[Officium] S. Martini Episcopi et Confessoris [Ant 1] Varón dichoso, * cuya alma entra en el paraíso, por lo cual se alegran los ángeles, se regocijan los arcángeles, lo aclama el coro de los santos y multitud de vírgenes: quédate eternamente con nosotros. [Oratio] Tú sabes, Señor, que no podemos subsistir por nuestras propias fuerzas; concédenos, por intercesión de San Martín, tu obispo, ser defendidos de todo mal. $Per Dominum [Invit] Alabemos a nuestro Dios * en la festividad de San Martín. [Ant Matutinum] Martín *, aunque simple catecúmeno, me ha cubierto con este vestido.;;1 Martín confesó su fe en la Santísima Trinidad y recibió el bautismo.;;2 Con la señal de la cruz *, no por un escudo ni un yelmo, atravesaré sin temor entre los escuadrones enemigos.;;3 Confío en el Señor * que mi hija recobrará la salud gracias a tus súplicas.;;4 Tetradio, * conoció el poder de Dios, y alcanzó la gracia del bautismo.;;5 ¡Oh varón inefable, * por quien nosotros vemos brillar tantos milagros.;;8 Nuestro Señor Jesucristo * no predijo que vendría con púrpura u ostentando una brillante diadema.;;10 Martín, sacerdote de Dios, * te han sido abiertos los cielos y el reino de mi Padre.;;14 Martín, sacerdote de Dios, * pastor egregio, ruega a Dios por nosotros.;;20 [Responsory1] R. Este es Martín, Pontífice escogido de Dios, a quién el Señor se dignó conceder, después de los Apóstoles, una gracia tan grande, * Que, ayudado por el poder de la divina Trinidad, mereció la gloria de resucitar tres muertos. V. Martín confesó su fe en la santa Trinidad. R. Que, ayudado por el poder de la divina Trinidad, mereció la gloria de resucitar tres muertos. [Responsory2] R. Señor, si todavía soy necesario a tu pueblo, no me niego a someterme al trabajo por ellos: * Hágase tu voluntad. V. Con los ojos y las manos siempre levantados al cielo, su espíritu invicto se entregaba incansablemente a la oración. R. Hágase tu voluntad. [Responsory3] R. Oh bienaventurado obispo Martín, * Que no temiste morir ni rehusaste vivir. V. Señor, si todavía soy necesario a tu pueblo, no me niego a trabajar. R. Que no temiste morir ni rehusaste vivir. &Gloria R. Que no temiste morir ni rehusaste vivir. [Lectio4] Martín natural de Sabaría, Pannonia, huyó a la iglesia, contra la voluntad de sus padres, a la edad de 10 años, para inscribirse como catecúmeno. Habiendo ingresado a los 15 años en la milicia romana, sirvió en ella bajo Constantino y después bajo Juliano. En una ocasión en que no poseía sino sus armas y la ropa que le cubría, un pobre le pidió, cerca de Amiens, limosna en nombre de Cristo, y Martín le dio una parte de su clámide. En la noche siguiente, apareciósele Jesucristo, revestido con esta media capa, diciendo: Martín, simple catecúmeno me ha abrigado con este vestido. [Responsory4] R. Con los ojos y las manos levantadas siempre hacia el cielo, * Perseveraba sin cesar en la oración, sin que su ánimo desfalleciera. V. Mientras el bienaventurado Martín celebraba los santos Misterios, apareció un globo de fuego sobre su cabeza. R. Perseveraba sin cesar en la oración, sin que su ánimo desfalleciera. [Lectio5] A los 18 años recibió el bautismo. Por lo cual, abandonando la vida militar, pasó al lado de Hilario, Obispo de Poitiers, quien lo recibió en el número de los acólitos. Siendo más adelante Obispo de Tours, edificó un monasterio, en donde vivió algún tiempo muy santamente en compañía de ochenta monjes. Cayó muy enfermo de calenturas, en Candes, pueblo de su diócesis, y no cesaba de rogar a Dios que le librara de la prisión de este cuerpo mortal. Al oírle sus discípulos le dijeron: Padre, ¿por qué nos abandonas? ¿A quién dejarás al cuidado de tus pobres hijos? Y conmovido Martín, rogaba a Dios en esta forma: Oh Señor, si todavía soy necesario a tu pueblo, no rehúso el trabajo. [Responsory5] R. Conocedor el bienaventurado Martín, desde largo tiempo, de la proximidad de su muerte, dijo a sus hermanos * Que la disolución de su cuerpo era inminente porque sentía ya romperse sus vínculos. V. Comenzaron de repente a abandonarle las fuerzas, y reuniendo a sus discípulos les dijo. R. Que la disolución de su cuerpo era inminente porque sentía ya romperse sus vínculos. [Lectio6] Viendo sus discípulos que a pesar de la fiebre, continuaba acostado en posición supina y sin cesar en sus oraciones, rogáronle que cambiara de posición y que descansara inclinándose un poco hasta que disminuyera el mal. Pero Martín les dijo: Dejadme mirar al cielo más bien que a la tierra, para que mi alma, a punto de volar al Señor, se dirija hacia el camino que debe seguir. Próximo a morir, vio al enemigo del género humano, y le dijo: ¿Qué haces aquí, bestia cruel? Nada encontrarás en mí que te pertenezca. Y con estas palabras, entregó su alma a Dios, a la edad de 81 años. El coro de ángeles le recibió en el cielo; varios, entre ellos, San Severino, Obispo de Colonia, oyeron cantar las divinas alabanzas. [Responsory6] R. Dijeron los discípulos al bienaventurado Martín; Padre, ¿por qué nos abandonas? ¿A quién confiarás tus hijos desconsolados? * Porque lobos rapaces penetrarán en tu