[Ant 1] Vi al Señor * sentado en un trono elevado, y toda la tierra estaba llena de su majestad, y la orla de su manto llenaba el templo. [Lectio1] @Commune/C1a:Lectio1 [Responsory2] R. Míranos, Señor, desde tu santo trono, y acuérdate de nosotros; inclina, Dios mío, tus oídos y atiéndenos; * Abre tus ojos, y contempla nuestra tribulación. V. Escucha, oh pastor de Israel, Tú que apacientas el pueblo de José como a ovejas. R. Abre tus ojos, y contempla nuestra tribulación. [Responsory3] R. Mira, Señor, cómo ha quedado asolada la ciudad tan rica en otro tiempo; cómo está abatida por la tristeza la señora de las naciones; * No hay quien pueda consolarla sino Tú, oh Dios nuestro. V. Inconsolable llora toda la noche, y las lágrimas corren por sus mejillas. R. No hay quien pueda consolarla sino Tú, oh Dios nuestro. &Gloria R. No hay quien pueda consolarla sino Tú, oh Dios nuestro. [Lectio4] De la Exposición de San Gregorio, Papa, sobre el Profeta Ezequiel. !Libro 1, Homilía 2. Es costumbre en el lenguaje profético describir en primer lugar el autor, el tiempo y el lugar, y a continuación exponer los misterios de la profecía como si, para mostrar más sólidamente la verdad, empezase el Profeta por ahincar la raíz de la historia, e hiciese después brotar los frutos del espíritu mediante imágenes y alegorías. Ezequiel nos indica su propio tiempo: “En el año trigésimo, en el mes cuarto, a cinco del mes”. Y señala el lugar: “Sucedió que, estando yo en medio de los cautivos, junto al río Cobar, se me abrieron los cielos, y tuve visiones divinas”. Precisa la época: “A cinco del mes, en el quinto año después de la transmigración del rey Joaquín”. Y para designar mejor la persona, dice cuál era su familia: “Dirigió el Señor su palabra a Ezequiel, sacerdote, hijo de Buzi”. [Responsory4] R. Sobre tus muros, Jerusalén, puse guardas; * No cesarán en todo el día y por la noche de alabar el nombre del Señor. V. Darán a conocer mi poder entre los pueblos, y anunciarán mi gloria a las naciones. R. No cesarán en todo el día y por la noche de alabar el nombre del Señor. [Lectio5] Se presenta aquí una cuestión. ¿Por qué el Profeta, que nada había dicho, empieza: “Y ocurrió que en el año trigésimo”. “Y” es una conjunción que une a otra palabra precedente. ¿Por qué el que nada había dicho se expresa así: “Y ocurrió”, siendo que sus primeras palabras no se refieren a otra expresión anterior? Así como nosotros vemos las cosas corporales, así los Profetas ven las espirituales, y ellos perciben como presentes aquellas cosas que parecen estar fuera del alcance de nuestra ignorancia. En el espíritu de los profetas, las visiones interiores están ligadas a los hechos externos, y perciben a la vez unas y otros, y hay en ellos simultaneidad entre lo que oyen mentalmente y lo que expresan con palabras. [Responsory5] R. Cércanos, Señor, con tu muralla inexpugnable, y no ceses de protegernos con las armas de tu poder. * Libra, Señor de Israel, a los que claman a ti. V. Líbranos con tus prodigios, y da gloria a tu nombre. R. Libra, Señor de Israel, a los que claman a ti. [Lectio6] Así se explica que principie su discurso diciendo: “Y ocurrió que en el año trigésimo”. Da continuación a su visión íntima; por eso comienza así: “Y ocurrió”. El principio de su lenguaje externo parece una continuación, como si lo que veía en su interior, tuviera también efectividad externa. En cuanto a su afirmación de que recibió el espíritu profético a la edad de treinta años, nos invita a notar que, de ordinario, no nos es permitida la enseñanza de la doctrina antes de la edad perfecta. Por esto, ni aun el mismo Señor quiso que, cuando a los doce años fue hallado en el Templo, sentado en medio de los doctores, se le viese enseñando, sino preguntando. [Responsory6] R. Hemos esperado la paz y no ha venido; buscábamos el bien, y nos ha sobrevenido la turbación; reconocemos, Señor, nuestros pecados. * No te olvides de nosotros para siempre. V. Hemos pecado, Señor, hemos procedido impíamente, hemos cometido la iniquidad contra todos tus mandamientos. R. No te olvides de nosotros para siempre. &Gloria R. No te olvides de nosotros para siempre. [Responsory7] R. Pueblo digno de alabanza, * Al que bendijo el Señor de los ejércitos, diciendo: Tú eres la obra de mis manos, tú, Israel, eres mi heredad. V. Feliz el pueblo cuyo Señor es el mismo Dios; dichoso el pueblo elegido como herencia. R. Al que bendijo el Señor de los ejércitos, diciendo: Tú eres la obra de mis manos, tú, Israel, eres mi heredad.