[Officium] Ss. Cyrilli et Methodii Pont. et Conf. [Hymnus Vespera] v. Cantad, oh pueblos fieles, a los dos vencedores que hoy celebran su entrada en las moradas del cielo; a los que constituyen la doble columna, la doble gloria de las naciones eslavas. _ Un común amor junta a los dos hermanos; una misma piedad los arranca al desierto; ansían llevar a numerosos pueblos los gérmenes de la vida. _ Derraman sobre los Búlgaros, los Moravos y los Bohemios los resplandores de la luz que brilla en las celestiales moradas; conducen en multitud esos pueblos bárbaros al redil de Pedro. _ Oh vosotros, que ceñís una corona tejida con vuestros méritos, dejaos conmover por las lágrimas de los que os ruegan: conservad al pueblo Eslavo los tesoros con que en otro tiempo le enriquecisteis. _ Que la tierra generosa que os invoca conserve fielmente la pureza de la fe en la verdad eterna: Roma fue la primera en procurarle la salvación; ella seguirá procurándosela siempre. _ Oh Creador y Redentor del linaje humano, cuya bondad nos concede todo bien, a Vos se den gracias y se glorifique por todos los siglos. Amén. [Versum 1] V. Que tus sacerdotes se vistan de santidad. R. Y se alegren los fieles. [Ant 1] ¡Qué hermosos los pies * de los que anuncian la Buena Noticia del bien!, que dicen en Sion: Reinará tu Dios. [Oratio] Omnipotente y eterno Dios, que concediste a los pueblos eslavos el llegar al conocimiento de tu nombre por medio de los bienaventurados Cirilo y Metodio, otórganos la consecución de la compañía de aquellos en cuya felicidad nos gloriamos. $Per Dominum. [Lectio4] !De la Carta Encíclica del papa León XIII. Cirilo y Metodio eran hermanos. Nacidos en Tesalónica, de padres muy nobles, trasladáronse muy pronto a Constantinopla para estudiar las artes liberales en la capital del Oriente. Ambos hicieron grandes progresos en poco tiempo, distinguiéndose sobre todo Cirilo, el cual adquirió tal reputación, que por una especial distinción le daban el nombre de filósofo. Metodio abrazó la vida monástica; Cirilo llegó a hacerse digno de que la emperatriz Teodora, por consejo del Patriarca Ignacio, le confiara la misión de instruir en la fe cristiana a los Cázaros, que habitaban más allá del Quersoneso. Instruidos estos pueblos por sus predicaciones y movidos por la gracia de Dios, después de renunciar a muchas supersticiones, abrazaron la fe de Jesucristo. Una vez constituida la nueva comunidad de cristianos, Cirilo se apresuró a volver a Constantinopla para retirarse al monasterio de Polícrono, en donde residía Metodio. Pero entre tanto llegó a Ratislao, príncipe de Moravia, la fama de los éxitos alcanzados más allá del Quersoneso, y pidió algunos operarios evangélicos a Miguel III, emperador de Constantinopla. Cirilo y Metodio fueron destinados a esta misión y acogidos con gran alegría a su llegada a Moravia. Emprendieron con tanta energía y actividad la obra de impulsar las enseñanzas cristianas en los espíritus, que pronto la nación entera se convirtió de corazón a Jesucristo. Sirvió mucho a Cirilo, para conseguir este resultado, el conocimiento de la lengua eslava, que antes había aprendido, y la traducción que había hecho a la lengua propia de aquel pueblo, de los libros sagrados del Antiguo y del Nuevo Testamento. Cirilo y Metodio fueron los inventores del alfabeto de la lengua eslava, por lo que son considerados los padres de esta lengua. [Lectio5] Hechos tan notables llegaron a los oídos de Roma, y el Papa Nicolás I llamó a los ilustres hermanos. Encamináronse a Roma, llevando con ellos las reliquias del Papa San Clemente I, descubiertas por Cirilo en Quersoneso. Al saberlo Adriano II, que había sucedido a Nicolás, quien acababa de morir, salió a recibirles con solemnidad, acompañado del clero y del pueblo. Cirilo y Metodio informaron al Papa del desempeño de la misión apostólica que habían llevado a cabo tan santamente y con muchos trabajos. Acusados por algunos envidiosos de haber empleado la lengua eslava en los santos Misterios, adujeron en su defensa tantos y tan luminosos argumentos, que merecieron la aprobación del Papa y de los allí presentes. Habiendo ambos jurado perseverar en la fe de San Pedro y de los romanos Pontífices, fueron consagrados Obispos por Adriano. Mas estaba decretado por la Providencia que Cirilo, más avanzado en la virtud que en los años, terminaría sus días en Roma. La conducción de su cadáver se efectuó en medio de una manifestación popular de duelo; fue depositado en la tumba que había construido para sí Adriano II; trasladado después a la basilica de S. Clemente, fue sepultado junto a las reliquias de este