[Officium] Sabbato infra Octavam Ascensionis [Officium] (rubrica 196 aut rubrica 1955) Sabbato post Ascensionem [Lectio1] De la 2ª Epístola de S. Pedro, Apóstol. !2 Pe 3:1-7 1 Esta es, carísimos, la segunda epístola que os escribo, y en ella he procurado excitar con mis avisos vuestra sana inteligencia, 2 a fin de que traigáis a la memoria las palabras predichas por los santos profetas y el precepto del Señor y Salvador, predicado por vuestros apóstoles. 3 Y, ante todo, debéis saber cómo en los postreros días vendrán con sus burlas escarnecedores, que viven según sus propias concupiscencias 4 y dicen: ¿Dónde está la promesa de su venida? Porque, desde que murieron los padres, todo permanece igual desde el principio de la creación. 5 Es que voluntariamente quieren ignorar que en otro tiempo hubo cielos y hubo tierra, salida del agua y en el agua asentada por la palabra de Dios; 6 por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en el agua; 7 mas los cielos y la tierra actuales están reservados por la misma palabra para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los impíos. [Lectio2] !2 Pe 3:8-13 8 Carísimos, no se os caiga de la memoria que delante de Dios un solo día es como mil años, y mil años como un solo día. 9 No retrasa el Señor la promesa, como algunos creen; es que pacientemente os aguarda, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan a penitencia. 10 Pero vendrá el día del Señor como ladrón, y en él pasarán con estrépito los cielos, y los elementos, abrasados, se disolverán, y asimismo la tierra con las obras que en ella hay. 11 Pues si todo de este modo ha de disolverse, ¿cuáles debéis ser vosotros en vuestra santa conversión y en vuestra piedad, 12 en la expectación de la llegada del día de Dios, cuando los cielos, abrasados, se disolverán, y los elementos, abrasados, se derretirán? 13 Pero nosotros esperamos otros cielos nuevos y otra tierra nueva, en que tiene su morada la justicia, según la promesa del Señor. [Lectio3] !2 Pe 3:14-18 14 Por esto, carísimos, viviendo en esta esperanza, procurad con diligencia ser hallados en paz, 15 limpios e irreprochables delante de Él, y creed que la paciencia del Señor es para nuestra salud, según que nuestro amado hermano Pablo os escribió conforme a la sabiduría que a él le fue concedida. 16 Es lo mismo que hablando de esto enseña en todas sus epístolas, en las cuales hay algunos puntos de difícil inteligencia, que hombres indoctos e inconstantes pervierten, no menos que las demás Escrituras, para su propia perdición. 17 Vosotros, pues, amados, que de antemano sois avisados, estad alerta, no sea que, dejándoos llevar del error de los libertinos, vengáis a decaer en vuestra firmeza. 18 Creced más bien en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y salvador Jesucristo. A Él la gloria así ahora como en el día de la eternidad. Amén. [Lectio4] Sermón de San León, Papa. !Sermón 2 de la Ascensión del Señor. Lo que fue visible en nuestro divino Redentor, ha pasado a ser un misterio. Y para que la fe fuese más excelente y firme, la vista ha sido sustituida por una enseñanza, cuya autoridad, iluminada con resplandores celestiales, han aceptado los fieles. Esta fe, confirmada por la Ascensión del Señor, y fortificada por los dones del Espíritu Santo, no fueron capaces de hacerla vacilar mediante el terror, ni las cadenas, ni las cárceles, ni los destierros, ni el hambre, ni el fuego, ni las fieras, ni la exquisita crueldad de los perseguidores. Por esta fe pelearon en todo el mundo hasta derramar la sangre los hombres y mujeres; los mancebos y las tiernas vírgenes. Esta fe arrojó a los demonios, ahuyentó las enfermedades y resucitó a los muertos. [Lectio5] Así los mismos apóstoles, que confirmados con tantos milagros e ilustrados con tantos discursos, no obstante se atemorizaron ante la atrocidad de la pasión del Señor, y que en medio de vacilaciones habían creído en la resurrección, se aprovecharon tanto de la Ascensión del Señor, que todo cuanto antes les causaba miedo, después