[Officium] Vigilia de S. Lorenzo, Mártir [Oratio] Atiende, Señor, a nuestras súplicas; y por la intercesión del bienaventurado Lorenzo, Mártir tuyo, cuya festividad prevenimos, otórganos benignamente perpetua misericordia. $Per Dominum [Lectio1] Lectura del santo Evangelio según San Mateo !Mt 16:24-27 En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz, y sígame. Y lo que sigue. _ Homilía de San Gregorio, Papa !Homilia 32 sobre el Evangelio Porque nuestro Señor y Redentor vino al mundo como nuevo hombre dio al mundo nuevos preceptos, pues a nuestra antigua vida, alimentada por los vicios, impuso el deber de transformarse en una vida nueva. ¿Qué pretendía el hombre viejo y carnal, sino retener lo suyo, arrebatando lo ajeno cuando le era posible, y deseándolo, si no podía? Mas el médico celeste dio remedios adecuados a cada uno de los vicios. Pues así como en el arte de la medicina, lo caliente se cura con lo frío y lo frío con lo caliente, así nuestro Señor opuso medicinas contrarias a los pecados, enseñando a los deshonestos continencia, generosidad a los avaros, mansedumbre a los iracundos, y humildad a los soberbios. [Lectio2] Es verdad que al proponer nuevos mandamientos a los que le seguían, dijo: Si alguno no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Como si dijera: Los que siguiendo la vida antigua deseabais lo ajeno, si deseáis una vida nueva, dad de lo vuestro. Oigamos ahora lo que enseña: “El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo”. Antes se nos ha dicho que renunciemos a nuestras cosas, ahora nos amonesta a que renunciemos a nosotros mismos. Algunas veces no es muy difícil que el hombre renuncie a lo que tiene, pero ciertamente lo es mucho dejarse a sí mismo. Es cosa pequeña sacrificar lo que tenemos, pero es cosa muy grande sacrificar lo que somos. [Lectio3] El Señor ordenó a los que le seguían que renunciasen a todas las cosas, y esto porque cuantos nos preparamos para el combate de la fe, emprendemos una lucha contra los espíritus malignos. Ahora bien, éstos nada poseen de propio en este mundo; es preciso, pues, que luchemos desnudos con los que están desnudos. Pues si uno que está vestido pelea con otro que nada viste, será echado por tierra, ya que tiene de qué poderle asir. Y a la verdad, ¿qué son todas las cosas terrenas, sino como una especie de vestidos? De consiguiente, el que va a emprender una lucha contra el diablo, arroje de sí los vestidos para que no sucumba.