[Officium] S. Ludovici Confessoris [Oratio] Oh Dios, que de un reino terreno elevaste a San Luis, tu Confesor, a la gloria del reino celestial; te suplicamos que, por sus méritos e intercesión, nos hagas partícipes de la gloria del Rey de los reyes, Jesucristo tu Hijo. Que contigo vive. $Qui tecum [Lectio4] Luis IX ocupó el trono de Francia a los doce años, por la muerte de su padre; fue educado muy piadosamente por la reina Blanca, su madre. Habiendo caído enfermo a los veinte años de su reinado, concibió reconquistar Jerusalén; y recobrada la salud recibió el estandarte de manos del Obispo de París. Atravesó el mar con un gran ejército, derrotando en un primer combate a los sarracenos. Pero habiendo muerto muchos de sus soldados víctimas de la peste, fue vencido y hecho prisionero. [Lectio5] Por un tratado con los sarracenos, el rey y su ejército recobraron la libertad. Permaneció aún cinco años en el Oriente, donde rescató de la esclavitud a multitud de cristianos, convirtió numerosos infieles y reedificó a sus expensas varias poblaciones pertenecientes a los cristianos. La muerte de su madre le obligó a volver a Francia, donde se consagró por entero a obras piadosas. [Lectio6] Construyó muchos monasterios y hospicios para los pobres; socorría a los indigentes y visitaba con frecuencia a los enfermos, a los cuales los hacía cuidar a sus expensas, y les daba con sus propias manos lo que necesitaban. Vestía sencillamente, y castigaba su cuerpo con cilicios y ayunos. Surcó de nuevo el mar para combatir contra los sarracenos, pero cuando acababa de establecer su campamento frente al enemigo, murió de la peste, diciendo: “Entraré, Señor, en vuestra casa, os adoraré en vuestro templo santo y glorificaré vuestro nombre”. Su cuerpo se trasladó a París; se conserva y venera en la iglesia de San Dionisio. Su cabeza, se guarda en la Santa Capilla. Glorificado por grandes milagros, fue canonizado por el papa Bonifacio VIII. [Lectio94] Luis IX, rey de Francia, fue educado piadosamente por su madre Blanca. Cruzó el mar con un ejército muy grande para reconquistar Jerusalén, y en la primera batalla puso a los sarracenos en fuga. Pero como muchos de sus soldados habían muerto de peste, fue vencido y cayó prisionero. Cuando se concluyó un tratado, fue liberado. En Oriente redimió a muchos cristianos y convirtió a muchos a la fe de Cristo. Cuando regresó a Francia, construyó numerosos monasterios y hospicios para los pobres, a quienes ayudó con su liberalidad, y con frecuencia visitaba a los enfermos y los ayudaba. Vestía con sencillez y mortificaba su cuerpo con cilicios y ayunos. Cruzó el mar otra vez para luchar contra los sarracenos y, cuando ya había establecido su campamento ante ellos, murió de la peste, diciendo: Entraré en tu casa, te adoraré en tu santo templo y glorificaré tu nombre. &teDeum