[Officium] Impressionis Stigmatum S. Francisci [Hymnus Vespera] @Commune/C4:Hymnus Vespera:s/de la suprema alabanza/de las llagas de Cristo/ [Versum 1] V. Diste, Señor, a tu siervo Francisco. R. Las señales de nuestra redención. [Oratio] Señor Jesucristo, que para inflamar nuestros corazones con el fuego de tu amor, al enfriarse el mundo, renovaste en el cuerpo del bienaventurado Francisco las sagradas llagas de tu Pasión: concédenos propicio que, por sus méritos y preces, llevemos constantemente la cruz, y hagamos dignos frutos de penitencia. $Qui vivis [Lectio1] De la Epíst. de San Pablo a los Gálatas !Gal 5, 25-26; 6, 1-6 25 Si vivimos del Espíritu, andemos también según el Espíritu. 26 No seamos codiciosos de la gloria vana provocándonos y envidiándonos unos a otros. 1 Hermanos, si alguno fuere hallado en falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, cuidando de ti mismo, no seas también tentado. 2 Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo. 3 Porque si alguno se imagina ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. 4 Que cada uno examine sus obras, y entonces encontrará en sí solo, y no en los otros, el motivo de gloriarse; 5 pues cada uno tiene que llevar su propia carga. 6 El catecúmeno comunique todos sus bienes con el que le catequiza. [Lectio2] !Gal 6:7-13 7 No os engañéis; de Dios nadie se burla. 8 Lo que el hombre sembrare, eso cosechará. Quien sembrare en su carne, de la carne cosechará la corrupción; pero quien siembre en el Espíritu, del Espíritu cosechará la vida eterna. 9 No nos cansemos de hacer el bien, que a su tiempo cosecharemos si no desfallecemos. 10 Por consiguiente, mientras hay tiempo, hagamos bien a todos, pero especialmente a los hermanos en la fe. 11 Ved con qué grandes letras os escribo de mi propia mano. 12 Los que quieren gloriarse en la carne, ésos os fuerzan a circuncidaros, sólo para no ser perseguidos por la cruz de Cristo. 13 Ni los mismos circuncidados guardan la Ley, pero quieren que vosotros os circuncidéis para gloriarse en vuestra carne. [Lectio3] !Gal 6:14-18 14 Cuanto a mí, no quiera Dios que me gloríe sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo; 15 que ni la circuncisión es nada ni el prepucio, sino la nueva criatura. 16 La paz y la misericordia serán sobre cuantos se ajusten a esta regla y sobre el Israel de Dios. 17 Por lo demás, que nadie me moleste, que llevo en mi cuerpo las señales de Jesús. 18 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea, hermanos, con vuestro espíritu. Amén. [Lectio4] De los Comentarios de S. Buenaventura, Obispo. !Leyenda de S. Francisco, cap. 17. Francisco, siervo y ministro fiel de Jesucristo, se retiró dos años antes de morir, al monte Alvernia, para practicar un ayuno de 40 días en honor de San Miguel Arcángel. Ocurrió entonces que, sintiéndose lleno de las dulzuras espirituales propias de la contemplación, con que habitualmente se veía favorecido, y más abrasado cada vez en la llama de los celestiales deseos, comenzó a experimentar una afluencia de todos los dones sobrenaturales. Así, pues, mientras el seráfico ardor le transportaba hacia Dios, y un sentimiento de compasión le transformaba en aquel que quiso, por un exceso de amor, morir crucificado, hallándose una mañana en oración en la ladera de la montaña (a los pocos días de la Exaltación de la Santa Cruz), vio aparecérsele una especie de Serafín de seis alas brillantes y encendidas, que bajando del cielo en un raudo vuelo, se detuvo cerca del santo, al cual le pareció verle, no sólo con seis alas, sino además crucificado, con las manos y pies clavados en cruz, y las alas dispuestas a entrambos lados, de suerte que dos de ellas se levantaban sobre su cabeza, otras dos estaban desplegadas en actitud de vuelo, y con las dos restantes envolvía su cuerpo. Esta visión sumió en honda admiración a Francisco, penetrando su alma de un placer mezclado de dolor; pues si bien se gozaba a la vista familiar y bendita del Ángel, la crueldad de la crucifixión que contemplaba atravesaba su alma con