[Officium] Dominica III Post Epiphaniam [Oratio] Dios todopoderoso y eterno, mira compasivo nuestra debilidad y extiende sobre nosotros tu mano protectora. $Per Dominum [Lectio1] Empieza la Epístola del Apóstol San Pablo a los Gálatas !Gal 1:1-5 1 Pablo, apóstol, no de hombres ni por hombres, sino por Jesucristo y por Dios Padre, que le resucitó de entre los muertos, 2 y todos los hermanos que conmigo están, a las iglesias de Galacia: 3 La gracia y la paz sean con vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo, 4 que se entregó por nuestros pecados, para librarnos del presente siglo malo, según la voluntad de nuestro Dios y Padre, 5 a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. [Lectio2] !Gal 1:6-10 6 Me maravillo de que tan pronto, abandonando al que os llamó a la gracia de Cristo, os paséis a otro evangelio. 7 No es que haya otro; lo que hay es que algunos os turban y pretenden pervertir el Evangelio de Cristo. 8 Pero aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciase otro evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Os lo hemos dicho antes, y ahora de nuevo os lo digo: Si alguno os predica otro evangelio distinto del que habéis recibido, sea anatema. 10 ¿Busco yo ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿Acaso busco agradar a los hombres? Si aún buscase agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo. [Lectio3] !Gal 1:11-14 11 Porque os hago saber, hermanos, que el Evangelio por mí predicado no es de hombre, 12 pues yo no lo recibí o aprendí de los hombres, sino por revelación de Jesucristo. 13 En efecto, habéis oído mi conducta de otro tiempo en el judaísmo, cómo con gran furia perseguía a la Iglesia de Dios y la devastaba, 14 aventajando en el celo por el judaísmo a muchos de los coetáneos de mi nación, y mostrándome extremadamente celador de las tradiciones paternas. [Lectio4] De la exposición de San Agustín, Obispo, sobre la Epístola a los Gálatas. !Prefacio, tomo 4. El Apóstol escribe a los Gálatas para demostrarles que la gracia de Dios les ha librado de la sujeción a la ley. Pues cuando se les hubo predicado la gracia del Evangelio, no faltaron algunos de los circuncisos, cristianos tan sólo de nombre que, por no apreciar aún plenamente el beneficio de la gracia, querían permanecer bajo el yugo de la ley, la cual había sido impuesta por Dios, no a los servidores de la justicia sino a los esclavos del pecado. Les había dado el Señor una ley justa, no para purificarles de sus crímenes sino para que los conocieran. Los pecados no los quita sino la gracia de la fe, la cual obra por la caridad. [Lectio5] Aquellos pretendían obligar a los Gálatas, constituidos en la gracia, a la servidumbre de la ley, afirmando que de nada les aprovecharía el Evangelio, a no ser que se circuncidasen y se sujetasen a las demás observancias carnales del rito judío. Sospechaban del Apóstol San Pablo, de quien habían recibido el Evangelio, como si él no observara la disciplina de los demás Apóstoles que obligaban a los Gentiles a la observancia de los ritos judíos. [Lectio6] En la Epístola a los Romanos pone fin a la lucha entre los cristianos salidos del judaismo y los de la gentilidad. Los primeros creían que como premio de los méritos contraídos por las obras de la ley, se les anunciaba el Evangelio, y no querían que este premio fuese para los incircuncisos, por considerarlos indignos del mismo. En cambio, los Gentiles creíán deber ser preferidos a los Judíos ya que éstos habían dado muerte al Señor. Pero en la Epístola a los Gálatas, San Pablo se dirige a hombres ya influenciados por la autoridad de los judaizantes que les obligaban a las observancias legales. [Lectio7] Lección del Santo Evangelio según San Mateo !Mt 8:1-13 En aquel tiempo: Habiendo bajado Jesús del monte, le fue siguiendo una muchedumbre. En esto, viniendo a Él un leproso, le adoraba viniendo Él. Y lo que sigue. _ Homilía de San Jerónimo, Presbítero. !Libro 1, de los Comentarios en el cap. 8 sobre San Mateo. Las multitudes salieron al encuentro del Señor al descender éste del monte, ya que no podían subir a las alturas. Se le acercó un leproso que no había podido escuchar aquel sermón tan admirable del Salvador. Y él fue el primero que fue curado; el siervo del centurión fue el segundo; en tercer lugar, en Cafarnaum la suegra de Pedro, atacada de fiebre; y en cuarto lugar los endemoniados, cuyos malos espíritus eran arrojados por la palabra de Jesucristo cuando curaba a todos los enfermos. [Lectio8] Y he aquí que el leproso acercándosele, le adoraba. Muy oportunamente, después de la predicación y la enseñanza, se ofrece la oportunidad de obrar un milagro a fin de que por su virtud, se confirmara la verdad de lo predicado. “Señor, si quieres, puedes limpiarme”. El que se dirige a la voluntad, no duda del poder. “Y Jesús, extendiendo la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio”. Al extender el Señor la mano, al instante, huye la lepra. Qué humilde y sin jactancia fue la respuesta. El leproso había dicho: “Si quieres”. El Señor responde: “Quiero”. Aquél, “Puedes limpiarme”. El Señor, “Sé limpio”. No se debe leer: “Quiero limpiarte”; sino separadamente, “Quiero”; después “Sé limpio”. [Lectio9] Y le dijo Jesús: “Mira no lo digas a nadie”. ¿Qué necesidad había de publicar con palabras, lo que demostraba en su cuerpo? “Pero, anda, muéstrate al sacerdote”. Le envía al sacerdote, primero para que ejercite la humildad, honrando a los sacerdotes. Pues estaba ordenado en la ley, que cuantos habían sido curados de la lepra, ofreciesen presentes a los sacerdotes. Finalmente, para que viendo curado al leproso, o creyeran al Salvador, o no creyeran. Si creían, se salvarían; y si no querían creer, serían inexcusables. Lo hizo también, a fin de que no pareciera que infringía la ley, de lo cual le acusaban muchas veces. &teDeum [Ant 2] Al bajar Jesús * del monte, llegó un leproso y se arrodilló diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Y extendiendo Jesús la mano lo tocó, diciendo: Quiero, queda limpio. [Ant 3] Señor, * si quieres, puedes limpiarme. Y extendiendo la mano, lo tocó, diciendo: Quiero, queda limpio. [Ant 3](rúbrica 1960) Señor, * si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús le dijo: Quiero, queda limpio.