[Officium] S. Augustini Episcopi et Confessoris et Ecclesiæ Doctoris [Name] Agustín [Oratio] Atiende, omnipotente Dios, a nuestras súplicas; y puesto que nos concedes esperar confiados en tu bondad, por la intercesión del bienaventurado Agustín, tu Confesor y Pontífice, otórganos benigno el efecto de tu acostumbrada misericordia. $Per Dominum [Lectio4] Agustín, nacido en Tagaste, África, de padres honorables, no tardó en aventajar en conocimientos a los demás niños de su edad. Siendo adolescente, en Cartago, cayó en la herejía de los Maniqueos. Más tarde fue a Roma, y de allí a Milán, ocupando una plaza de maestro de elocuencia, siendo en esta ciudad uno de los más asiduos oyentes de San Ambrosio. Impulsado por éste a estudiar los dogmas católicos, recibió de sus manos el bautismo a la edad de 33 años. De vuelta a África, unió a sus prácticas religiosas una pura conducta, siendo ordenado presbítero por Valerio, obispo de Hipona, de gran santidad. Entonces instituyó Agustín una familia religiosa, con quienes vivió y trabajó en común, ocupándose de formarles en la doctrina y práctica de la vida apostólica. Pero ante el avance de la herejía maniquea, se dedicó a atacarla confundiendo al heresiarca Fortunato. [Lectio5] La piedad de Agustín movió a Valerio a tomarlo como coadjutor en su cargo episcopal. Nadie fue más humilde que nuestro Santo. Su lecho y su vestido eran muy modestos, su mesa muy sencilla, y sazonaba las comidas con santas lecturas o conversaciones edificantes. Era tan compasivo para los pobres que, en una ocasión, falto de recursos, hizo romper los vasos sagrados para remediar su indigencia. Evitó la familiaridad con las mujeres, sin exceptuar ni a sus mismas hermana y sobrina: decía que aunque nadie sospecharía de él tratándose de parientes, no ocurriría quizás lo mismo con las demás que en su casa podrían estar de visita. Nunca omitió la predicación de la divina palabra, excepto por grave enfermedad. No cesó de combatir a los herejes de palabra y por escrito, no permitiéndoles establecerse en ningún lugar. Así logró librar en parte a África de maniqueos, donatistas, pelagianos y otras sectas. [Lectio6] Con sus muchos libros llenos de piedad, agudeza, ingenio y elocuencia, ilustró los dogmas cristianos: a él siguieron principalmente los que más tarde aplicaron a la enseñanza de la teología método y razonamiento. Mientras los vándalos devastaban África, y llevaban sitiando Hipona tres meses, Agustín cayó enfermo de fiebre. Viendo cerca el fin de su vida, se hizo poner delante los Salmos penitenciales de David, y los leía derramando lágrimas. Y decía con frecuencia: “Nadie, aunque no tenga conciencia de ningún pecado, debería dejar este mundo sin haber hecho penitencia”. Gozando, pues, de pleno conocimiento, y entregado a la oración, rodeado de sus hermanos, a quienes exhortaba a la caridad, a la piedad y a todas las virtudes, voló al cielo, tras una vida de 76 años, 36 de los cuales los pasó siendo Obispo. Su cuerpo, que fue llevado a Cerdeña, luego fue rescatado a gran precio por Luitprando, rey de los lombardos, y trasladado a Pavía, donde se le dio honrosa sepultura. [Lectio94] Agustín nació de buenos padres en Tagaste, África; pronto superó a sus compañeros en el aprendizaje. Cuando era joven, y estaba en Cartago, cayó en la herejía maniquea. Más tarde fue a Roma y luego a Milán para enseñar retórica. En Milán, Santa Mónica, su madre, lo persuadió para que escuchara al obispo S. Ambrosio, quien lo impulsó a estudiar los dogmas de la fe católica, y lo bautizó cuando tenía 33 años. Volviendo a África, Agustín llevó una vida regida por la religión y la santidad, y fue hecho sacerdote por Valerio, obispo de Hipona, famoso por su santidad. En este mismo período fundó una comunidad religiosa con la que vivía, participando en su vida y culto mientras los entrenaba con mucho cuidado en la vida apostólica y la enseñanza. Movido por su devoción, Valerio lo convirtió en su obispo coadjutor. Escribió muchas obras notables por su devoción, sutileza y difusividad, para combatir herejías y arrojar luz sobre la enseñanza cristiana. Cuando los vándalos invadieron África devastando Hipona, sitiada tres meses, estaba con fiebre y se fue al Señor a los 76 años de edad. Su cuerpo fue enterrado en Cerdeña y luego en Pavía, donde es venerado. &teDeum