[Officium] Die VII Infra Octavam S. Joseph [Lectio1] Del libro del Apocalipsis del Apóstol San Juan !Ap 4:1-5 1 Después de estas cosas tuve una visión, y vi una puerta abierta en el cielo, y la voz, aquella primera que había oído como de trompeta, me hablaba y decía: Sube acá y te mostraré las cosas que han de acaecer después de éstas. 2 Al instante fui arrebatado en espíritu y vi un trono colocado en medio del cielo, y sobre el trono, uno sentado. 3 El que estaba sentado parecía semejante a la piedra de jaspe y a la sardónica, y el arco iris que rodeaba el trono parecía semejante a una esmeralda. 4 Alrededor del trono vi otros veinticuatro tronos, y sobre los tronos estaban sentados veinticuatro ancianos, vestidos de vestiduras blancas y con coronas de oro sobre sus cabezas. 5 Salían del trono relámpagos, y voces, y truenos, y siete lámparas de fuego ardían delante del trono, que eran los siete espíritus de Dios. [Responsory1] R. Vi a Jerusalén descender del cielo, adornada de oro puro, y cubierta de piedras preciosas: * Aleluya, aleluya. V. El material de este muro era de piedra jaspe; mas la ciudad era de oro puro, que se parecía a un vidrio resplandeciente. R. Aleluya, aleluya. [Lectio2] !Ap 4:6-8 6 Delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal, y en medio del trono y en rededor de él, cuatro vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás. 7 El primer viviente era semejante a un león, el segundo viviente, semejante a un toro, el tercero tenía semblante como de hombre y el cuarto era semejante a un águila voladora. 8 Los cuatro vivientes tenían cada uno de ellos seis alas, y todos en torno y dentro estaban llenos de ojos, y no se daban reposo día y noche, diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios todopoderoso, el que era, el que es y el que viene. [Responsory2] R. En la diadema de la cabeza de Aarón estaba esculpida la magnificencia del Señor: * Cuando él ejercía el ministerio que Dios le había encomendado, aleluya, aleluya, aleluya. V. Ya que en la vestidura talar que llevaba estaba simbolizado todo el mundo, como también los gloriosos nombres de los patriarcas estaban esculpidos en los cuatro órdenes de piedras. R. Cuando él ejercía el ministerio que Dios le había encomendado, aleluya, aleluya, aleluya. &Gloria R. Cuando él ejercía el ministerio que Dios le había encomendado, aleluya, aleluya, aleluya. [Lectio3] !Ap 4:9-11 9 Siempre que los vivientes daban gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos, 10 los veinticuatro ancianos caían delante del que está sentado en el trono, y se postraban ante el que vive por los siglos de los siglos, y arrojaban sus coronas delante del trono, diciendo: 11 Digno eres, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque Tú creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas. [Responsory3] R. Viniendo del Líbano, cuán hermosa te muestras: * El olor de tus vestidos excede al de todos los aromas. V. Panal que destila son tus labios; la miel y la leche están en tu lengua. R. El olor de tus vestidos excede al de todos los aromas. &Gloria R. El olor de tus vestidos excede al de todos los aromas. [Lectio4] Sermón de San Bernardo, Abad. !Hom 2. sobre Missus est. Está escrito: “Mas José, su esposo, siendo justo, y no queriendo delatarla, quiso dejarla ocultamente’’. Con razón siendo justo no quiso delatarla, porque como de ningún modo habría sido justo si reconociéndola culpable la hubiera admitido, tampoco lo habría sido si la hubiera delatado, conociéndola inocente. Siendo justo y no queriendo delatarla, quiso dejarla ocultamente. ¿Por qué quiso dejarla? Oíd sobre esto de los Padres: Quería José dejar a María por lo mismo que movía a San Pedro a alejar de sí al Señor, cuando le decía: “Apartaos de mí, Señor, porque yo soy un pecador”; y por lo mismo que el Centurión no quería que el Señor entrase en su casa y exclamaba: “Señor, yo no soy digno de que entréis bajo mi techo”. [Lectio5] Así, José, considerándose indigno y pecador, se decía que no debía permanecer más tiempo viviendo en compañía de una Virgen tan favorecida de Dios, y cuya dignidad, tan superior a la suya, le llenaba de temor. Se sentía lleno de pavor al ver que María aparecía con