[Officium] Die III Infra Octavam S. Joseph [Lectio1] Del libro de los Hechos de los Apóstoles !Hch 25:1-5 1 Llegó Festo a la provincia, y a los tres días subió de Cesárea a Jerusalén, 2 y los sumos sacerdotes y los principales de los judíos le presentaron sus acusaciones contra Pablo. 3 Pidieron la gracia de que le hiciese conducir a Jerusalén. Hacían esto con ánimo de prepararle una asechanza para matarle en el camino. 4 Festo les respondió que Pablo estaba preso en Cesárea y que él mismo había de partir en breve para allá: 5 Así, pues, que los principales de vosotros bajen conmigo para acusar allí a ese hombre, si tienen de qué. [Lectio2] !Hch 25:6-8 6 Habiendo pasado entre ellos sólo unos ocho o diez días, bajó a Cesárea, y al día siguiente se sentó en su tribunal, ordenando presentar a Pablo. 7 Presentado éste, los judíos que habían bajado de Jerusalén le rodearon, haciéndole muchos y graves cargos, que no podían probar, 8 replicando Pablo que ni contra la Ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra el Cesar había cometido delito alguno. [Lectio3] !Hch 25:9-12 9 Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos, se dirigió a Pablo y le dijo: ¿Quieres subir a Jerusalén y allí ser juzgado ante mí de todas estas acusaciones? 10 Pablo contestó: Estoy ante el tribunal del César; en él debo ser juzgado. Ninguna injuria he hecho a los judíos, como tú bien sabes. 11 Si he cometido alguna injusticia o crimen digno de muerte, no rehuso morir. Pero si no hay nada de todo eso de que me acusan, nadie puede entregarme a ellos: Apelo al César. 12 Festo entonces, después de hablar con los de su consejo, respondió: Has apelado al César, al César irás. [Lectio4] Sermón de San Juan Crisóstomo. !Hom. 4 sobre S. Mateo. Una costumbre de la antigüedad establecía que las jóvenes prometidas en matrimonio viviesen en la morada de su prometido. Así habitaba María con su Esposo. ¿Por qué, pues, no concibió la Virgen antes de sus desposorios? Sin duda para que el misterio quedase desde el principio oculto y como en la sombra, y para que la Virgen viviese a cubierto de toda sospecha maligna. Cuando vemos que el que habría podido arder en vivos celos, ni despide a su esposa, ni la acusa de deshonor, sino que, después de esta concepción, consiente que comparta su suerte y la rodea de cuidados, fácil es reconocer que, si no hubiese sabido que la fecundidad de María era obra del Espíritu Santo, jamás se habría avenido a retenerla en su casa, ni a servirla como lo hizo en todas sus necesidades. [Lectio5] “José su esposo, como era justo, y no quisiese infamarla, quiso dejarla secretamente”. Tras decir que esta concepción era obra del Espíritu Santo, y fuera de las leyes ordinarias de la naturaleza, confirma de otra manera su aserto el Evangelista. A fin de evitar que alguien pudiera decir: ¿Dónde está la prueba de esto? ¿quién vio, u oyó jamás cosa semejante?; y para que nadie sospechase que el discípulo había inventado estas circunstancias con el fin de agradar a su Maestro, introduce a José, quien confirma nuestra fe a estos hechos, narrando lo que sufrió. Parece decirnos: Si no me creéis, y si mi testimonio os parece sospechoso, creed al esposo de María. [Lectio6] José, su esposo, era justo. Justo significa aquí perfecto en toda virtud. Por eso, como era justo, lleno de moderación y de bondad, quiso dejarla secretamente. El Evangelista refiere lo que le ocurrió a este justo antes de tener conocimiento del misterio, a fin de que no abriguéis duda alguna sobre los hechos ocurridos después de advertido del misterio. Porque, si María hubiese sido tal cual la representaba la sospecha, habría merecido verse denunciada y castigada, como lo ordenaba la ley. Pero José no quiso entregarla a la condenación ni divulgar su sospecha. ¿Veis con qué elevado criterio procede este hombre, y cómo permanece a cubierto de esa pasión tiránica? Pero, ¿basta decir que se trataba de una simple sospecha, cuando los signos exteriores de la maternidad de María parecían probar el hecho? José estaba tan perfectamente libre de esta pasión, que no habría deseado causar la menor pena a la Virgen; viviendo bajo la ley, se elevó sobre la ley merced a su prudencia; pues era conveniente que al acercarse el reinado de la gracia comenzaran a brillar ejemplos más sublimes que los que había mostrado el Antiguo Testamento. [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio según San Lucas !Lc 3:21-23 Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos. Y lo que sigue. _ Homilía de San Agustín, Obispo. !Libro 23 Contra Fausto, caps. 7 y 8. Desde los cielos resonó una voz sobre las aguas del Jordán, que dijo: “Este es mi Hijo muy amado, en quien he puesto mis complacencias”; las mismas palabras que se dirían en la montaña. Pero que estas palabras resonaran entonces del cielo, no se sigue que antes no fuera Jesús el Hijo de Dios. Porque en el seno de la Virgen “tomó forma de esclavo Aquel que, teniendo la naturaleza de Dios, pudo sin usurpación llamarse igual a Dios”. San Pablo dice en otro lugar, claramente: “Mas cuando vino la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, formado de una mujer, y sujeto a la ley, para redimir a aquellos que estaban bajo la ley, para que recibiésemos la adopción de hijos”. Es Hijo de Dios el que, siendo el Señor de David por la Divinidad, es hijo de David, de su misma raza según la carne. [Lectio8] Si no nos fuera útil creer esta verdad no la habría inculcado el Apóstol con tanta diligencia a Timoteo al decirle: “Acuérdate de que Jesucristo, de la familia de David, resucitó de entre los muertos, según mi Evangelio”. ¿Por qué, pues, se extrañaría el discípulo del Evangelio, al ver que Cristo, nacido de la Virgen, sin concurso de José, es llamado Hijo de David, siendo así que el evangelista Mateo no hace llegar las generaciones hasta María sino hasta José? Procede así porque la persona del esposo de la Virgen debe ser más honrada por ser un varón. José no conoció carnalmente a María, pero fue su esposo. El Evangelista que nos dice que María concibió por obra del Espíritu Santo, dirá también que fue llamada por el Ángel esposa de José. [Lectio9] El mismo narrador, pues, afirma los siguientes hechos dependientes unos de otros: que José es esposo de María, y que la Virgen es Madre de Cristo; que Cristo es de la familia de David, y que José forma parte de los progenitores de Cristo, hijo de David; de todo lo cual ¿qué debemos deducir sino que María no fue extraña a la familia de David; que no fue llamada en vano esposa de José, a causa de la subordinación del sexo y de la unión de los corazones; y que José no debe ser excluido de la serie de ascendientes de Cristo, por la dignidad de su sexo, para que no pareciese separado de aquella mujer a quien estaba unido por el afecto de su alma? &teDeum