[Officium] S. Gregorii Thaumaturgi Episcopi et Confessoris [Name] Gregorio [Lectio4] Gregorio, obispo de Neocesárea en el Ponto, es célebre por su santidad y doctrina, pero más por los prodigios y milagros que obró; milagros tan numerosos y tan grandes que por ello le han conocido por Taumaturgo, y ser comparado, como dice San Basilio, a Moisés, a los profetas y a los apóstoles. Así, por su oración cambió de lugar una montaña que impedía la construcción de una iglesia, y desecó un pantano que era motivo de discordia entre dos hermanos. En una inundación por el desbordamiento del río Lycus, que causó graves daños en la campiña, Gregorio plantó en el borde del río el bastón en que se apoyaba, el cual reverdeció al momento, y con el tiempo llegó a ser un árbol; de esta manera el Santo contuvo las aguas, y nunca pasaron más allá de aquel límite. [Lectio5] Gregorio echaba los demonios de las estatuas de los ídolos y de los cuerpos humanos, y por otros muchos hechos atrajo a muchas personas a la fe de Jesucristo. También predijo el porvenir por inspiración profética. Poco antes de morir, preguntó cuántos infieles quedaban en la diócesis de Neocesárea, y al responderle que sólo había 17, dio gracias a Dios y dijo: Este es el número de los fieles que había cuando comencé mi episcopado. Escribió varias obras que, junto con sus milagros, ilustraron la Iglesia de Dios. [Lectio6] Sermón de S. Máximo, Obispo. !Hom. 59 sobre S. Eusebio, 2 Ahora que los méritos del bienaventurado Pontífice Gregorio están ya al abrigo de todo ataque, bien podemos ensalzarlos. Sosteniendo con mano firme el timón de la fe, echó en una playa tranquila el áncora de la esperanza, y, llena la nave de celestiales riquezas, la introdujo en el puerto deseado. Mantuvo firmemente el escudo del temor de Dios contra todos los adversarios, hasta que consiguió la victoria. ¿Qué otra cosa fue todo el curso de su vida, sino un constante combate contra un enemigo siempre en vela? [Lectio94] Gregorio, obispo de Neocesárea en el Ponto, famoso por su santidad y sabiduría, fue aún más famoso por sus señales y milagros. Estos eran tantos y tan excepcionales que se le llamó Taumaturgo. San Basilio le compara con Moisés, los Profetas y los Apóstoles. Por su oración, cambió la ubicación de una montaña que obstruía la construcción de una iglesia. Secó un pantano que era motivo de discordia entre dos hermanos. Cuando el río Lycus estaba inundando y destruía los campos, plantó su bastón en el borde, y se convirtió en un árbol verde, obligando al río que nunca sobrepasara ese árbol. Echaba fuera demonios de las imágenes de los ídolos y de los cuerpos de los hombres, e hizo muchas otras cosas por las cuales muchos hombres abrazaron la fe de Jesucristo. Tenía el espíritu profético de predecir el futuro. Estando a punto de morir, preguntó cuántos incrédulos había aún en la ciudad de Neocesárea. Al responderle que solo había 17, lo agradeció a Dios y dijo: Este es el número de fieles que había cuando recibí el episcopado. Sus muchos escritos, así como sus milagros, iluminaron la Iglesia de Dios. &teDeum [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio, según San Marcos !Mc 11:22-24 En aquel tiempo: Tomando Jesús la palabra dijo a sus discípulos: Tened confianza en Dios. En verdad, os digo, que cualquiera que dijere a este monte: Quítate de ahí, y échate al mar, no vacilando en su corazón, sino creyendo, que cuanto dijere se ha de hacer, así se hará. Y lo que sigue. _ Homilía de San Beda el Venerable, Presbítero. !Libro 3 de Comentarios sobre S. Marcos. Los gentiles, en sus escritos calumniosos contra la Iglesia, echan en cara a los nuestros que no tienen una fe plena en Dios, porque nunca han logrado cambiar de sitio las montañas. Se les puede decir que no todas las cosas acaecidas en la Iglesia han sido escritas, como tampoco lo fueron, según la Escritura, todos los hechos del mismo Jesucristo, nuestro Señor. En caso necesario, habría sido, pues, posible hacer que una montaña, arrancada de la tierra, se precipitara en el mar. Leemos que, gracias a las oraciones del santo padre Gregorio, Obispo de Neocesárea, en el Ponto, eminente por sus méritos y virtudes, un monte se desvió del lugar que ocupaba, dejando libre todo el espacio que convenía a los habitantes de la ciudad. [Lectio8] Queriendo, pues, edificar una iglesia en un lugar, y viendo que el espacio era insuficiente, por estar limitado a un lado por las rocas de la costa y en el otro por una montaña, acudió de noche a aquel lugar y, puesto de rodillas, conjuró al Señor, en nombre de su promesa, que, ante la fe con que le invocaba, mandara al monte retirarse más allá. Y por la mañana vio que el monte había dejado libre a los constructores de la iglesia todo el terreno indispensable. Por lo tanto, lo mismo aquel santo que cualquier otro del mismo mérito, habrían podido, en caso de necesidad, obtener del Señor, con su fe, que la montaña se desprendiera y se arrojara al mar. [Lectio9] Pero, como a veces se da el nombre de monte al diablo, a causa de la soberbia con que pretende levantarse contra Dios y ser semejante al Altísimo, puede decirse que, a la palabra de los hombres firmes en la fe, un montaña es arrancada de la tierra y arrojada al mar cada vez que, a la predicación de los santos doctores, el espíritu inmundo es expulsado del corazón de los predestinados a la vida de la gracia, permitiéndosele sólo ejercer su despótico furor en las almas turbias y amargas de los infieles. &teDeum