[Officium] S. Mariæ Magdalenæ Pœnitentis [Hymnus Vespera] v. ¡Oh Padre de la luz celestial!, cuando miras a Magdalena, enciendes en ella llamas de amor, y derrites el hielo de su corazón. _ Herida de amor, corre a ungir tus pies divinos, a lavarlos con lágrimas, a enjugarlos con sus cabellos y besarlos. _ No teme estar junto a la cruz, se acerca con ansiedad al sepulcro, no teme a los feroces soldados; la caridad ahuyenta el temor. _ ¡Oh Cristo, caridad verdadera!, lava nuestros pecados, llena de gracia nuestros corazones, danos la recompensa del cielo. _ * Gloria sea dada al Padre, y al Hijo, y a Ti, ¡oh Espíritu Santo!, hoy, como ayer, y por todos los siglos. Amén. [HymnusM Vespera] v. ¡Oh Padre de la luz celestial!, cuando miras a Magdalena, enciendes en ella llamas de amor, y derrites el hielo de su corazón. _ Herida de amor, corre a ungir tus pies divinos, a lavarlos con lágrimas, a enjugarlos con sus cabellos y besarlos. _ No teme estar junto a la cruz, se acerca con ansiedad al sepulcro, no teme a los feroces soldados; la caridad ahuyenta el temor. _ ¡Oh Cristo, caridad verdadera!, lava nuestros pecados, llena de gracia nuestros corazones, danos la recompensa del cielo. _ Gloria sea dada al Padre, y al Hijo, y a Ti, ¡oh Espíritu Santo!, hoy, como ayer, y por todos los siglos. Amén. [Ant 1] Una mujer * de la ciudad, una pecadora, vino con un frasco de perfume, y colocándose detrás junto a los pies del Señor, se puso a regarle los pies con sus lágrimas y se los enjugaba con sus cabellos. [Oratio] Te rogamos, Señor, que nos auxilien los sufragios de la bienaventurada María Magdalena, por cuyas preces resucitaste del sepulcro a su hermano Lázaro, después de cuatro días de yacer muerto. $Qui vivis [Invit] Alabemos a nuestro Dios. * En la conversión de María Magdalena. [Hymnus Matutinum] v. María, con sus castos ósculos besa los pies del Señor; los baña con sus lágrimas, y con sus cabellos los enjuga; con el nardo los perfuma. _ * A Dios Padre sea la gloria, y al Hijo su Unigénito, juntamente con el Espíritu Paráclito, ahora y por todos los siglos. Amén. [HymnusM Matutinum] v. María, con sus castos ósculos besa los pies del Señor; los baña con sus lágrimas, y con sus cabellos los enjuga; con el nardo los perfuma. _ A Dios Padre sea la gloria, y al Hijo su Unigénito, juntamente con el Espíritu Paráclito, ahora y por todos los siglos. Amén. [Lectio1] Del Cantar de los Cantares !Cant 3:1-4 1 En mi lecho, por la noche, busqué al amado de mi alma, busquele, y no lo hallé. 2 Me levanté y di vueltas por la ciudad, por las calles y las plazas, buscando al amado de mi alma. Busquele y no le hallé. 3 Encontráronme los centinelas que hacen la ronda en la ciudad: ¿Habéis visto al amado de mi alma? En cuanto los había traspasado, hallé al amado de mi alma. 4 Le así para no soltarlo hasta introducirlo en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me engendró. [Responsory1] @Tempora/Pasc0-1::s/[Aa]ll.*//g [Lectio2] !Cant 8:1-4 1 ¡Quién me diese que fueses hermano mío, amamantado a los pechos de mi madre, para que al encontrarte en la calle pudiera besarte sin que me despreciaran! 2 Yo te llevaría y te introduciría en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me engendró, y te daría a beber del vino adobado y del mosto de granados. 3 Su izquierda descansa bajo mi cabeza y su diestra me abraza. 