[Officium] S. Joannis Cantii Confessoris [Hymnus Vespera] v. ¡Oh ilustre Juan, gloria del pueblo polaco y egregio esplendor del clero, honor de la escuela y padre de la patria! _ Maestro, enseñas y practicas la ley del Dios excelso. De nada aprovecha el saber: esforcémonos en cumplir con fidelidad la ley. _ Peregrino, visitas a pie los sepulcros de los Apóstoles: dirige tú nuestros pasos y nuestro camino hacia la patria a la que nos dirigimos. _ Vas a Jerusalén: veneras las huellas de Cristo, señaladas con su sangre preciosa, y las riegas con abundantes lágrimas. _ ¡Oh dolorosas heridas de Cristo!, quedad grabadas en nuestros corazones, para que aspiremos a conseguir el premio de nuestra redención. _ ¡Oh Trinidad misericordiosa!, que el universo entero te adore de hinojos, y que nosotros, renovados por tu gracia, te entonemos un cántico nuevo. Amén. [Oratio] Concédenos, Dios todopoderoso, progresar en la ciencia de los santos, y practicar la caridad a ejemplo de San Juan Cancio, para alcanzar, por sus méritos, la gracia de tu perdón. $Per Dominum [Hymnus Matutinum] v. Domas tu cuerpo con ayunos y lo castigas con sangrientas disciplinas, para ingresar, tú, soldado inocente, en la legión de los penitentes. _ Sigamos también nosotros celosamente las huellas de nuestro ilustre Padre; sigámosle, para que el espíritu refrene en nosotros los apetitos carnales. _ En el rigor del invierno, abrigas al pobre con tu manto, y socorres a los indigentes aplacando su hambre y su sed. _ Ya que nunca te negaste a auxiliar a quien te imploró, atiende a los polacos y a los demás cristianos que piden protección para su patria. _ Gloria al Padre, al Hijo, y a ti, Espíritu Santo; obténgannos las preces de Juan los goces de una feliz eternidad. Amén. [Lectio4] Nació Juan en Kenty, diócesis de Cracovia, de donde le provino el sobrenombre de Cancio. Sus padres, Estanislao y Ana, eran piadosos y honorables. Su gravedad, dulzura e inocencia, hicieron esperar, ya desde su infancia, el elevado grado de virtud que alcanzaría. Después de cursar filosofía y teología en la universidad de Cracovia y de graduarse, fue profesor en la misma muchos años; no contentándose con ilustrar a sus oyentes por medio de las sagradas doctrinas que les explicaba, les enardecía en celo para las obras buenas con la palabra y el ejemplo. Ordenado sacerdote, procuró con diligencia y sin descuidar el estudio, adelantar en la perfección cristiana. Deploraba las ofensas de que Dios era objeto, por lo cual trataba de desviar la cólera divina de sí y del pueblo, celebrando cada día con muchas lágrimas el sacrificio de la Misa. Gobernó ejemplarmente la parroquia de Ilkusi, pero la turbación que le causaba el ver las almas en peligro, le movió a abandonarla para reintegrarse a la enseñanza, invitado por la Academia. [Lectio5] Del tiempo que le dejaba libre el estudio, consagraba una parte a trabajar por la salvación del prójimo por la predicación, y lo restante a la oración, en la cual, según se refiere, tuvo algunas veces visiones y comunicaciones celestiales. El pensamiento de la Pasión de Cristo le conmovía tanto, que pasaba noches enteras en su meditación, y que emprendió para familiarizarse más con ella una peregrinación a Jerusalén. Allí, deseando el martirio, no vaciló en predicar a Cristo crucificado aun a musulmanes. Cuatro veces viajó a Roma al sepulcro de los santos Apóstoles, viajando a pie y cargado él mismo con todo su equipaje. Iba allí a venerar la Sede Apostólica, de la cual era muy devoto, y para abreviar, según decía, las penas de su purgatorio con la remisión de los pecados ofrecida allí todos los días a los fieles. En