[Officium] Tertia die infra Octavam Omnium Sanctorum [Lectio4] Sermón de S. Beda el Venerable, Presbítero. !Sermón 18 sobre los Santos. Ya no habrá nunca discordia, sino acuerdo y conveniencia; todos los santos estarán unidos en un solo sentimiento, de donde se originará aquella paz y alegría, quietud y tranquilidad propias del cielo. Brilla allí una luz perpetua, diferente de la de este mundo; más resplandeciente cuanto mayor es la felicidad que allí se disfruta. En aquella ciudad, según la Escritura no se echará de menos la luz del sol porque la claridad de Dios la iluminará, y su antorcha será el Cordero. Los Santos brillarán como estrellas eternamente, y los que hubieren instruido a las multitudes, como la luz del firmamento. [Lectio5] Allí no hábrá noche ni obscuridad, ni cielo cargado de nubes, ni frío riguroso, ni calor excesivo, sino un equilibrio tan perfecto en todo, “que ni ojo alguno vio nada semejante, ni oreja lo oyó, ni pasó por el pensamiento a ningún hombre”, a no ser aquellos “cuyos nombres se hallan escritos en el libro de la vida, que lavaron sus vestiduras en la sangre del Cordero, y están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche”. Allí no hay vejez, ni ninguna de las miserias inherentes a la misma, porque “todos han llegado a la edad del varón perfecto, a la medida de la edad perfecta de Cristo”. [Lectio6] Mejor aún que todo esto será el estar asociado a los coros de los Ángeles y de los Arcángeles, de los Tronos y de las Dominaciones, de los Principados y de las Potestades; el disfrutar de la compañía de todas las Virtudes de la corte celestial; el contemplar los diversos órdenes de los Santos, más resplandecientes que los astros: los Patriarcas, iluminados por su fe; los Profetas, radiantes de esperanza y de alegría; los Apóstoles, prontos a juzgar las tribus de Israel y al mundo entero; los Mártires, ceñidos con la diadema rutilante y purpúrea de su victoria; y a las Vírgenes, coronadas de blancas flores. [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio según San Mateo !Mt 5:1-12 En aquel tiempo: Viendo Jesús aquel gentío, se subió a un monte, donde, habiéndose sentado, se le acercaron sus discípulos. Y lo que sigue. _ Homilía de San Agustín, Obispo. !Sobre el Sermón de la Montaña, cap. 2. Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios. ¡Qué necedad, pues, el buscar a Dios con los ojos corporales, cuando es el corazón el que le percibe, según se lee en otro lugar: Buscadle en la sencillez de vuestro corazón! Un corazón puro es un corazón sencillo. Como no es posible ver la luz sin tener sanos los ojos, tampoco es posible ver a Dios sin tener puro el corazón. Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios. La perfección consiste en una paz no alterada por ninguna lucha, ni discordancia; he aquí porqué los pacíficos son llamados hijos de Dios: porque no resisten a la voluntad divina; los hijos, en efecto, deben asemejarse a su padre. [Lectio8] Son pacíficos con respecto a sí mismos los que, moderando todos los impulsos de su corazón y sometiéndolos a la razón, esto es, a la inteligencia y al espíritu, y dominando las concupiscencias de la carne, se convierten en reino de Dios. De tal manera están ordenadas en ellos todas las cosas, que la parte principal y más excelente es en ellos la que gobierna, sin encontrar resistencia en la que nos es común con los animales; y que esta parte superior, a saber, la inteligencia y la razón, reconoce a su vez la superior autoridad de la Verdad misma, el Hijo unigénito de Dios. No puede gobernar a sus inferiores quien no se somete a su superior. Esta es la paz concedida en la tierra a los hombres de buena voluntad: la vida del sabio consumado y verdaderamente perfecto. [Lectio9] De este reino pacífico y ordenado ha sido arrojado el príncipe de este mundo, que gobierna a los perversos y desordenados. Ya establecida y consolidada interiormente esta paz, cualesquiera que sean las persecuciones por él promovidas en el exterior, no logrará más que aumentar una gloria que es según Dios; nada conseguirá conmover de este edificio, antes al contrario, con el fracaso de sus maquinaciones, no hará más que patentizar la solidez de su construcción interna. Por esto añade nuestro Señor: Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos será el reino de los cielos. &teDeum