4 Os conjuro, hijas de Jerusalén, que no despertéis ni inquietéis a mi amada hasta que a ella le plazca. [Responsory2] R. Congratulaos conmigo todos los que amáis al Señor, porque me ha aparecido el que buscaba: * Y mientras lloraba en el sepulcro, he visto a mi Señor, aleluya. V. Cuando los discípulos se marcharon, yo me quedé, y abrasada en el fuego de su amor, ardía en deseos. R. Y mientras lloraba en el sepulcro, he visto a mi Señor, aleluya. [Responsory2] (rubrica 1960) @:Responsory3 [Lectio3] !Cant 8:5-7 5 ¿Quién es esta que sube del desierto apoyada sobre su amado? Esposo. Yo te desperté debajo del manzano, allí donde te concibió tu madre, donde te concibió la que te engendró. 6 Ponme como un sello sobre tu corazón, ponme en tu brazo como sello. Que es fuerte el amor como la muerte y son como el “seol” duros los celos. Son sus dardos saetas encendidas, son llamas del Señor. 7 No pueden aguas copiosas extinguirlo ni arrastrarlo los ríos. Si uno diera por el amor toda la hacienda de su casa, sería sobremanera despreciado. [Responsory3] R. Han quitado a mi Señor e ignoro el lugar donde lo han puesto. Le dijeron los ángeles: Mujer, ¿Por qué lloras? Resucitó, como dijo; * Os precederá a Galilea, allí le veréis. V. Mientras lloraba se inclinó y miró hacia el sepulcro, y vio a dos ángeles vestidos de blanco que estaban sentados, y le dijeron. R. Os precederá a Galilea, allí le veréis. &Gloria R. Os precederá a Galilea, allí le veréis. [Lectio4] Sermón de San Gregorio, Papa. !Homilía 25 sobre los Evangelios. Magdalena, que había sido conocida en la ciudad como pecadora, lavó con lágrimas las manchas de sus crímenes amando la verdad; se cumplió en ella esta palabra de la Verdad: “Le han sido perdonados muchos pecados porque ha amado mucho”. La que antes se había mantenido fría pecando, se convirtió en fervorosa al amar con ardor. No se apartó del sepulcro del Señor, ni aun cuando los discípulos se marcharon; no habiéndolo encontrado, siguió buscándolo; le buscaba llorando, abrasada en el fuego de su amor, ardía en ansias de encontrar al que creía se habían llevado. Por eso la única que se quedó para buscarlo, fue la única que le vio; porque la eficacia de la obra buena depende de la perseverancia. [Lectio5] Empezó a buscarle sin que le hallase; mas perseverando consiguió encontrarlo. Porque sus deseos crecieron con la tardanza, y al crecer encontraron lo que anhelaban. Sobre esto, el Cantar de los Cantares pone en boca de la mística Esposa, la Iglesia, estas palabras; “He buscado durante las noches en mi lecho al amado de mi alma”. Buscamos al amado en el lecho, cuando, durante el descanso que nos permite la vida presente, el deseo de ver al Salvador nos mueve a suspirar por Él. Le buscamos en la noche; porque aunque nuestro espíritu esté en vela pensando en Él, nuestros ojos están aún cubiertos de tinieblas. [Lectio6] Decídase de una vez, el que no encuentre a su amado, a levantarse y a dar la vuelta por la ciudad; es decir: recorra con las investigaciones de su espíritu la Iglesia de los elegidos. Búsquele por las calles y plazas; es decir: observe a los que frecuentan las vías más angostas y las más anchas, para ver si descubre algún vestigio del amado: porque no faltan personas que, aun en medio del mundo, presentan algunas acciones virtuosas dignas de imitación. Pero en medio de nuestra búsqueda hemos dado con los centinelas de la ciudad: son los santos Padres, que velan por la seguridad de la Iglesia; ellos salen al paso de nuestros buenos deseos, para instruirnos con sus discursos y sus escritos. Tras dejarlos un poco atrás, es cuando encontramos al objeto de nuestro amor. Porque si nuestro humilde Salvador se ha hecho igual a los hombres por su humanidad, les ha aventajado siempre por su divinidad. [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio según San Lucas !Lc 7:36-50 En aquel tiempo: Uno de los fariseos rogó