rebaño. V. Sabemos, en verdad, que deseas juntarte con Cristo, pero tu galardón está ya asegurado; ten, pues, compasión de nosotros, a quienes desamparas. R. Porque lobos rapaces penetrarán en tu rebaño. &Gloria R. Porque lobos rapaces penetrarán en tu rebaño. [Lectio94] Martín, nacido en Sabaria, Panonia, cuando tenía 10 años, en contra de los deseos de sus padres, fue a una iglesia y pidió ser inscrito entre los catecúmenos. A los 15 años se alistó como soldado en el ejército de Constancio, y luego en el de Julián. A los 18 años, entregó parte de su capa a un hombre pobre de Amiens, y se vio fortalecido por una aparición de Jesucristo y recibió el bautismo. Luego dejó la milicia, y fue recibido entre los acólitos de Hilario, obispo de Poitiers. Más tarde nombrado obispo de Tours, construyó un monasterio, donde con ochenta monjes vivió de la manera más santa por algún tiempo. Cuando fue asaltado con una fiebre severa en Candes, pueblo de su diócesis, tuvo compasión de sus discípulos, y oró a Dios: Señor, si todavía soy necesario para tu pueblo, no rechazaré el trabajo. Poco después, cuando la muerte era inminente, se le apareció el enemigo de la humanidad. ¿Por qué estás aquí, cruel bestia?, le dijo Martin. No encontrarás ningún pecado mortal en mí. Diciendo esto entregó su alma a Dios a la edad de 81 años, siendo famoso por muchos milagros. &teDeum [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio, según San Lucas !Lc 11:33-36 En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: Nadie enciende una lámpara para ponerla en un lugar escondido, ni debajo de un celemín; sino sobre un candelero, para que los que entran vean la luz. Y lo que sigue. _ Homilía de San Ambrosio, Obispo. !Libro 7 de los Comentarios sobre San Lucas Tras declarar la superioridad de la Iglesia sobre la Sinagoga, nos exhorta a que pongamos nuestra fe en la Iglesia. En efecto, la fe viene simbolizada en la Escritura por una lámpara: Lámpara que ilumina mis pasos es tu palabra, oh Señor. Pues como la palabra de Dios es el objeto de nuestra fe, y esta misma palabra de Dios es una luz, así la fe es una luz: Era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Pero un lámpara no puede brillar si no recibe la luz de otra parte. [Responsory7] R. Oh bienaventurado varón, en cuyo tránsito canta la muchedumbre de los Santos, se regocijan los coros de los Ángeles. * Y acuden a su encuentro entonando salmos todas las legiones de las virtudes celestes. V. La Iglesia se fortalece con su virtud; la manifestación de su santidad contribuye a la gloria del sacerdocio; Miguel y sus Ángeles le suben a los cielos. R. Y acuden a su encuentro entonando salmos todas las legiones de las virtudes celestes. [Lectio8] La lámpara que ha de encenderse es la aptitud de nuestra mente y de nuestros sentidos para encontrar la dracma perdida. Nadie ponga su fe bajo la ley; porque la ley está limitada por una medida, pero la gracia carece de medida; la ley nos mantiene en la sombra, la gracia nos ilumina. Nadie fije, pues, su fe en la medida angosta de la ley; póngala cada uno en la Iglesia, en la que brilla la gracia en los siete dones del Espíritu Santo, y a la cual Jesucristo, príncipe de los sacerdotes, ilumina con los esplendores de su divinidad; póngala en ella, para que no quede amortiguada por la sombra de la ley. # Así, la lámpara que el Sumo Sacerdote, bajo el antiguo rito judío, encendendía todas las mañanas y tardes, ha cesado ya de brillar como extinguida bajo el celemín; y la Jerusalén terrena, la que “condenó a muerte a los Profetas”, está escondida y sepultada en el valle del llanto; mas, por estar la Jerusalén celestial, en la cual milita nuestra fe, sobre la más alta de las montañas, Jesucristo, no puede permanecer oculta entre las tinieblas y ruinas de este mundo, sino que, resplandeciendo a la luz del sol eterno, ilumina nuestras almas por los destellos espirituales de la gracia. [Responsory8] R. Martín, lleno de júbilo, es recibido en el seno de Abrahán; aquel Martín, acá pobre y humilde, * Entra rico en el empíreo, glorificado por himnos celestiales. V. El obispo Martín abandonó este mundo: perla del sacerdocio, y vive en Cristo. R. Entra rico en el empíreo, glorificado por himnos celestiales. &Gloria R. Entra rico en el empíreo, glorificado por himnos celestiales. [Ant Laudes] Dijeron los discípulos * a San Martín: Padre, ¿por qué nos dejas, por qué nos abandonas? Lobos rapaces invadirán tu grey. Señor, * si todavía soy necesario a tu pueblo, no rehúso el trabajo: hágase tu voluntad. Varón noble, * no vencido por el trabajo ni por la muerte, que no temió morir ni rehusó vivir. Con los ojos y las manos * siempre levantados al cielo, su alma incansable no dejaba de orar. Aleluya. San Martín * es recibido con alegría en el seno de Abrahán: San Martín, pobre y humilde en la tierra, entra rico en el cielo, aclamado con himnos. [Ant 3] Santo pontífice, * que amaba de todo corazón a Cristo Rey, y no temía el poder de los reyes. Alma santísima, que no fue arrancada de este mundo por la espada de los perseguidores y mereció la palma del martirio.