[Lectio1Tridentina] Del libro segundo de los Macabeos !2 Mac 7:7-12 7 Muerto de esta manera el primero, tomaron al segundo para atormentarle. Y, arrancando el cuero cabelludo, le preguntaron si estaba dispuesto a comer antes de ser atormentado en su cuerpo miembro por miembro. 8 Él, en su propia lengua, respondió: “¡No!” Por lo cual enseguida se le dio el mismo tormento que al primero. 9 Estando para exhalar el postrer aliento, dijo: “Tú, criminal, nos privas de la vida presente; pero el Rey del universo nos resucitará a los que morimos por sus leyes a una vida eterna.” 10 Después el tercero fue expuesto a los insultos, y mandándole sacar la lengua, luego al punto la sacó, y animosamente extendió las manos, diciendo: 11 “Del cielo tenemos estos miembros, que por amor de sus leyes yo desdeño, esperando recibirlos otra vez de Él.” 12 Tanto el rey como los que con él estaban se maravillaron del animoso joven, que en nada temía los tormentos. [Lectio2Tridentina] !2 Mac 7:13-19 13 Muerto éste, sometieron al cuarto a las mismas torturas; 14 y estando para morir, dijo así: “Más vale morir a manos de los hombres, poniendo en Dios la esperanza de ser de nuevo resucitado por Él. 15 Pero tú no resucitarás para la vida.” Enseguida trajeron al quinto, 16 que mientras le atormentaban, puestos los ojos en el rey, le dijo: “Tú, aunque mortal, por tener poder sobre los hombres, haces lo que quieres; pero no pienses que nuestro linaje haya sido abandonado de Dios. 17 Aguarda un poco, y experimentarás su gran poder, y verás cómo te atormentará a ti y a tu descendencia.” 18 Después trajeron al sexto, que, estando ya para morir, dijo: “No te hagas ilusiones; por nuestras culpas padecemos esto; por haber pecado contra nuestro Dios han sucedido entre nosotros cosas tan tremendas. 19 Pero tú no creas que quedarás impune por haber osado luchar contra Dios.” [Lectio3Tridentina] !2 Mac 7:20-23 20 Admirable sobre toda ponderación y digna de eterna memoria se mostró la madre, que, viendo morir en un solo día a sus siete hijos, lo soportaba animosa, por la esperanza que tenía en Dios; 21 y en su patria lengua los exhortaba, llena de generosos sentimientos, y, dando fuerza varonil a sus palabras de mujer, 22 les decía: “Yo no sé cómo habéis aparecido en mi seno, no os he dado yo el aliento de vida ni compuse vuestros miembros. 23 El creador del universo, autor del nacimiento del hombre y hacedor de las cosas todas, ése misericordiosamente os devolverá la vida si ahora por amor de sus santas leyes la despreciáis.”