[Officium] Ss. Simonis et Judæ Apostolorum [Oratio] Oh Dios, que nos concediste la gracia de llegar al conocimiento de tu nombre mediante tus bienaventurados apóstoles Simón y Judas: haz que, progresando nosotros en la virtud, celebremos su gloria eterna, y celebrándola, progresemos en la virtud. $Per Dominum [Lectio1] @Tempora/Pasc6-6:LectioJudae1 [Lectio4] Simón cananeo, el Zelote, y Tadeo, a quien se llama en el Evangelio Judas, hermano de Santiago, y que es autor de una de las Epístolas católicas, recorrieron uno Egipto y el otro Mesopotamia predicando el Evangelio. Se juntaron luego en Persia, engendrando para Jesucristo a innumerables hijos. Habiendo trabajado juntos en esparcir la semilla de la fe por aquellas vastas regiones y en medio de pueblos bárbaros, juntos hicieron resplandecer el santísimo nombre de Jesucristo con su doctrina y milagros y, al fin, con su glorioso martirio. [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio, según San Juan !Jn 15:17-25 En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: Lo que os mando es que os améis unos a otros. Si el mundo os aborrece, sabed que primero que a vosotros me aborreció a mí. Y lo que sigue. _ Homilía de San Agustín, Obispo. !Tratado 87 sobre San Juan. En la lección evangélica anterior había dicho el Señor: No me elegisteis vosotros a mí; sino que Yo soy el que os he elegido a vosotros para que vayáis, y hagáis fruto, y vuestro fruto sea duradero, a fin de que cualquiera cosa que pidiereis al Padre en mi nombre, os la conceda. Y aquí les dice: Lo que os mando es que os améis unos a otros. Esto nos indica que el amor es el fruto a que se refiere al decir: Yo soy el que os ha elegido para que vayáis, y hagáis fruto, y vuestro fruto sea duradero. En cuanto a lo que añade: A fin de que cualquier cosa que pidiereis al Padre en mi nombre, os la conceda; el Padre nos la concederá si nos amamos unos a otros; ya que Él mismo nos dio este precepto del amor al elegirnos, aunque desprovistos de fruto; toda vez que, sin que nosotros lo eligiéramos los primeros, nos destinó para que diéramos fruto, a saber, para que nos amáramos unos a otros. [Lectio8] Nuestro fruto es la caridad, aquella caridad que define el Apóstol como procedente de un corazón puro, y de una conciencia buena, y de una fe no fingida. Por ella nos amamos unos a otros; por ella amamos a Dios. No nos amaríamos unos a otros si no amásemos a Dios. Porque sólo ama a su prójimo como a sí mismo el que ama a Dios, porque el que no ama a Dios no se ama a sí mismo. En estos dos preceptos se encierran toda la Ley y los Profetas. He aquí nuestro fruto, el fruto que Jesús nos manda producir diciéndonos: Lo que os mando es que os améis unos a otros. Por esto el Apóstol San Pablo, tratatando de recomendarnos los frutos del Espíritu, contrarios a las obras de la carne, pone en primer lugar el amor: El fruto del Espíritu, dice, es la caridad. Después enumera los demás bienes que tienen la caridad por principio y que con ella se relacionan, a saber: gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia y castidad. [Lectio9] ¿Es posible gozar de verdad si no se ama el bien del cual se goza? ¿O mantener una paz verdadera con aquél a quien no se ama sinceramente? ¿O perseverar con longanimidad y paciencia en la práctica del bien sin el fervor del amor? ¿O ser benigno sin amar a aquel a quien favorecemos? ¿O ser bueno sin convertirse en tal por medio del amor? ¿O creer con una fe saludable si el amor no la hace fecunda en obras? ¿O disfrutar de los bienes de una mansedumbre no moderada por el amor? ¿O abstenerse de impurezas sin amar la pureza? Con razón el buen Maestro recomienda con tanta frecuencia el amor, como si esta virtud bastara por sí sola, como de nada sirvieron sin ella todos los demás bienes, como si fuera imposible poseerla sin poseer todos los bienes que hacen al hombre verdaderamente bueno. &teDeum