[Officium] S. Apollinaris Episcopi et Martyris [Oratio] Oh Dios, remunerador de las almas fieles, que consagraste este día con el martirio del bienaventurado Apolinar, sacerdote tuyo, te rogamos nos concedas a nosotros, siervos tuyos, que consigamos el perdón por las preces de aquel cuya veneranda festividad celebramos. $Per Dominum [Lectio4] Apolinar se trasladó a Roma desde Antioquía, junto con San Pedro, el cual le ordenó Obispo y le envió a Ravena para predicar el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Como convirtiera en esta ciudad a muchas almas a la fe cristiana, fue detenido por los sacerdotes de los ídolos y golpeado cruelmente. Merced a sus oraciones, un noble personaje, Bonifacio, mudo desde largo tiempo, recobró el habla, y una hija suya fue librada de un espíritu inmundo: estos milagros promovieron una nueva sedición contra el Santo. Le azotaron con varas y le obligaron a andar descalzo sobre carbones encendidos; mas viendo que el fuego de estos carbones no le quemaba, le expulsaron de la ciudad. [Lectio5] Permanació oculto algún tiempo entre algunos cristianos, y luego se marchó a Emilia, donde resucitó a la hija del patricio Rufino; este milagro movió a toda la familia del mismo a creer en Jesucristo. Muy enojado el prefecto al saberlo, llamó a Apolinar y le intimó a que dejara de propagar la fe de Jesucristo en la ciudad. Mas no habiendo Apolinar hecho caso de tales órdenes, fue atormentado en el potro, le echaron agua hirviendo en las heridas y le golpearon la boca con una piedra; luego, le arrojaron encadenado a la cárcel. Cuatro días después, le embarcaron con destino al destierro; mas, tras un naufragio, llegó a Misia; de allí pasó a orillas del Danubio, y luego a Tracia. [Lectio6] Durante la permanencia en aquel país, el demonio se negó a dar respuestas en el templo de Serapis. Buscaron entonces a Apolinar, y habiéndolo encontrado, obligáronle de nuevo a embarcarse. Regresó a Ravena, en donde los mismos sacerdotes de los ídolos le volvieron a acusar, y le pusieron bajo la custodia de un centurión. Mas éste, que adoraba en secreto a Jesucristo, facilitó de noche su evasión. Al enterarse los satélites, salieron en busca suya, le hirieron y lo dejaron por muerto en el camino. Recogido por los cristianos, les exhortó a perseverar en la fe, muriendo siete días después, coronado con la gloria del martirio. Su cuerpo fue sepultado cerca de las murallas de la ciudad. [Lectio94] Apolinar vino de Antioquía a Roma con San Pedro, quien lo ordenó como obispo y lo envió a Rávena a predicar el Evangelio de Jesucristo. Cuando Apolinar había convertido a muchos paganos a la fe en Cristo, fue capturado por los sacerdotes de los ídolos y golpeado severamente. Cuando sus oraciones devolvieron la palabra a un noble llamado Bonifacio que había estado mudo durante mucho tiempo, y liberó a su hija de un espíritu inmundo, se volvió a levantar una conmoción contra Apolinar, y sufrió muchos tipos de tormentos. Luego, predicando el Evangelio por toda Emilia, alejó a muchas personas de la idolatría. Volvió a Ravena, exhortó a los cristianos a la constancia en la fe y murió la gloriosa muerte de un mártir. Su cuerpo fue enterrado cerca de la muralla de la ciudad. &teDeum [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio según San Lucas !Lc 22:24-30 En aquel tiempo: Suscitose entre los discípulos una contienda sobre quién de ellos sería reputado el mayor. Y lo que sigue. _ Homilía de San Ambrosio, Obispo. !Lección 10 sobre San Lucas, cap. 22 y sobre San Juan, 18, 36. El reino de Dios no es de este mundo. El hombre no tiene ningún medio para hacerse igual a Dios; pero debe aspirar a asemejársele. Únicamente en Jesucristo se halla la imagen perfecta de Dios; ya que se identifica con su Padre, cuyo resplandor se manifiesta plenamente en su persona. En cuanto al justo, es imagen de Dios cuando, iluminado por su conocimiento y deseoso de imitar la conducta divina, tiene en poco este mundo tan bajo, y, saciándose del mismo Verbo, alimento vivificante de las almas, desprecia los placeres de la tierra; comamos, pues, el cuerpo de Jesucristo para participar de la vida eterna. [Lectio8] Porque no se nos ha prometido como recompensa comer y beber, sino la comunicación de la gracia celestial y de la vida eterna. Los doce tronos no son sitiales para sentarse corporalmente. Sino que, así como Jesucristo, por razón de su igualdad con Dios, juzga las almas según el conocimiento íntimo que tiene de ellas y no según un interrogatorio que las obligue a declarar sus acciones, premiando la virtud y condenando la impiedad, así también los Apóstoles están destinados e instituidos para ejercer un juicio espiritual en virtud del cual la fe es recompensada y la incredulidad odiada; rechazan con energía el error y persiguen con odio santo los sacrilegios. [Lectio9] Convirtámonos, y procuremos que no haya entre nosotros, para perdición, disputas sobre los primeros lugares. La que sostuvieron los Apóstoles sobre esto, no se narra para que nos sirva de excusa sino para que estemos sobre aviso. Si Pedro no se convirtió del todo hasta el fin, a pesar de haber seguido al Señor ya desde el principio, ¿quién podrá jactarse de una conversión total realizada rápidamente? Huyamos, pues, de la jactancia, y del mundo. El Apóstol que dijo: “He aquí que lo hemos dejado todo y os hemos seguido”, recibió la orden de dejar a sus hermanos. &teDeum