[Officium] Die VI infra Octavam Nativitatis [Officium] (rubrica 196) Die sexta post Nativitatem [Lectio1] De la Epístola a los Romanos !Rom 2:1-4 1 Por lo cual eres inexcusable, ¡oh hombre!, quien quiera que seas, tú que juzgas: pues en lo mismo que juzgas a otro, a ti mismo te condenas, ya que haces eso mismo que condenas. 2 Pues sabemos que el juicio de Dios es conforme a verdad, contra todos los que cometen tales cosas. 3 ¡Oh hombre! ¿Y piensas tú, que condenas a los que eso hacen y con todo lo haces tú, que escaparás al juicio de Dios? 4 ¿O es que desprecias las riquezas de su bondad, paciencia y longanimidad, desconociendo que la bondad de Dios te atrae a penitencia? [Lectio2] !Rom 2:5-8 5 Pues conforme a tu dureza y a la impenitencia de tu corazón, vas atesorándote ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 que dará a cada uno según sus obras; 7 a los que con perseverancia en el bien obrar buscan gloria, honor e inmortalidad, la vida eterna; 8 pero a los contumaces, rebeldes a la verdad, que obedecen a la injusticia, ira e indignación. [Lectio3] !Rom 2:9-13 9 Así que, tribulación y angustias aguardan al alma de todo hombre que obra mal, del Judío primeramente y del Griego. 10 Mas la gloria, el honor y la paz serán de todo aquel que obra bien, del Judío primeramente y del Griego. 11 Porque para con Dios no hay acepción de personas. 12 Y así todos los que pecaron sin tener ley, perecerán sin ser juzgados por ella. 13 Que no son justos delante de Dios los que oyen la ley, sino los que la cumplen esos son los que serán justificados. [Lectio4] Sermón de S. León, Papa. !Sermón 6 de la Natividad del Señor. Es a la verdad muy cierto, oh muy amados, que en todos los días y tiempos debe ser objeto de meditación para los fieles la divina Natividad de nuestro Señor y Salvador, fruto de una Virgen Madre, a fin de que el alma elevándose al reconocimiento de su Autor, ya al entregarse a la oración con lágrimas o a la alabanza gozosa, ya en la oblación del sacrificio, en nada piense con más frecuencia ni con más fe, que en el hecho de haber nacido en carne humana un Dios, Hijo de Dios, engendrado de su Padre coeterno. Mas esta Natividad, digna de las adoraciones del cielo y de la tierra, ningún día nos la manifiesta como el día de hoy, y esta nueva luz que resplandece aun en los elementos, infunde en nosotros una nueva claridad acerca de este misterio admirable. No sólo en la memoria, sino ante nuestros ojos, está el sublime coloquio del Ángel Gabriel con María y la concepción por obra del Espíritu Santo, en que tan grande fue la promesa del anuncio como la fe con que ésta fue creída. [Lectio5] En verdad que hoy el Autor del mundo fue concebido en el seno virginal, y aquel que creó todas las naturalezas, se hizo hijo de la que Él creó. Hoy el Verbo de Dios apareció vestido de carne, y lo que nunca fue visible con ojos humanos, empezó a ser visible y aun palpable. Hoy los pastores conocieron por las voces de los ángeles al Salvador engendrado en la sustancia de nuestra naturaleza, y a los que presiden los rebaños del Señor se les enseñó la manera de evangelizar; de modo que también nosotros digamos con la milicia del ejército celestial: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. [Lectio6] Por lo mismo, la grandeza del beneficio, exige de nosotros una veneración digna de tanta excelencia. Y por eso, como el bienaventurado Apóstol enseña, no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que es de Dios, para reconocer lo que nos ha comunicado Dios, el cual no puede ser honrado, sino ofreciéndole lo mismo que de su bondad hemos recibido. Y ¿qué otra cosa podemos hallar en el tesoro de la benignidad divina tan propio para honrar esta fiesta, como la paz, que fue la primera que cantaron los ángeles en el nacimiento del Señor? Ella da a luz los hijos de Dios, fomenta el amor y produce la unidad. Ella es el reposo de los santos y morada de la eternidad, cuyo beneficio y obra propia es juntar con Dios a los que ha separado del mundo. [Lectio7] Lección del Santo Evangelio según S. Lucas !Lc 2:15-20 En aquel tiempo: Los pastores se decían unos a otros: Vayamos hasta Belén, y veamos este suceso que acaba de tener lugar, y que el Señor nos ha manifestado. Y vinieron a toda prisa. Y lo que sigue. _ Homilía de San Ambrosio, Obispo. !Libro 2, sobre el cap. 2 de San Lucas. Vemos a los pastores cómo se apresuran; tratándose de buscar a Dios, nunca es lícita la desidia. Vemos cómo los pastores creyeron al Ángel, y ¿no creeríamos nosotros al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo, a los Ángeles, Profetas y Apóstoles? Veamos de qué manera tan significativa la Escritura hace notar la importancia de las palabras. Dice que se apresuraron a visitar al Verbo. Cuando se ve la carne del Señor, se ve el Verbo, que es el Hijo de Dios. [Lectio8] No consideremos poco importante este ejemplo de fe, por humilde que sea la persona de los pastores. Cuanto más humilde aparece ante la apreciación humana, tanto más preciosa es ante la fe, pues el Señor no se dirigió a los sabios sino a la plebe sencilla, la cual desconoce la manera de cambiar y de falsear lo oído. Buscó la sencillez, no la vana grandeza. [Lectio9] No despreciéis como viles las palabras de los pastores. Aun la fe de María se nutre de las palabras de los pastores; son quienes congregan al pueblo para reverenciar a Dios. “Todos los que oyeron, se admiraron de lo que decían los pastores. En cuanto a María, conservaba todas estas palabras meditándolas en su corazón”. Aprendamos en todo la castidad de la Virgen, la cual pura no menos en sus palabras que en su cuerpo, consideraba en su corazón las razones de la fe. &teDeum