[Ant 1] Israel lloraba * con gran llanto a Judá, y decía: ¿Cómo caíste tú, poderoso en la batalla, salvador del pueblo del Señor? [Lectio1] Del Libro primero de los Macabeos. !1 Mac 9:1-6 1 Cuando Demetrio supo que Nicanor y su ejército habían caído en la batalla, volvió a enviar por segunda vez a Báquides con Alcimo a tierra de Judá, a la cabeza del ala derecha de su ejército. 2 Tomaron el camino de Gálgala y acamparon en Masalot, cerca de Arbela, apoderándose de ella y matando a muchos. 3 En el mes primero del año 152 asentaron su campo enfrente de Jerusalén; 4 pero veinte mil hombres de infantería y dos mil caballos se dirigieron a Berea. 5 Entre tanto, Judas había acampado en Laisa con tres mil hombres escogidos, 5 los cuales, viendo la muchedumbre del ejército, temieron sobremanera, huyendo muchos del campo y no quedando de todos más que ochocientos. [Lectio2] !1 Mac 9:7-11 7 Viendo Judas que su ejército se disgregaba y que, sin embargo, la batalla era inminente, se sintió aplanado, porque no le quedaba tiempo para volverlos a juntar, y, sintiendo que se le rompía el corazón, 8 dijo a los que le quedaban: “Ea, vayamos al enemigo, a luchar contra él.” 9 Querían ellos disuadirlo, diciendo: “No podremos; mejor nos sería conservar ahora nuestra vida y volver luego con nuestros hermanos; entonces podremos combatirlos; por ahora somos muy pocos.” 10 Pero Judas contestó: “Lejos de mí hacer tal cosa, de huir ante ellos. Si nuestra hora ha llegado, muramos valerosamente por nuestros hermanos y no empañemos nuestro honor.” 11 En esto el campo enemigo se movió y ellos le hicieron frente. La caballería se dividió en dos partes: los honderos y arqueros del ejército, todos hombres valientes, se adelantaron, ocupando la primera fila. [Lectio3] !1 Mac 9:12-20 12 Estaba Báquides en el ala derecha, e hizo al sonido de las cornetas avanzar la falange dividida en dos cuerpos. 13 Los de Judas dieron también la señal, y la tierra tembló al estruendo de los ejércitos. La batalla fue encarnizada, y duró desde la mañana hasta la tarde. 14 Vio Judas que Báquides, con el núcleo más fuerte de su ejército, estaba en el ala derecha, y, juntando a los más animosos, 15 se echó con ellos sobre el enemigo, derrotándolo y persiguiéndolos hasta el pie de la montaña. 16 Los del ala izquierda, viendo derrotada y en huida la derecha, pudieron perseguir a Judas y a los suyos por la espalda. 17 La lucha se agravó, cayendo muchos de una y otra parte. 18 Cayó también Judas, y los restantes huyeron. 19 Jonatán y Simón tomaron a Judas, su hermano, y le dieron sepultura en el sepulcro de sus padres en Modín. 20 Le lloraron, y todo Israel hizo por él gran duelo. [Lectio4] Del Libro de los Deberes de S. Ambrosio, Obispo. !Lib. 1, cap. 41. El valor resplandece en los reveses como en los triunfos: consideremos el fin de Judas Macabeo. Tras derrotar a Nicanor, lugarteniente del rey Demetrio, dirigiose contra el ejército del rey, de veinte mil hombres, frente a sus ochocientos; como éstos quisieran retirarse por temor a la multitud aplastante de enemigos, decidiolos a preferir una muerte gloriosa a una huida vergonzosa: “No echemos un borrón a nuestra gloria”. Duró el combate desde la mañana hasta la caída de la tarde. Sabiendo que el ala derecha del enemigo era la más fuerte, la atacó y la rompió fácilmente; mas persiguiendo a los fugitivos, el ala izquierda le atacó por detrás hallando así una muerte más gloriosa que los mismos triunfos. [Lectio5] Jonatas, combatiendo a los ejércitos reales con un puñado de hombres, viose abandonado de los suyos, y, sólo con dos guerreros, reanudó el combate, rechazó al enemigo, y reanimó a su gente fugitiva para que participaran del triunfo. Es un ejemplo insigne del valor guerrero en su aspecto más noble y hermoso: preferir la muerte a la servidumbre y a la deshonra. ¿Y los Mártires? Fijémonos en los jóvenes Macabeos. ¿No obtuvieron sobre el soberbio rey Antíoco una victoria no inferior a la de sus propios padres? Estos habían vencido por la fuerza de las armas; mas aquéllos vencieron desarmados. [Lectio6] Los siete hermanos, asediados por las legiones reales, se mantuvieron invencibles. Agotáronse todos los suplicios, fatigáronse los verdugos; mas los mártires no desfallecieron. A uno le arrancaron la piel de la cabeza, pero no decayó su valor; otro, al mandarle sacar la lengua para cortársela, exclamó: No sólo oye a los que hablan aquel Señor que oía a Moisés mientras callaba: llegan mejor a sus oídos los pensamientos secretos de los suyos que las voces de los demás. ¿Cómo temes los reproches de mi lengua y no temes los de mi sangre? También la sangre tiene su voz, y con esta voz clama a Dios, como lo hizo la sangre de Abel.