se convirtió en gozo. Desde aquel momento elevaron toda la contemplación de su alma a la divinidad sentada a la diestra del Padre. La misma visión de su cuerpo en nada impedía el ejercicio de su inteligencia que, iluminada por la fe, ya creía que Cristo ni descendiendo se había apartado del Padre, ni con su ascensión se había separado de sus discípulos. Por tanto, amadísimos, el Hijo del Hombre se mostró Hijo de Dios de manera más excelente y misteriosa, cuando fue recibido en la gloria de la majestad paterna; y comenzó, de modo inefable, a ser más presente por su divinidad al alejarse más su humanidad. [Lectio6] Entonces fue cuando la fe, más ilustrada, aprendió a elevarse con una ascensión espiritual hasta el Hijo igual al Padre, y no necesitó ya del contacto de la sustancia corporal de Cristo, en la cual es menor que el Padre, ya que permaneciendo la misma sustancia del cuerpo glorificado, la fe de los creyentes es dirigida allá donde, no con mano terrena sino con espiritual inteligencia, alcanzase al Unigénito igual al que le había engendrado. Por esto después de su resurrección el Señor dice a María Magdalena, que representaba la persona de la Iglesia, al acercársele para tocarle: “No me toques, pues aún no he subido a mi Padre”. Es decir, no quiero que busquéis mi presencia corporal, ni que me reconozcáis con los sentidos carnales. Por mi ausencia, os invito a cosas más altas, os preparo cosas mayores. Cuando subiere al Padre, entonces me tocaréis más perfecta y verdaderamente, debiendo alcanzar lo que no se toca y creer lo que no se ve. [Lectio7] Lección del Santo Evangelio según San Marcos. !Mc 16:14-20 En aquel tiempo: Jesús apareció a los once apóstoles cuando estaban a la mesa, y les dio en su rostro su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creido a los que le habían visto resucitado. Y lo que sigue. _ Homilía de San Gregorio, Papa. !De la misma Homilía 29. Las señales de los que han de creer son las siguientes: “En mi nombre arrojarán los demonios, hablarán nuevas lenguas, cogerán las serpientes, y si algún licor venenoso bebieren, no les hará daño; pondrán las manos sobre los enfermos, y quedarán éstos curados”. ¿Acaso, hermanos míos, no creéis porque no realizáis estos milagros? Mas, atended que éstos fueron necesarios en los principios de la Iglesia, ya que para que la multitud de los fieles creciera en la fe, debía ser sostenida con milagros, así como nosotros, al plantar arbustos, continuamos regándolos hasta que vemos que ya están arraigados, pero una vez han echado raíces, dejamos de regarlos. De ahí es que San Pablo dice: “El don de lenguas es una señal, no para los fieles, sino para los infieles”. [Lectio8] Debemos considerar también con más atención algunas de estas señales y virtudes. A la verdad, la santa Iglesia hace cada día espiritualmente lo que en otro tiempo practicaron corporalmente los apóstoles. Pues cuando los sacerdotes mediante la gracia del exorcismo imponen sus manos a los creyentes, y se oponen a que en sus almas tenga su morada el espíritu maligno, ¿qué otra cosa hacen sino arrojar los demonios? Y los fieles que renuncian a las antiguas conversaciones mundanas, y que confiesan los sagrados misterios, cantando las alabanzas y el poder del Creador, ¿qué otra cosa hacen sino hablar nuevas lenguas? En cuanto a coger las serpientes lo hacen aquellos que con sus buenas exhortaciones quitan la malicia de los corazones de los demás. [Lectio9] Cuando oyen malas exhortaciones, pero en manera alguna se dejan arrastrar a la realización de las obras malas, mortífero es lo que beben, pero no les daña. Cuando ven que sus prójimos son débiles para obrar el bien, y según su posibilidad les auxilian, y con el ejemplo de sus obras sostienen a los que vacilaban, abandonados a sus propias fuerzas, ¿qué otra cosa hacen sino imponer sus manos y curar a los enfermos? Todos estos milagros son tanto mayores cuanto son espirituales; son tanto mayores cuanto por ellos resucitan, no los cuerpos sino las almas. &teDeum