una espada de dolorosa compasión. [Lectio5] Francisco sabía que el sufrimiento es incompatible con la inmortalidad de un espíritu seráfico; iluminado, empero, interiormente por aquel mismo que se le manifestaba, comprendió que si una visión de este género se había mostrado a sus ojos, era para enseñarle que no es el martirio del cuerpo, sino los ardores del corazón, lo que transforma el alma amiga de Jesucristo en perfecta imagen del divino crucificado. Al desaparecer la visión, después de departir íntimamente con Francisco, le dejó el alma inflamada en seráficos ardores y el cuerpo marcado con heridas semejantes a las que deja una crucifixión; como si, fundida y reblandecida su carne por la acción del fuego, hubiese recibido de súbito la impresión de un sello. Pues al momento se hicieron visibles en sus manos y pies las marcas de los clavos, con las cabezas grabadas en la palma de las manos y en la parte superior de los pies, y las puntas en el lado opuesto. Su costado derecho ofrecía una cicatriz roja, como la de una lanzada; más de una vez le manó de allí una sangre sagrada, mojando la túnica y sus vestidos. [Lectio6] Transformado en un hombre nuevo por este inaudito y sorprendente prodigio (era, en efecto, el primer caso de un hombre marcado, o mejor aún, adornado con las sagradas llagas), descendió de la montaña llevando en sí la imagen del Crucificado, esculpida, no en piedra ni en madera por un artista, sino en su propia carne por el dedo del Dios vivo. Como sabía que “es bueno mantener oculto el secreto del rey”, esforzábase aquel hombre, conocedor del misterio obrado en él por el Rey divino, en ocultar a los demás los estigmas. Mas a Dios corresponde revelar para gloria suya las grandes cosas por Él realizadas; así, el mismo Señor, que había impreso en secreto aquellas señales, quiso darlas a conocer por medio de milagros, haciendo que por los prodigios resplandeciera su virtud escondida y maravillosa. El aniversario de este hecho, tan digno de admiración, tan claramente comprobado, y enaltecido con grandes alabanzas y la concesión de favores especiales en las bulas pontificias, quiso el papa Benedicto XI que se celebrara una solemnidad, extendida más tarde por el Sumo Pontífice Paulo V a toda Iglesia, y destinada a encender en los corazones de los fieles el amor a Jesucristo crucificado. [Lectio94] Transformado en un hombre nuevo por este inaudito y sorprendente prodigio (era, en efecto, el primer caso de un hombre marcado, o mejor aún, adornado con las sagradas llagas), descendió de la montaña llevando en sí la imagen del Crucificado, esculpida, no en piedra ni en madera por un artista, sino en su propia carne por el dedo del Dios vivo. Como sabía que “es bueno mantener oculto el secreto del rey”, esforzábase aquel hombre, conocedor del misterio obrado en él por el Rey divino, en ocultar a los demás los estigmas. Mas a Dios corresponde revelar para gloria suya las grandes cosas por Él realizadas; así, el mismo Señor, que había impreso en secreto aquellas señales, quiso darlas a conocer por medio de milagros, haciendo que por los prodigios resplandeciera su virtud escondida y maravillosa. El aniversario de este hecho, tan digno de admiración, tan claramente comprobado, y enaltecido con grandes alabanzas y la concesión de favores especiales en las bulas pontificias, quiso el papa Benedicto XI que se celebrara una solemnidad, extendida más tarde por el Sumo Pontífice Paulo V a toda Iglesia, y destinada a encender en los corazones de los fieles el amor a Jesucristo crucificado. &teDeum [Responsory8] R. Líbreme Dios de gloriarme sino en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo; * Por quien el mundo está crucificado para mí, y yo lo estoy al mundo. V. Pues llevo los estigmas del Señor Jesús en mi cuerpo. R. Por quien el mundo está crucificado para mí, y yo lo estoy al mundo. &Gloria R. Por quien el mundo está crucificado para mí, y yo lo estoy al mundo. [Hymnus Laudes] @Commune/C5::s/voló\nde la vida terrena al cielo/recibió\rlos estigmas de Cristo/