[Officium] Die VI Infra Octavam S. Joseph [Lectio1] Del libro del Apocalipsis del Apóstol San Juan !Ap 2:1-7 1 Al ángel de la Iglesia de Efeso escribe: Esto dice el que tiene en su diestra las siete estrellas, el que se pasea en medio de los siete candeleros de oro. 2 Conozco tus obras, tus trabajos, tu paciencia, y que no puedes tolerar a los malos, y que has probado a los que se dicen apóstoles, pero no lo son, y los hallaste mentirosos, 3 y tienes paciencia y sufriste por mi nombre, sin desfallecer. 4 Pero tengo contra ti que dejaste tu primera caridad. 5 Considera, pues, de dónde has caído, y arrepiéntete, y practica las obras primeras; si no, vendré a ti y removeré tu candelero de su lugar si no te arrepientes. 6 Mas tienes esto a tu favor, que aborreces las obras de los nicolaítas como las aborrezco Yo. 7 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de mi Dios. [Responsory1] R. Vi la puerta de la ciudad puesta al Oriente, y los nombres de los Apóstoles y del Cordero estaban escritos sobre ella. * Y sobre los muros había una guardia de Ángeles, aleluya. V. Vi un cielo nuevo, y una tierra nueva, y una nueva ciudad que descendía del cielo. R. Y sobre los muros había una guardia de Ángeles, aleluya. [Lectio2] !Ap 2:8-11 8 Al ángel de la Iglesia de Esmirna escribe: Esto dice el primero y último, que estuvo muerto y ha vuelto a la vida: 9 Conozco tu tribulación y pobreza, aunque estás rico, y la blasfemia de los que dicen ser judíos y no lo son, antes son la sinagoga de Satán. 10 Nada temas por lo que tienes que padecer. Mira que el diablo os va a arrojar a algunos en la cárcel para que seáis probados, y tendréis una tribulación de diez días. Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida. 11 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor no sufrirá daño de la segunda muerte. [Responsory2] R. El Ángel, me mostró una fuente de agua viva, y me dijo, aleluya: * Aquí adora a Dios, aleluya, aleluya, aleluya. V. Después de haber oído y visto, caí para adorar ante los pies del Ángel, que me mostraba estas cosas y me dijo. R. Aquí adora a Dios, aleluya, aleluya, aleluya. &Gloria R. Aquí adora a Dios, aleluya, aleluya, aleluya. [Lectio3] !Ap 2:12-17 12 Al ángel de la Iglesia de Pérgamo escribe: Esto dice el que tiene la espada, la espada de dos filos, la aguda: 13 Conozco dónde moras, donde está el trono de Satán, y que mantienes mi nombre, y no negaste mi fe, aun en los días de Antipas, mi testigo, mi fiel, que fue muerto entre vosotros, donde Satán habita. 14 Pero tengo algo contra ti: que toleras ahí a quienes siguen la doctrina de Balam, el que enseñaba a Balac a poner tropiezos delante de los hijos de Israel, a comer de los sacrificios de los ídolos y fornicar. 15 Así también toleras tú a quienes siguen de igual modo la doctrina de los nicolaítas. 16 Arrepiéntete, pues; si no, vendré a ti pronto y pelearé contra ellos con la espada en mi boca. 17 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. Al que venciere le daré del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en ella escrito un nombre nuevo, que nadie conoce sino el que lo recibe. [Responsory3] R. Oí una voz del cielo como de un gran trueno, aleluya. Reinará nuestro Dios para siempre, aleluya; * He aquí el tiempo de salvación, del poder y del reino de nuestro Dios, y de la potestad de su Cristo, aleluya, aleluya. V. Y se oyó una voz del trono que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus Santos, y los que teméis a Dios, pequeños y grandes. R. He aquí el tiempo de salvación, del poder y del reino de nuestro Dios, y de la potestad de su Cristo, aleluya, aleluya. &Gloria R. He aquí el tiempo de salvación, del poder y del reino de nuestro Dios, y de la potestad de su Cristo, aleluya, aleluya. [Lectio4] Sermón de San Bernardo, Abad. !Homilía sobre Missus est. María se desposó con José, o como dice el Evangelista, “con un varón (vir) cuyo nombre era José”. Le llama vir, no porque fuese su marido sino porque era hombre de virtud; otro Evangelista, no le llama simplemente vir, sino vir eius, -el varón a quien María tomó por esposo-, muy acertadamente, ya que convenía que le tuviera como tal. Debió ser llamado así, porque debía ser tenido por un esposo ordinario. Mas, no siendo padre de Jesús por naturaleza, mereció ser llamado padre del Salvador, y que le tuviesen como tal según la carne, lo que ocurrió, como se