[Officium] S. Francisci Xaverii Confessoris [Oratio] Oh Dios, que por la predicación y milagros del bienaventurado Francisco quisiste agregar a tu Iglesia los pueblos de las Indias; concédenos propicio que imitemos las virtudes de aquel cuyos méritos celebramos. $Per Dominum [Lectio4] Nacido Francisco en Javier, diócesis de Pamplona, de nobles padres, fue en París compañero y discípulo de San Ignacio. Con tal maestro hizo progresos tan rápidos, que al contemplar las cosas divinas, algunas veces se levantaba sobre la tierra, con frecuencia celebrando el santo sacrificio de la Misa en presencia de muchos. Estas delicias las merecía por las maceraciones de su cuerpo; pues se privaba de la carne y del vino y del pan de trigo; tomaba sólo alimentos viles, y muchas veces, se abstuvo de todo alimento por dos o tres días. Se azotaba con disciplinas de hierro, y con frecuencia derramaba abundante sangre. Sólo se permitía un brevísimo sueño, aun sobre el suelo. [Lectio5] Maduro por la austeridad y santidad de su vida para el cargo de apóstol, como Juan III, rey de Portugal, pidiese para las Indias algunos miembros de su Congregación al papa Paulo III, éste le eligió para esa misión, confiándole la potestad de Nuncio apostólico. Llegado a las Indias, fue instruido milagrosamente en lenguas muy difíciles y diversas de aquellas naciones. Algunas veces sucedió que hablando él en una sola lengua a personas de diversas naciones, cada una le oía en la suya propia. Recorrió a pie, y muchas veces descalzo, muchas provincias. Introdujo la fe en el Japón y en otras seis comarcas. Convirtió a centenares de miles de hombres, y confirió el bautismo a muchos reyes y a grandes príncipes. Y a pesar de obrar tan grandes cosas por Dios, conservaba tal humildad, que escribía a San Ignacio, su superior, de rodillas. [Lectio6] Este ardor en la propagación del Evangelio, lo premió el Señor con numerosos milagros. Dio la vista a un ciego. Con la señal de la cruz convirtió el agua del mar en agua dulce en tan gran cantidad, que alivió durante largo tiempo a quinientos hombres que morían de sed. Con aquella agua, llevada a diversas regiones, varios enfermos curaron. Resucitó a varios muertos, entre ellos a uno que había sido sepultado el día anterior, al que devolvió la vida mandando que le sacasen de la sepultura; lo mismo hizo con otros dos, tomándoles de la mano mientras les llevaban a la tumba, devolviéndoles con vida a sus padres. Poseyó el espíritu de profecía, reveló acontecimientos que debían tener lugar en lugares o en tiempos remotos. Murió en Sanciano lleno de méritos, consumido por los trabajos, el día dos de diciembre. Su cadáver, cubierto dos veces con cal viva, manó sangre, esparció un olor suavísimo, y extinguió una peste en Malaca, adonde fue llevado. Por último, habiendo brillado con nuevos milagros, Gregorio XV le inscribió en el número de los santos. El papa Pío X le eligió Patrono celestial de la Sociedad y Obra de la Propagación de la Fe. [Lectio94] Francisco nació de familia noble en Xavier, diócesis de Pamplona. En París, se unió a discípulos de San Ignacio, y en poco tiempo se convirtió en un ejemplo de la austeridad de vida y la contemplación de las cosas divinas. Pablo III lo convirtió en nuncio apostólico en la India, y viajó por innumerables provincias, siempre a pie y con frecuencia descalzo. Trajo la fe a Japón y otras seis regiones. En la India convirtió a cientos de miles al cristianismo, limpiando a muchos príncipes y reyes en las aguas sagradas del bautismo. Su humildad fue tan grande que, cuando escribía a San Ignacio, su general, siempre lo hacía de rodillas. Con muchos milagros, el Señor confirmó su celo en la difusión del Evangelio. Finalmente, en la isla china de Sancian, murió el 2 de diciembre, rico en méritos y desgastado con sus trabajos. Gregorio XV lo inscribió entre los santos y Pío X lo designó como el patrón celestial de la Sociedad de la Propagación de la Fe y de su trabajo. &teDeum [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio según San Marcos !Mc 16:15-18 En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: Id por todo el mundo; predicad el Evangelio a toda criatura. Y lo que sigue. _ Homilía de San Gregorio, Papa. !Homilía 29, acerca de los Evangelios después del principio. Por estas palabras: “toda criatura”, podemos entender todas las naciones de los gentiles. Porque antes se había dicho: “No vayáis a los gentiles”; en tanto que ahora se dice: “Predicad el Evangelio a toda criatura”; sin duda para que la predicación que antes habían rechazado los Judíos, redundase en ventaja nuestra, como debía redundar en condenación de aquel pueblo soberbio que la rechazaba. Cuando la Verdad envía sus discípulos a predicar el Evangelio, ¿no equivale por ventura a difundir una semilla por el mundo? Arroja como simiente algunos granos, para recoger de nuestra fe cosechas abundantes. [Lectio8] No se habría recolectado tan gran cosecha de fieles en el mundo, si la mano del Señor no hubiera esparcido entre los hombres, como en una tierra espiritual, los granos escogidos de los predicadores. Leemos luego: “El que creyere, y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”. Cada cual dirá quizá en su interior: Ya he creído; seré salvo. Verdad es, si sus obras están de acuerdo con su fe. La fe verdadera es aquella cuyos actos no contradicen las palabras; por eso San Pablo dijo de algunos falsos cristianos: “Dicen que conocen a Dios, mas le niegan con las obras”. [Lectio9] “Estas señales acompañarán a los que creyeren: Lanzarán demonios en mi nombre; hablarán nuevas lenguas; manosearán las serpientes, y si bebieren alguna cosa mortífera, no les dañará; impondrán las manos sobre los enfermos, y sanarán”. Ahora bien, hermanos míos, ¿quiere esto decir que vuestra fe es menos real porque no hacéis esos milagros? Ciertamente que no; pero los milagros eran necesarios en los comienzos de la Iglesia. Para crecer en la fe, la multitud de los creyentes tenía necesidad de ser alimentada con milagros. Así, cuando plantamos arbolitos, los regamos hasta que los vemos arraigados a la tierra, y cuando han echado raíces, cesamos de regarlos. Por eso dice San Pablo: “Y así las lenguas son una señal, no para los fieles sino para los infieles”. &teDeum