[Officium] S. Silvestri Abbatis [Oratio] Clementísimo Dios, que te dignaste llamar al desierto a San Silvestre, Abad, mientras meditaba piadosamente sobre la vanidad del mundo ante un sepulcro abierto y te dignaste adornarle con los méritos de una santa vida; te suplicamos humildemente que despreciando nosotros con su ejemplo las cosas terrenas, gocemos de tu compañía en la eternidad. $Per Dominum [Lectio4] Silvestre nació de nobles padres en Osimo, Marca de Ancona. Desde niño fue admirable su aprovechamiento en los estudios y su pureza de vida. Ya adolescente sus padres le enviaron a cursar el derecho en Bolonia; pero dedicándose, por disposición divina, al estudio de las sagradas letras, se indignaron sus padres, lo cual soportó durante diez años enteros. Su mérito movió a los canónigos de Osimo a concederle una canonjía en su Catedral, en cuyo cargo se hizo útil al pueblo con sus oraciones, ejemplos y predicaciones. [Lectio5] Asistiendo cierto día a los funerales de un hombre ilustre, pariente suyo, y viendo en el ataúd abierto el cadáver de aquél, en otro tiempo notable por su hermosura y entonces tan desfigurado, se dijo para sus adentros: Lo que este fue yo lo soy, lo que es yo lo seré. Y a la salida del funeral, recordando las palabras del Señor: “El que quiera venir en pos de mí niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”, se retiró a un lugar solitario para abrazar un género de vida más perfecto. Allí se entregó a las vigilias, a los ayunos y a la oración, no comiendo muchas veces más que hierbas crudas. Para mejor esconderse de los hombres, cambió varias veces de retiro, y por último, fue al Monte Fano, paraje a la sazón desierto aunque vecino de Fabriano. Erigió allí una iglesia en honor de S. Benito, y fundó la Orden de los Silvestrinos, cuya regla y hábito le había dado el mismo Santo en una visión. [Lectio6] Satán intentó en diversas ocasiones intimidar a los monjes, sacudiendo violentamente de noche las puertas del monasterio. Mas el varón de Dios de tal manera rechazó los ataques del enemigo, que sus discípulos se afirmaron más y más en su vocación y conocieron mejor la santidad de su padre. Veíanse resplandecer en él el espíritu profético y otros dones sobrenaturales. Estos dones y la profunda humildad con que los poseía, atrajéronle las iras del demonio, el cual le precipitó desde lo alto de la escalera de su oratorio; y aunque su muerte parecía segura, la poderosa intervención de la Santísima Virgen, le sacó ileso de este peligro. En reconocimiento de tal beneficio, no dejó hasta su postrer suspiro de honrarla con un culto especial. Ilustre por su santidad y sus milagros, entregó el alma a Dios siendo casi nonagenario, el 26 de noviembre del año 1267. El Sumo Pontífice León XIII extendió su Oficio y su Misa a la Iglesia universal. [Lectio94] Nacido de una familia noble en Osimo, Marca de Ancona, Silvestre destacó de niño por su erudición y buen carácter. Habiendo estudiado las ciencias sagradas y convertido en canónigo, benefició a la gente con su ejemplo y su predicación. Cuando, en el funeral de cierto noble, vio el cadáver en descomposición del apuesto hombre que había sido su vecino, dijo: Soy lo que era este hombre, lo que él es, seré; y pronto, con un deseo de mayor perfección, se retiró a la soledad y allí se dedicó a vigilias, oraciones y ayunos. Para poder esconderse más de los ojos de los hombres, cambió de lugar varias veces. Al fin fue a Monte Fano: un lugar desierto por entonces, donde construyó una iglesia en honor a San Benito y sentó las bases de la Congregación Silvestrina. Allí sus monjes tuvieron en él un gran modelo de santidad; famoso por el espíritu de profecía, por el poder sobre los demonios y otros dones, que en su profunda humildad siempre mantuvo ocultos, se durmió en el Señor en el año 1267. &teDeum