a Jesús que fuera a comer con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se puso a la mesa. Y lo que sigue. _ Homilía de San Agustín, Obispo. !Libro 50, hom. 23. Habéis escuchado con atención el Evangelio que se os acaba de leer, y el hecho que narra ha sido descrito ante la mirada de vuestro espíritu. Habéis visto, no con los ojos corporales sino con los del alma, a Nuestro Señor Jesucristo, sentarse a la mesa de un fariseo, cuya invitación no ha despreciado. Habéis visto a una mujer, muy conocida en la ciudad por su mala reputación, penetrar en la sala sin haber sido invitada a la cena que han ofrecido al médico de su alma, y atreverse con santa osadía a pedirle su curación. Su presencia resulta importuna en un festín, pero no lo es en orden al beneficio que espera conseguir. Magdalena conocía, en efecto, la gravedad de su mal, y sabía que aquél a quien había venido a encontrar era capaz de curarla. [Lectio8] No se puso cerca de la cabeza del Señor, sino de sus pies, buscando las huellas de la virtud después de errar por los caminos del vicio. Primero da curso a las lágrimas que brotan de su corazón, lavando los pies del divino Maestro con la humilde confesión de sus pecados. Después de enjugarlos con sus cabellos, los besa y derrama en ellos perfumes. Su silencio es un verdadero lenguaje; ni una palabra sale de su boca, pero no puede expresar mejor su devoción. Mas al verla tocar al Salvador, bañar con lágrimas sus plantas, enjugarlas, y cubrirlas de besos y de perfumes, el fariseo que había invitado a nuestro Señor Jesucristo, y que pertenecía a aquellos hombres soberbios de quienes dice el Profeta Isaías: “Los cuales dicen: Apártate de mí, no te acerques, porque yo soy puro”, conjeturó que el Salvador no sabía quién era aquella mujer. [Lectio9] Oh fariseo que invitas al Señor, y te atreves a juzgarlo despectivamente; tú le alimentas, sin comprender que es Él quien debe alimentarte. ¿Por qué piensas que desconoce el pasado de esta mujer? ¿Porque permite que se aproxime, que bese sus plantas, las enjugue y las perfume? ¿Pues qué? ¿No debía permitirse a una mujer impura tocar unos pies tan puros? Si aquella mujer se hubiese acercado a los pies del fariseo, la habría éste rechazado con aquellas palabras que pone Isaías en boca de los orgullosos: “Apártate de mí; no me toques, porque yo soy puro”. Se aproximó, en cambio, al Señor; se acercó manchada, para ser purificada; enferma, para ser sana; se acercó confesando sus faltas, para volverse profesando su fe. &teDeum [Hymnus Laudes] v. ¡Oh Hijo Unigénito del eterno Padre, que llamas al alcázar de la gloria el corazón penitente de Magdalena!, míranos con rostro benigno. _ La dracma perdida ha sido repuesta en el real tesoro; y la perla preciosa, limpia del lodo, supera en esplendor a las estrellas. _ ¡Oh Jesús, medicina de nuestras heridas, única esperanza de los penitentes!; borra, por las lágrimas de Magdalena, nuestros pecados. _ ¡Oh clementísima Madre de Dios!, conduce a los tristes hijos de Eva desde el mar tempestuoso de esta vida al puerto de salvación. _ Gloria sea dada al Dios Único, que, con su gracia, tan diversa en sus formas, perdona las culpas de los pecadores y da la recompensa. Amén. [Versum 2] V. Dios la eligió y la predestinó. R. La hizo morar en su templo santo. [Ant 2] María * ungió los pies de Jesús y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó con la fragancia del perfume. [Ant 3] Una mujer * de la ciudad, una pecadora, vino con un frasco de perfume, y colocándose detrás junto a los pies del Señor, se puso a regarle los pies con sus lágrimas y se los enjugaba con sus cabellos.