un viaje le despojaron de todo, y al preguntarle si llevaba algo más, respondió negativamente; pero recordando, cuando ya huían los ladrones que le quedaban algunas monedas de oro cosidas al manto, les llamó para ofrecérselas; admirados de tanta simplicidad, le devolvieron todo cuanto le habían robado. Para que nadie lastimase la reputación del prójimo, grabó sobre el muro de su habitación, como San Agustín, unos versos que constituyeran una advertencia para sí y para los visitantes. Alimentaba a los hambrientos con manjares de su mesa, y vestía a los desnudos, no sólo con las ropas que les compraba, sino despojándose a veces de sus propios vestidos y calzado. Dejaba entonces caer su manto hasta el suelo para que nadie le viera llegar descalzo. [Lectio6] Dormía poco y en el suelo; por vestido y sustento usaba sólo lo imprescindible para cubrir el cuerpo y sostener sus fuerzas. Protegió su virginidad, cual lirio entre abrojos, con un áspero cilicio, ayunos y disciplinas; guardó los treinta y cinco años últimos de su vida, una abstinencia de carnes. Por último, lleno de méritos y anciano, después de haberse preparado cuidadosamente para la muerte, cuya proximidad sentía, distribuyó todo cuanto le quedaba entre los pobres, para romper todo lazo con este mundo. Y llegada la vigilia de Navidad, confortado con los sacramentos de la Iglesia y deseando reunirse con Cristo, aquel hombre ilustre por los milagros que obró en vida y después de su muerte, voló al cielo. Así que hubo entregado su alma, lleváronle a la iglesia de Santa Ana, vecina de la Universidad, donde fue sepultado honoríficamente. Aumentando de día en día la veneración hacia él y la afluencia de fieles a su sepulcro, en Polonia y Lituania se le venera como a uno de sus principales patronos. En vista de los nuevos milagros que vinieron a aumentar su gloria, el papa Clemente XIII, en el día 17º de las calendas de agosto del año 1767, le canonizó. [Lectio94] Juan nació en Kenty, en la diócesis de Cracovia. Sus padres, Stanislaus y Anna, eran devotos y honorables. Desde su infancia, Juan prometió la mayor virtud con la dulzura y la inocencia de su camino. Ya ordenado sacerdote redobló sus esfuerzos en la perfección. Administró la parroquia de Olkusz varios años con notable éxito, y luego regresó a la enseñanza. El tiempo restante lo dedicaba a la salvación de su prójimo, especialmente a través de la predicación, y el resto a la oración. Fue cuatro veces a la Sede Apostólica a pie y cargando su propio equipaje, tanto para honrar a la Sede Apostólica, como para salvarse de los castigos del purgatorio, por las indulgencias ofrecidas a diario. Conservó la pureza virginal, y antes de morir se había abstenido de la carne durante unos 35 años. En la vigilia de la Natividad recibió la recompensa celestial. Fue inscrito entre los Santos por Clemente XIII, y es honrado como uno de los principales patronos de Polonia y Lituania. &teDeum [Hymnus Laudes] v. A tus ruegos, abandona la epidemia los cuerpos, las enfermedades huyen, y retorna el don de la salud. _ A los condenados a una muerte dolorosa por la tisis, la fiebre y las úlceras, víctimas destinadas a la tumba, tú los arrancas de las fauces de la muerte. _ A tus ruegos, las mercancías arrastradas por un río desbordado flotan y remontan la corriente, empujadas por el poder de Dios. _ Ya que ahora, que habitas en las mansiones del cielo, tienes tanto poder, te pedimos: oye las preces de los que te suplicamos, y, después de escuchar nuestro ruego, concédelo. _ ¡Oh Trinidad siempre una!, ¡oh Dios uno siempre trino!, concédenos, por los ruegos de Cancio, los premios eternos. Amén.