santo Papa. Durante su paso por las calles, al canto solemne de los Salmos, con una pompa más semejante a una apoteosis triunfal que a un acto fúnebre, pareció que el pueblo romano le otorgaba los honores celestiales. Metodio volvió a Moravia con el propósito de constituirse en modelo de su rebaño, y se puso, cada día con más celo, al servicio de los intereses católicos. Confirmó en la fe cristiana a los Pannonios, los Búlgaros y los Dálmatas, y trabajó para convertir al culto del único Dios verdadero a los Carintios. [Lectio6] Acusado ante Juan VIII, sucesor de Adriano, como suspecto en la fe y de haber cambiado las costumbres, fue llamado a Roma para defenderse ante el Papa, los Obispos y algunos miembros del clero romano. No le costó poner de manifiesto su fidelidad en conservar la fe católica y su celo en enseñar a los demás; y en cuanto al empleo de la lengua eslava en los sagrados ritos, les convenció de que había obrado legítimamente, obedeciendo a sólidos motivos y con anuencia del Papa Adriano, y de que, por otra parte, nada hay en las Sagradas Escrituras que se oponga a esta práctica. Ante tales razones, el romano Pontífice se puso de parte de Metodio, y mandó reconocer su potestad arzobispal y la legitimidad de su misión en los países eslavos, a cuyo efecto publicó él mismo una carta. De vuelta a Moravia, continuó Metodio cumpliendo el cargo que se le confiara, sufriendo de buen grado, hasta el destierro. Condujo a la fe al príncipe de los Bohemios y a su esposa, y extendió por todo el país el nombre de cristiano. Habiendo llevado la luz del Evangelio a Polonia, instituyó una sede episcopal; penetró, según algunos historiadores, en la Moscovia y fundó el obispado de Kiev; volvió por último a Moravia entre los suyos, sintiendo cerca el fin de su carrera, designó él mismo su sucesor, y tras dirigir al clero y al pueblo sus postreras recomendaciones, terminó esta vida, que había sido para él el camino del cielo. Sus funerales tuvieron lugar en Moravia, con los mismos honores tributados a Cirilo en Roma. El Papa León XIII dispuso que la fiesta de ambos, celebrada ya de antiguo entre los eslavos, lo fuera también por toda Iglesia con Oficio y Misa propios. [Lectio94] Cirilo y Metodio eran hermanos, nacidos de una piadosa familia en Tesalónica. El emperador Miguel III los envió a Moravia, donde en poco tiempo llevaron a la nación a la fe de Cristo. Cuando un informe favorable de lo que habían hecho fue llevado a Roma, el Papa San Nicolás I los llamó. En Roma fueron consagrados obispos por el papa Adriano, sucesor de Nicolás. Al poco tiempo, Cirilo murió santamente en Roma, y Metodio regresó a Moravia aumentando su celo en defensa del catolicismo. Confirmó a los bohemios, los pannónimos, los búlgaros y los dálmatas en la fe cristiana, y se esforzó en llevar a los carintios a la adoración del único Dios verdadero. Trajo la luz del Evangelio a Polonia y, como algunos escritores dicen, fundó el obispado de Lemberg. Luego se dirigió a Moscovia y estableció la sede pontificia de Kiev. Por fin regresó a Moravia, exhortó al clero y al pueblo a la virtud con sus últimas palabras, y murió pacíficamente. La festividad de Cirilo y Metodio, ya celebrada por los pueblos eslavos, fue extendida a toda la Iglesia por León XIII. &teDeum [Hymnus Laudes] v. Dios os guarde, hermanos, gloria esplendente de la patria y amados de los pueblos eslavos: vamos a ensalzaros con este cántico, como todos los años. _ Roma os recibe gozosa, como una madre que abraza a sus hijos, os enaltece con la dignidad episcopal, y os reviste de un nuevo poder. _ Vais a llevar a Cristo hasta los pueblos bárbaros, e inundáis de luz divina a cuantos el vano error había engañado. _ Un ardor celestial arrebata los corazones limpios ya de culpa: las duras espinas se truecan en flores de santidad. _ Ahora que os halláis ya en la serena mansión de los cielos, escuchad nuestra súplica: conservad para Dios los pueblos eslavos. _ Que el único redil de Cristo congregue a los que están sumidos en el error: que la fe, émula de glorias pretéritas, florezca cada día más espléndida. _ Tú, ¡oh Trinidad bienaventurada!, aliéntanos con tu divino amor, y haz que los hijos sigan las huellas de sus padres. Amén. [Versum 2] V. Los pueblos cuentan la sabiduría de los santos. R. Y la asamblea pregona su alabanza. [Ant 2] Con santidad * y justicia sirvieron al Señor todos los días de su vida. Por eso el Señor Dios de Israel los vistió con un traje de gloria. [Ant 3] Estos son * los santos que fueron amigos de Dios, gloriosos pregoneros de la verdad divina. Sus lenguas fueron llaves del cielo.