señales ciertas de la divina presencia, más no pudiendo penetrar el misterio, quería dejarla. Miró Pedro con pavor la grandeza del poder de Cristo, y el Centurión la majestad de su presencia. También se sobrecogió José, como criatura, con asombro sagrado ante un milagro tan grande. ¿Te maravillas de que José se juzgase indigno de la compañía de aquella Virgen que iba a ser madre? ¿No sabes que Santa Isabel no podía permanecer en su presencia, llena de temor y respeto, exclamando: “¿De dónde a mí esta dicha, que la Madre del Señor venga a mí?” [Lectio6] Por semejante razón, José quería dejarla. Pero, ¿por qué ocultamente? Porque no se inquiriese el divorcio, pidiendo la razón que lo justificaba. ¿Qué respondería este varón justo a un pueblo de dura cerviz e incrédulo, siempre dispuesto a la contradicción? Si hubiese dicho lo que sentía y lo que por experiencia sabía sobre la pureza de María, ¿no se habrían burlado de él los incrédulos judíos y no la habrían ellos apedreado? ¿Cómo podrían creer a la Verdad que se escondía silenciosa en el seno maternal los mismos que más tarde la habían de despreciar cuando se dejaría oír con fuerza en el templo? ¿A qué no se atreverían con quien no se mostraba visible, los que debían poner en él sus impías manos, cuando brillaba con milagros? Este varón justo, no quriendo mentir, ni infamar a una inocente, quiso dejarla ocultamente. [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio según San Lucas !Lc 3:21-23 Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos. Y lo que sigue. _ Homilía de San Juan Damasceno. !Oración 3 de la B. Virgen María en su Natividad. San Mateo, al principio de su Evangelio, dice: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán”. No contento con citar estos nombres, continúa hasta mencionar al esposo de la Virgen. San Lucas, tras relatar el testimonio al Salvador en su bautismo, continúa diciendo: “Y el mismo Jesús comenzaba a ser como de treinta años, hijo, según se creía, de José, que lo fue de Helí, que lo fue de Matán”, y así se remonta hasta Set, que lo fue de Adán, que lo fue de Dios”. Así como el origen de José queda así establecido, queda demostrado a la vez que María, Virgen y Madre de Dios, era de la misma tribu que él, porque la ley de Moisés no permitía que una tribu se aliase con otra tribu, si había peligro de que los bienes de una familia pasasen con ello de una tribu a otra. [Lectio8] Quiso la Providencia que sobre la concepción de Jesucristo por obra del Espíritu Santo, se guardase silencio para que todos vieran que José ocupaba el puesto de padre del Salvador, por lo que, el esposo de María fue considerado por todos, y convenía que así fuese, como el padre del Niño. De lo contrario, el Niño habría pasado por carecer de padre legítimo, ya que en manera alguna habría podido establecerse su origen por el lado paterno. Por eso los Evangelistas hicieron algo necesario al darnos la genealogía de José. Si la hubieran omitido, y hubieran escrito la de Jesús por la parte materna, habría parecido un deshonor, apartándose de la costumbre adoptada por las Sagradas Escrituras. Al dar el origen de la familia de José, por la razón ya indicada, y remontando hasta David, nos confirman que la Virgen María procede también de David; porque de la estirpe del esposo puede deducirse la de la esposa. [Lectio9] José fue justo y su vida fue del todo conforme con la ley, y es evidente para todos. Viviendo según los preceptos de la ley, no se desposaría con una mujer de una tribu diferente de la suya. Si José era de la tribu de Judá, y de la familia de David, ¿no se sigue que María salió también de la misma estirpe? Por eso bastaba con trazar la genealogía de su esposo. Además, ¿no es, según el Apóstol, el marido “cabeza de la mujer”? ¿Qué puede alegarse para no admitir que al trazar el origen del que es la cabeza se indica también el del cuerpo mismo? Queda demostrado, a mi parecer, que la genealogía de José no en vano es referida por los Evangelistas, y nos sirve como elemento necesario para reconocer, que procede de David la Virgen, y también Aquel que, por el más grande de los milagros, nació de ella: Jesucristo, hijo de Dios ya desde antes de todos los siglos. &teDeum