[Ant 1] Tuyo es el poder, * tuyo el reino, Señor: sobre todos los pueblos te hallas. Danos la paz, Señor, en nuestros días. [Lectio1] Del libro segundo de los Macabeos !2 Mac 6:18-22 18 A Eleazar, uno de los primeros doctores, varón de avanzada edad y noble aspecto, abriéndole la boca, querían forzarle a comer carnes de puerco. 19 Pero él, prefiriendo una muerte gloriosa a una afrentosa vida, iba de su propia voluntad al suplicio, 20 y la escupía, como han de hacer los que tienen valor para rechazar de sí cuanto no es lícito comer por amor a la vida. 21 Los que presidían el inicuo sacrificio, por la amistad que de antiguo tenían con aquel varón, tomándole aparte, le exhortaban a traer cosas de las permitidas, preparadas por él, para simular que había comido las sacrificadas, según mandato del rey. 22 Haciendo así se libraría de la muerte, y por la antigua amistad hacían con él este acto de humanidad. [Lectio2] !2 Mac 6:23-28 23 Pero él, elevándose a más altas consideraciones, dignas de su edad, de la nobleza de su vejez, de su bien ganada y respetada canicie y de la ejemplar vida que desde niño había llevado, digna en todo de las leyes santas establecidas por Dios, respondió diciendo que cuanto antes le enviasen al Ades; 24 que era indigno de su ancianidad disimular, no fuera que luego pudiesen decir los jóvenes que Eleazar, a sus noventa años, se había paganizado con los extranjeros. 25 Mi simulación -dijo- por amor de esta corta y perecedera vida, los induciría a error, y echaría sobre mi vejez una afrenta y un oprobio; 26 pues aunque al presente lograra librarme de los castigos humanos, de las manos del Omnipotente no escaparé ni en vida ni en muerte. 27 Por lo cual animosamente entregaré la vida y me mostraré digno de mi ancianidad, dejando a los jóvenes un ejemplo noble, 28 para morir valiente y generosamente por nuestras venerables y santas leyes. Diciendo esto, tomó el camino del suplicio. [Lectio3] !2 Mac 7:1-5 1 Es muy digno de memoria lo ocurrido a siete hermanos que con su madre fueron presos, y a quienes el rey quería forzar a comer carnes de puerco prohibidas, y por negarse a comerlas fueron azotados con zurriagos y nervios de toro. 2 Uno de ellos, tomando la palabra, habló así: “¿A qué preguntas? ¿Qué quieres saber de nosotros? Estamos prontos a morir antes que traspasar las patrias leyes.” 3 Irritado el rey, ordenó poner al fuego sartenes y calderos. Cuando comenzaron a hervir, 4 dio orden de cortar la lengua al que había hablado y de arrancarle el cuero cabelludo, a modo de los escitas, y cortarle manos y pies a la vista de los otros hermanos y de su madre. 5 Mutilado de todos sus miembros, mandó el rey acercarlo al fuego y, vivo aún, freírle en la sartén. Mientras el vapor de ésta llegaba bastante a lo lejos, los otros, con la madre, se exhortaban a morir generosamente. [Lectio4] Sermón de San Gregorio Nacianceno !Sermón 20 sobre los Macabeos Eleazar fue de las primicias de aquellos que sufrieron antes de la venida de Cristo, del mismo modo que Esteban una vez venido Cristo. Era este hombre anciano y sacerdote, adornado de la canicie en sus cabellos y en su sabiduría. Antes ofrecía sacrificios y oraba por el pueblo, mas finalmente él mismo se entregó como ofrenda sin mancha para la expiación de todo su pueblo, un comienzo propicio para el combate en el que tanto su silencio como su palabra sirven de exhortación. Ofreció también sus siete hijos, fruto de su enseñanza, ofrenda viviente, santa y agradable a Dios; ofrenda ésta más pura y resplandeciente que ningún sacrificio legal, pues es lo más justo el dar crédito al padre por las cosas de sus hijos. [Lectio5] Allí estaban los generosos y magnánimos hijos, noble estirpe de una madre generosa, adalides de la gloriosa verdad, demasiado elevados para la época de Antíoco, verdaderos discípulos de la ley de Moisés, los más celosos de los que observan de los ritos de sus antepasados; allí estaban los siete, número de gran estima para los hebreos, aspirando y aguardando el camino único a la vida, hasta el punto de recibir la muerte a causa de Dios; allí estaban estos hermanos, no menos de alma que de sangre, buscando unos emular la muerte de los otros. ¡Cosa admirable! Fueron a asirse a los tormentos como a un tesoro, y se expusieron al peligro por la enseñanza de la ley. Un temor tenían, y era que alguno de ellos quedara sin su corona, que fueran separados entre sí contra su voluntad, y así salvarse del tormento, no ganando más que una penosa victoria. [Lectio6] Allí estaba aquella madre valiente y generosa, que amaba a sus hijos y a Dios, con sus maternales entrañas hechas pedazos más allá de lo que consiente la naturaleza. No le contristaba el estar sus hijos bajo tormento, sino que éstos se amilanaran. Pues el combatir es para los vivos, que los muertos salen seguros de la vida, al unirlos Dios a sí. De los vivos era de quien se preocupaba, pues no sabía cómo serían recibidos. ¡Qué ánimo viril para un cuerpo de mujer! ¡Qué elevación y qué nobleza!