[Officium] Secunda die infra Octavam S. Laurentii [Lectio4] Sermón de San Agustín, Obispo. !Sermón 30 de los Santos. Creo que ya conocéis la pasión del Santo Mártir Lorenzo, cuyo natalicio celebramos hoy, y no dudo que sepáis cuanto hubo de soportar en su persecución. Tanta es la gloria de su martirio, que con su pasión alumbró el mundo entero. Y esta luz con que Lorenzo alumbró el mundo es la del fuego en que ardió, y las llamas que sufrió son las que caldean el corazón de todos los Cristianos. [Lectio5] ¿Quién hay que no sepa que Lorenzo prefirió arder en fuego terrenal, antes que en el de la gehena eterna? Por el ejemplo de san Lorenzo somos llamados al martirio, y encendidos en la fe, nos calentamos en el calor de la devoción. Pues si bien nos falta el fuego de nuestros perseguidores, no nos falta el de la fe. No arde nuestro cuerpo por Cristo, sino nuestro corazón. No enciende mi perseguidor fuego contra mí, sino que dentro de mí se enciende el fuego del deseo por el Salvador. [Lectio6] Leemos en el Evangelio que el Salvador tiene su fuego, cuando dice el Señor: «He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo!». Este fuego fue el que ardía en los dos discípulos, cuando dijeron: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?». Ardiendo en este fuego, san Lorenzo no sintió las llamas del fuego terrenal, y ardiendo en deseos de Cristo, no sintió los tormentos de sus perseguidores. [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio según San Juan. !Jn 12:25-27 En aquel tiempo: En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. Y lo que sigue. _ Homilía de San Agustín, Obispo. !Tratado 51 de san Juan. Cuando llegan las cosas al punto de tener que hacer una elección, bien romper la ley de Dios, o despedirse de la vida, cuando un hombre ha de escoger entre estas dos cosas, y su perseguidor lo amenaza con la muerte, que escoja ser muerto por su Dios amado, antes que ofenderle y seguir con vida. De tal modo odiará en este mundo su alma, y la guardará para la vida eterna. «El que quiera servirme, que me siga». ¿Y qué es «seguirme» sino «imitarme»? Cristo sufrió por nosotros, dice el Apóstol Pedro, dándonos ejemplo para que sigamos sus pasos. [Lectio8] Mirad lo que dejó dicho: «El que quiera servirme, que me siga». Pero, ¿tras de qué fruto? ¿De qué merced? ¿De qué premio? «Y donde esté yo, allí también estará mi servidor». Hemos de amarle por Él mismo, si la recompensa de servirle ha de ser estar con Él. ¿Qué lugar es bueno si no está él, o qué momento puede ser mal si él está? «A quien me sirva, mi Padre lo honrará». ¿Con qué honor, sino con el de estar con su Hijo? Lo que dijo antes, «y donde esté yo, allí también estará mi servidor», queda explicado por lo que dice después, «mi Padre lo honrará». ¿Qué mayor honor puede recibir un hijo adoptado que estar en el mismo lugar que el hijo único, no en igualdad con la naturaleza divina, sino en compañía eterna con él?