[Rank] De V die Infra Octavam Concept. Immac. Beatæ Mariæ Virginis;;Semiduplex;;2.5;;vide Sancti/12-08 [Lectio4] !De la Bula dogmática del Papa Pío IX. Mas como las cosas que pertenecen al culto están íntimamente enlazadas con el objeto del mismo, y no pueden permanecer fijas ni estables si éste permanece incierto y dudoso, nuestros antecesores, los romanos Pontífices, al desenvolver con el mayor esmero ese culto de la Concepción, procuraron cuidadosamente declarar e inculcar su objeto y su doctrina; pues clara y paladinamente enseñaron que la fiesta que se celebraba era de la Concepción de la Virgen, y proscribieron como falsa y muy ajena de la mente de la Iglesia la opinión de los que sostuvieren y afirmaren que el objeto de la Iglesia en ese culto no era la misma Concepción, sino la santificación de la Virgen. [Lectio5] Y ni aun creyeron que debían ser menos severos con los que para combatir la doctrina de la Inmaculada Concepción de la Virgen, imaginaron una distinción entre el primero y segundo instante de la Concepción, y aseguraban que si bien se celebraba la Concepción, no era en su primer instante y momento; porque los mismos predecesores nuestros creyeron de su deber sostener y defender con el mayor celo, cual verdadero objeto del culto, así la fiesta de la Concepción de la beatísima Virgen como la Concepción en el primer instante. De aquí aquellas terminantes palabras con que nuestro antecesor Alejandro VII declaró la doctrina de la Iglesia, diciendo: “Ciertamente que es ya muy antigua la piedad de los fieles de Cristo para con su Santísima Madre la Virgen María; esa piedad de los que creen que el alma de esta Señora en el primer instante de su creación y de su infusión en el cuerpo fue preservada de la mancha original por una gracia especial y privilegio de Dios, en vista de los méritos de Jesucristo su Hijo y Redentor del género humano, y en este sentido celebran con solemne rito la fiesta de su Concepción”. [Lectio6] Asimismo tuvieron también nuestros predecesores un especialísimo cuidado en defender, con el mayor celo y solicitud, en toda su integridad, la doctrina de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios; pues no sólo no toleraron jamás que esta doctrina fuese censurada o despreciada de modo alguno por nadie, sino que además, yendo aún mucho más adelante, manifestaron claramente y repetidas veces en sus declaraciones, que la doctrina con que profesamos la Inmaculada Concepción de la Virgen era y debía ser mirada como muy conforme con el culto eclesiástico, y que era antigua y casi universal, y tal que la Iglesia romana tomó a su cargo fomentarla y defenderla, y que era enteramente digna de ocupar su debido lugar en la sagrada Liturgia y en las preces más solemnes. Y no contentos con esto, y a fin de que permaneciese inviolable dicha doctrina de la Inmaculada Concepción de la Virgen prohibieron severísimamente defender pública o privadamente la opinión contraria, a la cual quisieron aplastar definitivamente con los repetidos golpes de aquellas prohibiciones. [Lectio94] Según la piadosa tradición, en el año 1531 se apareció la Virgen María, Madre de Dios, a Juan Diego, neófito, en el monte Tepeyac de México, con un mensaje dirigido al obispo Juan de Zumárraga con el fin de se edificara con premura una iglesia en su honor en aquel mismo lugar. El obispo, no obstante, pidió una señal. Al poco, el neófito fue a buscar a un sacerdote para la extremaunción de su tío, y tomó un camino no muy cercano al lugar de la aparición. Pero su Madre se apareció de nuevo, asegurándole la sanación de su tío, y le mandó recoger unas rosas que habían florecido fuera de temporada; ella las puso en la tilma del neófito y le mandó llevarlas al obispo. Cuando cayeron las rosas en el suelo de palacio, quedó a la vista de los presentes la imagen de María, que había quedado impresa milagrosamente en la tilma. La imagen permaneció primero en el oratorio del obispo, después fue trasladada a la ermita que se levantó en el monte Tepeyac, y más tarde fue depositada en la gran basílica que se convirtió en lugar de peregrinación de las multitudes en México, llevados por la devoción y por sus numerosos milagros. Así, con la aprobación de todo el pueblo, la protectora eterna fue nombrada Patrona de México por los obispos mexicanos, y así lo aprobó Benedicto XIV por su autoridad apostólica. En el día de la Hispanidad, 12 de octubre de 1895, el Papa León XIII, por mediación del obispo de México, adornó la santa imagen con una corona de oro. Finalmente, san Pío X nombró a la bienaventurada Virgen de Guadalupe Patrona de toda América Latina. &teDeum [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio según San Lucas !Lc 1:26-28 En aquel tiempo: Envió Dios al Ángel Gabriel a Nazaret, ciudad de Galilea, a una Virgen desposada con un varón de la casa de David, llamado José, y el nombre de la Virgen era María. Y lo que sigue. _ Homilía de San Tarasio, Obispo. !De la presentación de la Madre de Dios. ¿De qué alabanzas te colmaremos, oh María? ¡Oh doncella inmaculada; oh Virgen sin mancilla; honor de las mujeres y gloria de las jóvenes! ¡Oh Madre y Virgen santa, bendita entre