nosotros nos amamos mutuamente, Dios permanece en nosotros y su amor es en nosotros perfecto. 13 Conocemos que permanecemos en Él y Él en nosotros en que nos dio su Espíritu. 14 Y hemos visto, y damos de ello testimonio, que el Padre envió a su Hijo por Salvador del mundo. [Lectio3] !1 Jn 4:15-21 15 Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en Él y Él en Dios. 16 Y nosotros hemos conocido y creído la caridad que Dios nos tiene. Dios es caridad, y el que vive en caridad permanece en Dios, y Dios en Él. 17 La perfección del amor en nosotros se muestra en que tengamos confianza en el día del juicio, porque como es Él, así somos nosotros en este mundo. 18 En la caridad no hay temor, pues la caridad perfecta echa fuera el temor; porque el temor supone castigo, y el que teme no es perfecto en la caridad. 19 Cuanto a nosotros, amemos a Dios, porque Él nos amó primero. 20 Si alguno dijere: Amo a Dios, pero aborrece a su hermano, miente. Pues el que no ama a su hermano, a quien ve, no es posible que ame a Dios, a quien no ve. 21 Y nosotros tenemos de Él este precepto, que quien ama a Dios ame también a su hermano. [Lectio4] Sermón de San Máximo, Obispo. !Homilía 43; la 2 de Pentecostés antes del medio. Recuerda vuestra santidad, que yo comparé el Salvador con aquella águila de la cual leemos en los Salmos que renovó su juventud. Esta semejanza se extiende a muchos aspectos. Así como el águila, dejando las cosas bajas se dirige a lo alto y sube a las regiones próximas al cielo, así el Salvador, dejando las profundidades del limbo, se dirigió a lo más alto del paraíso y penetró en lo más excelso de los cielos. Y así como el águila, dejadas las inmundicias de la tierra, volando a lo más sublime se goza con la salubridad del aire más puro, así el Señor, dejando la hediondez de los pecados terrenos, elevándose en medio de los santos, se goza con la sencillez de una vida más pura. [Lectio5] La comparación del águila conviene, pues, en todas las cosas al Salvador. Mas ¿cómo compararla con el Salvador, cuando vemos que el águila con frecuencia arrebata la presa y que muchas veces se apodera de lo ajeno? Con todo, ni en esto es desemejante al Salvador. Pues de alguna manera tomó la presa cuando introdujo en el cielo al hombre que había arrebatado de las fauces del infierno, y librándolo del poder del maligno, le llevó cautivo a lo más alto, como está escrito en el Profeta: “Al subir Cristo a lo alto, condujo cautiva a la cautividad; dio dones a los hombres”. [Lectio6] Subiendo, dice, a lo alto condujo cautiva a la cautividad. ¡Qué bien describe el Profeta el triunfo del Señor! Según dicen, era costumbre que los cortejos de cautivos precedieran a las carrozas de los reyes victoriosos. Y he ahí que al subir el Señor a los cielos, la cautividad gloriosa no le precede sino que le acompaña; no es conducida ante su carroza, sino que ella misma le sirve de carroza. Por un admirable misterio, cuando el Hijo de Dios elevó hasta el cielo al Hijo del hombre, la cautividad es conducida y, al mismo tiempo, conduce. [Lectio7] Lección del Santo Evangelio según San Marcos. !Mc 16:14-20 En aquel tiempo: Jesús apareció a los once apóstoles cuando estaban a la mesa, y les dio en rostro su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y lo que sigue. _ Homilía de San Gregorio, Papa. !De la misma Homilía 29. Hemos de considerar lo que quiere decir San Marcos con estas palabras: “Está sentado a la diestra de Dios”. ¿No dice, acaso, San Esteban: “Veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios”? ¿Cómo se explica que San Marcos diga que estaba sentado, y confiese San Esteban que estaba en pie? Pero vosotros sabéis, hermanos, que estar sentado es propio del que juzga, y estar en pie es propio del que combate o auxilia a otro. [Lectio8] Por lo mismo, pues, que nuestro Redentor, después de subir al cielo, juzga todas las cosas, y en el último día ha de venir como Juez universal, por esto dice San Marcos que después de su ascensión está sentado, ya que después de esta gloriosa ascensión ha de mostrarse como Juez al fin de los tiempos. Pero San Esteban, mientras combatía, le vio de pie, como auxiliador, porque mientras él luchaba en la tierra para vencer la infidelidad de los perseguidores, la gracia del Salvador luchaba por él en lo alto del cielo. [Lectio9] Sigue diciendo el Evangelista: “Sus discípulos se fueron y predicaron en todas partes, cooperando el Señor y confirmando su doctrina con los milagros que la acompañaban”. ¿Qué debemos considerar en esto, qué debemos recordar, sino que la obediencia siguió al mandamiento, y a la obediencia los milagros? Mas, después de haber expuesto brevemente, con el favor divino, la lección evangélica, resta que digamos ya algo sobre la misma gran solemnidad. &teDeum