[Officium] Feria II infra Octavam Ascensionis [Officium] (rubrica 196 aut rubrica 1955) Feria II post Ascensionem [Lectio1] De la Epístola 1ª de San Juan, Apóstol !1 Jn 3:1-6 1 Mirad qué tal amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios, y lo somos. Por eso el mundo no nos conoce a nosotros, porque no le conoció a Él. 2 Carísimos, desde ahora somos hijos de Dios, y todavía no se mostró qué seremos; sabemos que, cuando se mostrare, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como es. 3 Y todo el que tiene esta esperanza en Él, se purifica a sí mismo, como Él es puro. 4 Todo el que obra el pecado, hace también lo que es contra ley, y el pecado es el quebrantamiento de la ley. 5 Y sabéis que Él se manifestó para quitar de en medio nuestros pecados, y en Él no existe pecado. 6 Todo el que permanece en Él, no peca; todo el que peca, no le ha visto ni le ha conocido. [Lectio2] !1 Jn 3, 7-12. 7 Hijitos, que nadie os extravíe: el que practica la justicia es justo, según que Él es justo; 8 el que comete pecado, ése es del diablo, porque el diablo desde el principio peca. Y para esto apareció el Hijo de Dios, para destruir las obras del diablo. 9 Quien ha nacido de Dios no peca, porque la simiente de Dios está en Él, y no puede pecar porque ha nacido de Dios. 10 En esto se conocen los hijos de Dios y los hijos del diablo. El que no practica la justicia, no es de Dios, y tampoco el que no ama a su hermano. 11 Porque éste es el mensaje que desde el principio habéis oído, que nos amemos los unos a los otros. 12 No como Caín, que, inspirado del maligno, mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano, justas. [Lectio3] !1 Jn 3:13-18 13 No os maravilléis, hermanos, si el mundo os aborrece. 14 Sabemos que hemos sido trasladados de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte. 15 Quien aborrece a su hermano es homicida, y ya sabéis que todo homicida no tiene en sí la vida eterna. 16 En esto hemos conocido la caridad, en que Él dio su vida por nosotros; y nosotros debemos dar nuestra vida por nuestros hermanos. 17 El que tuviere bienes de este mundo y, viendo a su hermano pasar necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo mora en él la caridad de Dios? 18 Hijitos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y de verdad. [Lectio4] Sermón de San Juan Crisóstomo. !Sermón de la Ascensión del Señor. Tomo 3. Subiendo Cristo a los cielos ofreció al Padre las primicias de nuestra naturaleza, y apreció este ofrecimiento porque era presentado por una persona tan digna, y lo ofrecido carecía de toda imperfección. Recibió este ofrecimiento en sus manos, haciéndole partícipe de su trono, y le colocó a su diestra. Conozcamos quién era Aquel que oyó: “Siéntate a mi diestra”, y cuál sea la naturaleza de Aquel a quien dijo Dios: “Sé partícipe de mi trono”. Es aquella naturaleza que había oído estas otras palabras: “Tierra eres, y en tierra te convertirás”. [Lectio5] No hubiera sido suficiente para su gloria haber subido a los cielos y hallarse en compañía de los Ángeles; hizo más: atravesó los cielos, subió sobre los Querubines, se elevó más que los Serafines, y no se detuvo hasta haber alcanzado el trono del Señor. Considera cuánta sea la distancia que separa el cielo de la tierra, y lo que es más, cuánto dista la tierra del infierno, y el mismo cielo del cielo más alto, y cuánta sea la distancia del cielo más alto a los Ángeles, a las superiores Potestades y al mismo trono del Señor. Nuestra naturaleza fue elevada sobre todas estas cosas, y así el hombre que ocupaba un lugar tan bajo que ya no podía descender más, fue exaltado sobre un trono tan sublime que ya no podía subir más arriba. [Lectio6] San Pablo, proponiendo esta verdad, decía: El que descendió, es el mismo que ascendió. Y añade: Descendió a lo más profundo de la tierra, y subió sobre todos los cielos. Fijaos en quién ascendió de esta suerte y cuál fue la naturaleza elevada. Me detengo en este punto, a fin de que considerando la bajeza de la naturaleza humana, aprendamos a conocer y admirar la divina clemencia que otorgó un honor sumo y una tan grande gloria a nuestra naturaleza, elevándola en este día sobre todas las cosas. Hoy los Ángeles y Arcángeles contemplaron a nuestra naturaleza resplandeciente de gloria en el trono del Señor. [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio según San Marcos. !Mc 16:14-20 En aquel tiempo: Jesús apareció a los once apóstoles cuando estaban a la mesa, y les dio en rostro su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y lo que sigue. _ Homilía de San Gregorio, Papa. !De la misma homilía 29. El Señor Jesús, después de haber hablado con ellos, subió al cielo y está sentado a la diestra de Dios. Sabemos por el Antiguo Testamento que Elías fue arrebatado al cielo. Pero una cosa es el cielo aéreo y otra cosa el etéreo. El cielo aéreo está próximo a la tierra; por lo cual decimos las aves del cielo, porque vemos que vuelan en el aire. Elías fue elevado al cielo aéreo, para ser conducido en seguida a cierta región oculta de la tierra, en la cual viviese con grande paz de alma y del cuerpo, hasta que vuélva al fin del mundo para pagar el tributo a la muerte. Su muerte fue aplazada y no quedó libre de ella. Para nuestro Redentor no fue aplazada: la superó y destruyó con su resurrección, y la gloria de su resurrección la manifestó subiendo al cielo. [Lectio8] Se debe advertir que, según leemos, Elías subió con una carroza, a fin de demostrar claramente que siendo sólo hombre necesitaba del auxilio ajeno. Los Ángeles fueron sus auxiliares, ya que ni al cielo aéreo podía subir por sí mismo, estando impedido por el peso de la naturaleza. Pero de nuestro Redentor no leemos que fuese elevado por una carroza, ni por los Ángeles, porque aquel que todo lo había creado por sí mismo se elevaba sobre todas las cosas. Volvía donde ya estaba; regresaba allí donde había permanecido, pues al subir con su humanidad al cielo, por su divinidad contenía juntamente el cielo y la tierra. [Lectio9] Así como José, vendido por sus hermanos, prefiguró la venta de nuestro Redentor, así Henoc trasladado y Elías elevado al cielo aéreo, designaron ambos la Ascensión del Señor. De consiguiente el Señor tuvo de su ascensión prenuncios y testigos. Uno antes de la Ley, y el otro en tiempo de la Ley, hasta que finalmente viniese aquel que verdaderamente podía entrar en los cielos. Por eso mismo, la elevación de ambos se distingue por cierta gradación. Pues Henoc fue trasladado, y Elias elevado al cielo, a fin de que últimamente viniese Aquél que ni fue trasladado ni elevado, sino que penetrase en los cielos con su propia virtud. &teDeum