las mujeres; ilustre por la inocencia; esclarecida por la virginidad. Tú has expiado la maldición de Adán; Tú has pagado la deuda de Eva. Tú eres la oblación purísima de Abel; lo mejor de sus primicias; el sacrificio inmaculado que él ofrecía. Eres aquella esperanza en Dios que Enós no se avergonzaba de mostrar, aquella justicia de Enoch que empieza sobre la tierra para trasladarse a una vida más segura. Tú eres el arca de Noé, y delante de Dios la que nos obtienes el beneficio de la segunda regeneración. Eres el esplendor más ilustre de la realeza y del sacerdocio de Melquisedec; la firme confianza de Abrahán, y aquella fe dócil a la promesa de una posteridad que debía nacer de él. Eres el nuevo sacrificio de Isaac y el holocausto de una criatura racional. Por causa tuya, Jacob vio la escala por la cual subían los Ángeles; eres la expresión más noble de aquella fecundidad de donde proceden las doce tribus. Tú te mostraste hija de Judá por el origen. Tú eres la castidad de José y la ruina del antiguo Egipto, o sea, de la sinagoga de los Judíos. ¡Oh Inmaculada! Tú eres el libro dado por Dios a Moisés, el promulgador de la ley; aquel libro en el cual está escrito el misterio de la regeneración, y grabada sobre las tablas por el dedo de Dios la ley del monte Sinaí. Por ti el nuevo Israel se librará de la servidumbre de los egipcios espirituales, y se alimentará como el antiguo pueblo, que lo hizo en el desierto con el maná y con el agua salida de la piedra; mas la piedra era Cristo, el cual debía nacer de tu seno como esposo que sale de la cámara nupcial. Tú eres la vara florida de Aarón; Tú eres la hija de David adornada de vestidos con franjas de oro resplandeciente con diversos ornamentos. [Lectio8] Tú eres el espejo de los profetas y el fin de sus profecías. A ti, Ezequiel en su ardor profético, te llamó “la puerta cerrada” por donde jamás pasará hombre alguno, fuera del Señor Dios, el cual la conservó cerrada. De ti, Isaías, el más elocuente de los profetas, predijo que eres la vara de Jesé, de la que nacería la flor, el Cristo, el cual, extirpando de raíz los vicios, plantaría en su campo la planta del conocimiento de Dios. A ti predijo Jeremías, al decir: “He ahí que vienen los días, dice el Señor, en los cuales yo realizaré una nueva alianza con la casa de Israel, y con la casa de Judá, como lo prometí a sus padres”, indicando así la venida y el nacimiento de tu Hijo, e invitando al pueblo de los gentiles de toda la tierra a que le adorasen como Dios. A ti también Daniel, el hombre de los deseos, te proclamó con la imagen de una gran montaña, de la cual Cristo, piedra angular, se desprendería para arruinar y reducir a polvo los simulacros de la serpiente multiforme. A ti rindo yo mis honores, corderita sin mancha, y te proclamo llena de gracia, y te canto, pura e inmaculada morada de Dios. Y ciertamente, “en donde abundó la culpa sobreabundó la gracia”. Por una mujer nos vino la muerte; por una mujer Dios lo ha reparado todo. Por la serpiente recibimos un alimento de sabor amargo, pero tu Hijo nos alimentará con un nuevo alimento de inmortalidad. Eva, nuestra primera madre, dio a luz a Caín, el primer envidioso y malvado; pero tu Hijo Unigénito será el primogénito de la vida y de la resurrección. ¡Oh prodigio inaudito! ¡Oh novedad admirable! ¡Oh sabiduría que ninguna palabra podrá expresar adecuadamente! [Lectio9] Y nosotros, pueblo de Dios, nación santa, sociedad acepta, hijos de la paloma, progenie de la gracia, en esta solemnidad de la Virgen elevemos suaves cánticos con labios puros, con toda la fuerza de nuestras voces. Honrando como conviene esta insigne fiesta, esta augusta solemnidad que alegra a los Ángeles y merece ser celebrada por todas las lenguas de los hombres, cantemos al propio tiempo con reverencia y santa alegría la salutación de Gabriel. Salve, delicia del Padre, por medio de la cual el conocimiento de Dios se ha extendido hasta los últimos confines de la tierra. Salve, morada del Hijo, de la cual salió revestido con la carne. Salve, santuario inefable del Espíritu Santo; salve, Virgen más santa que los Querubines, más gloriosa que los Serafines, más grande que el cielo, más resplandeciente que el sol, más luminosa que la luna, más brillante que los astros juntos; salve, nube ligera que esparces la lluvia celestial; salve, aura santa que has disipado de la tierra el espíritu del mal; salve, noble objeto de las alabanzas de los Profetas; salve Tú, cuyo nombre los apóstoles han publicado por todo el orbe; salve, testimonio excelso de los mártires; salve, oh Tú, que has sido proclamada por todos los elogios de los patriarcas; salve, sublime ornamento de los santos. Salve, causa de salvación para todos los mortales; salve, reina conciliadora de paz; salve, esplendor inmaculado de las madres. Salve, mediatriz de todo cuanto está debajo del cielo; salve, reparadora de todo el universo; salve, llena de gracia; el Señor es contigo, Él, que existiendo antes que Tú, nació de ti para vivir con nosotros. A Él se dé alabanza, juntamente con el Padre y el Espíritu santísimo y vivificante, ahora y para siempre y por infinitos siglos de los siglos. Amén. &teDeum