[Officium] Feria VI infra Octavam Ascensionis [Lectio1] Comienza la 2ª Epístola de San Pedro, Apóstol. !2 Pe 1:1-4 1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que han alcanzado la misma preciosa fe por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo: 2 Que la gracia y la paz se os multipliquen mediante el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. 3 Pues por el divino poder nos han sido otorgadas todas las cosas que tocan a la vida y a la piedad, mediante el conocimiento del que nos llamó por su propia gloria y virtud, 4 y nos hizo merced de preciosas y ricas promesas para hacernos así partícipes de la divina naturaleza, huyendo de la corrupción que por la concupiscencia existe en el mundo. [Lectio2] !2 Pe 1:5-9 5 Habéis de poner todo empeño por mostrar en vuestra fe virtud, en la virtud ciencia, 6 en la ciencia templanza, en la templanza paciencia, en la paciencia piedad, 7 en la piedad fraternidad y en la fraternidad caridad. 8 Si éstas tenéis y en ellas abundáis, no os dejarán ellas ociosos ni estériles en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. 9 Mas el que de ellas carece es de muy corta vista, es un ciego que ha dado al olvido la purificación de sus antiguos pecados. [Lectio3] !2 Pe 1:10-15 10 Por lo cual, hermanos, tanto más procurad asegurar vuestra vocación y elección cuanto que, haciendo así, jamás tropezaréis, 11 y tendréis ancha entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. 12 Por eso no cesaré de traeros a la memoria estas cosas, por más que las sepáis y estéis afianzados en la verdad que al presente poseéis, 13 pues tengo por deber, mientras habito en esta tienda, estimularos con mis amonestaciones, 14 considerando que pronto veré abatida mi tienda, según nos lo ha manifestado nuestro Señor Jesucristo. 15 Quiero, pues, que, después de mi partida, en todo tiempo recordéis esto. [Lectio4] Sermón de San León, Papa. !Sermón de la Ascensión del Señor. El misterio de nuestra salvación que el Creador del universo estimó en el precio de su sangre, se fue realizando desde el día de su nacimiento hasta el fin de la pasión, mediante su humildad. Y aunque bajo la forma de siervo se manifestaron muchas señales de su divinidad, su acción estuvo encaminada a demostrar la verdad de su naturaleza humana. Pero después de la pasión, libre ya de las ataduras de la muerte, las cuales habían perdido su fuerza al sujetar a aquel que estaba exento de pecado, la debilidad se convirtió en valor, la mortalidad en inmortalidad, la ignominia en gloria. Esta gloria la declaró nuestro Señor Jesucristo mediante muchas y manifiestas pruebas delante de muchos, hasta que el triunfo de la victoria conseguida con la muerte fue patente con su ascensión a los cielos. [Lectio5] Así como la resurrección del Señor fue para nosotros causa de alegría en la solemnidad pascual, así su ascensión a los cielos es causa del gozo presente, ya que recordamos y veneramos debidamente este día en el cual la humildad de nuestra naturaleza sentándose con Cristo en compañía de Dios Padre fue elevada sobre todos los órdenes de los Ángeles, toda la milicia del cielo y la excelsitud de todas las potestades. Gracias a esta economía de las obras divinas, el edificio de nuestra salvación se levanta sobre sólidos fundamentos; admiramos más la gracia divina viendo que, al desaparecer de los ojos de los hombres aquella presencia visible que por sí misma imponía un justo sentimiento de respeto, no desfalleció la fe, ni titubeó la esperanza, ni vaciló la caridad. [Lectio6] La fuerza de las almas grandes y la luz de los corazones verdaderamente fieles consiste en creer sin sombra de duda lo que no pueden ver, y en fijar su deseo donde no pueden dirigir sus miradas. Mas está piedad, ¿de dónde podría provenir a nuestros corazones, o cómo podría ninguno justificarse mediante la fe, si nuestra salvación dependiera únicamente de lo que está sujeto a los sentidos? Por lo cual, a aquel Apóstol que parecía poner en duda la resurrección de Cristo, si no podía ver en su carne las señales de las llagas, si podía comprobarlas con la vista y el tacto, le dijo el Señor: Porque has visto, creiste; bienaventurados los que no vieron y creyeron. [Lectio7] Lección del Santo Evangelio según San Marcos. !Mc 16:14-20 En aquel tiempo: Jesús se aparecio a los once apóstoles cuando estaban a la mesa, y les dio en rostro con su incredulidad y dureza de corazón, por que no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y lo que sigue. _ Homilía de San Gregorio, Papa. !De la misma Homilía 29. “Aquel que creyere y fuere bautizado, se salvará; pero el que no creyere, se condenará”. Quizá cada uno de diga para sí: Yo ya he creído y, por lo mismo, ya me salvaré. Es verdad, si esta fe va acompañada de obras. Pues la verdadera fe consiste en que lo mismo que dices con las palabras, no lo contradigas con las obras. Por eso de algunos falsos creyentes dice el Apóstol: Confiesan que conocen a Dios, pero con sus obras le niegan. Y también dice San Juan: Quien dice que conoce a Dios, y no guarda sus mandamientos, es mentiroso. [Lectio8] Viendo esto así, la verdad de nuestra fe la deben demostrar nuestras obras. Pues entonces somos verdaderamente fieles, si lo prometido con las palabras, lo cumplimos con nuestras obras. Ahora bien, en el día del bautismo prometimos renunciar a todas las obras del enemigo antiguo, y a todas sus pompas. Por esto cada uno de nosotros considérese a sí propio, y si después del bautismo observa lo que antes prometió, alégrese de verdad porque es ciertamente fiel. [Lectio9] Más si, por el contrario, no hemos guardado lo prometido, si hemos practicado malas obras, dejándonos llevar de las pompas mundanas, veamos por lo menos de llorar y deplorar nuestros errores. Pues delante del Juez misericordioso, no es considerado un mentiroso aquel que vuelve a la verdad, aun después de haber mentido. Ya que el omnipotente Dios, al recibir favorablemente nuestra penitencia, Él mismo con su juicio oculta y disimula nuestros yerros. &teDeum