colige del testimonio del Evangelista: “Tenía Jesús, al comenzar su ministerio, cerca de treinta años, y era, según creían, hijo de José”. [Lectio5] No hay duda de que José, con quien se desposó la Madre del Salvador, fue un hombre bueno y fiel. “Fue el siervo fiel y prudente, a quien constituyó Dios” consuelo de su Madre, sustento de su humanidad, y coadjutor fidelísimo, sobre la tierra, de su gran designio. Además, de José se afirma que fue de la casa de David. En verdad era de la casa de David. En verdad este hombre llamado José descendía de sangre real; de linaje y más noble aún de alma. En verdad hijo de David, y digno de tal padre. Hijo de David, en línea recta, y no sólo por la sangre sino por la fe, por la santidad, por la devoción; como a otro David, Dios lo encontró conforme a su corazón y digno de confiarle el sacratísimo arcano de este corazón; y como a otro David le manifestó los misterios de su sabiduría, y le dio el conocimiento del misterio que ninguno de los príncipes de este siglo conoció. [Lectio6] Dios le concedió ver y oír a aquel al cual muchos reyes y profetas desearon ver y no le vieron, desearon oír y no le oyeron; le concedió la gracia de verle y de oírle, y de llevarlo en brazos y conducirle de la mano, de abrazarle, besarle, alimentarle y guardarle. Mas también de María se ha de creer que descendía de la casa de David. Pues no se habría podido desposar con un varón de la casa de David, si ella no lo fuera también. Ambos, eran de la casa de David; en María se cumplió la verdad que el Señor había jurado a David; José fue el confidente y testigo de cumplirse esta promesa divina. [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio según San Lucas !Lc 3:21-23 Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos. Y lo que sigue. _ Homilía de San Ambrosio, Obispo. !Comentario sobre San Lucas, libro 3, cap. 3. San Mateo quiso exponer la genealogía del Salvador por Salomón, y San Lucas por Natán; el uno quiere atraer nuestra atención sobre la familia real de la cual descendía Cristo, y el otro sobre la raza sacerdotal a la cual Cristo también pertenecía. Mas esto no hemos de tomarlo de forma que creamos al uno más verídico que al otro, pues ambos concuerdan en una misma fe y en una misma verdad. Y así, Cristo, según la carne, fue de familia sacerdotal y real. Rey descendiente de reyes, y Sacerdote de sacerdotes; pero las profecías no se refieren al parentesco según la carne, sino a las prerrogativas celestiales, al leerse: “El rey se regocija en la virtud de Dios”; el poder de juzgar lo recibe del Rey, su Padre, y además Cristo es Sacerdote eterno según lo escrito: “Tú eres Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”. [Lectio8] Ambos Evangelistas son fieles a la verdad: San Mateo al exponer la genealogía del Salvador por los reyes, y San Lucas al declarar que tiene un origen más santo cuando expone la genealogía sacerdotal que va de Dios a Cristo. Y así a este Evangelista se simboliza por un becerro, pues se ha propuesto tratar del ministerio sacerdotal. No nos admiremos, si vemos que de Abrahán a Cristo hay más generaciones según S. Lucas que según S. Mateo, pues cada genealogía es descrita con una nomenclatura de personas diferentes. Porque puede haber sucedido que los unos hayan tenido vida larga, y que los de la otra genealogía hayan muerto prematuramente, ya que vemos con frecuencia que muchos ancianos viven con sus nietos, al paso que otros mueren al poco de nacer sus hijos. [Lectio9] Notemos que S. Mateo designa a Jacob padre de José como hijo de Matán, y que S. Lucas consigna que José, con quien estaba desposada María, era hijo de Helí, y Helí de Melco. Ahora, ¿cómo puede tener dos padres: Helí y Jacob? José es considerado como hijo de dos padres porque del uno era hijo según la carne y del otro según la ley. El pueblo judío no comprendió que el precepto de la adopción legal debía asegurar la perpetuidad a una raza de difuntos, sino que tomó una profecía sólo en el sentido literal, y desfiguró su belleza. Pues debía haber un hermano que diera descendencia a sus hermanos difuntos; no debía según la carne, sino según la pureza de la gracia. Y por esto está escrito: “El hermano no rescata, rescata otro hombre”, porque éste no es un hermano carnal, sino el hombre mediador entre Dios y los demás hombres, Cristo Jesús, el cual propagó la gracia de la resurrección. &teDeum