[Officium] S. Bonifatii Episcopi et Martyris [Oratio] Oh Dios, que por el celo del bienaventurado Bonifacio, tu Mártir, te dignaste llamar al conocimiento de tu nombre a multitud de pueblos: concédenos propicio, que sintamos los efectos del patrocinio de aquel cuya solemnidad celebramos. $Per Dominum [Lectio4] Bonifacio, llamado antes Winfrido, nació en Inglaterra a últimos del siglo séptimo. Sintiendo desde su infancia gran aversión a las vanidades mundanas, dirigió sus aspiraciones hacia la vida monástica. Inútiles fueron todos los esfuerzos de su padre para retenerle en el siglo, y así ingresó en un monasterio, donde, bajo la dirección de San Wolfardo, se formó en toda suerte de virtudes y ciencias. Ordenado sacerdote a la edad de treinta años, se dedicó a la predicación de la palabra divina, con gran aprovechamiento de muchas almas. No obstante, como ardía en deseos de dilatar el reino de Cristo, no cesaba de llorar por la multitud de bárbaros que, sumidos en las tinieblas de la ignorancia, eran esclavos del demonio. Y por lo mismo que este celo de las almas se aumentaba en él de día en día con inextinguible ardor, después de haber consultado al Señor, con lágrimas y oraciones, consiguió del prepósito del monasterio el permiso para dirigirse a Germania. [Lectio5] Embarcado en Inglaterra con dos compañeros, llegó a Doreste, en la Frisia. Mas habiendo una gran guerra entre Radbodo, rey de los frisones, y Carlos Martel, su predicación resultó infructuosa. Por lo cual, volvió a su monasterio en Inglaterra, del que fue constituido superior. Gobernó el monasterio dos años, y previo el consentimiento del obispo de Winchester, renunció a su cargo, y partió a Roma, para obtener del Papa que le delegara para la conversión de los gentiles. En Roma, Gregorio II le acogió benévolamente, y le cambió el nombre de Winfrido por el de Bonifacio. Ya en Germania, predicó a Cristo a los pueblos de Turingia y de Sajonia. Y como en este tiempo, Radbodo, rey de Frisia, enemigo del nombre cristiano, hubiese muerto, Bonifacio volvió allí, donde por tres años, y en compañía de San Wilibrordo, predicó con tanto fruto el Evangelio, que destruidos los templos de los ídolos, se edificaron muchas iglesias en honor del verdadero Dios. [Lectio6] Solicitado por San Wilibrordo para ser obispo, lo rehusó a fin de poder dedicarse más a la salvación de los infieles. Internado en Germania, apartó a algunos miles de habitantes de Hesse del culto del demonio. Llamado por el papa Gregorio, fue consagrado obispo después de haber hecho una admirable profesión de fe. Al volver a Germania, libró casi por entero a Hesse y a Turingia de los restos de la idolatría. En vista de tantos méritos, fue elevado por el papa Gregorio III a la dignidad de arzobispo. De vuelta a Roma por tercera vez, el Sumo Pontífice le constituyó legado de la Sede apostólica. Revestido de esta autoridad, instituyó 4 obispados y celebró diferentes sínodos, entre los cuales es memorable el concilio de Leptines de la diócesis de Cambray, en Bélgica, que contribuyó en gran manera a que aumentase la fe en aquella nación. Fue creado por el papa Zacarías arzobispo de Maguncia; y por orden del mismo Pontífice, consagró a Pipino, rey de los francos. Tras la muerte de San Wilibrordo se le encomendó la iglesia de Utrech, que gobernó por medio de Eóbano, y después por sí mismo, dejando la diócesis de Maguncia, yendo a residir en Utrech. Recaídos los frisones en la idolatría, les predicó de nuevo el Evangelio; mientras estaba ocupado en el cumplimiento de este cargo, unos hombres impíos le atacaron a orillas del río Burda; y cayendo, junto con Eóbano, su coepíscopo, y muchos otros, en una sangrienta matanza, alcanzó como ellos la palma del martirio. Su cuerpo fue trasladado a Maguncia, y, como él mismo había pedido, fue sepultado en el monasterio de Fulda, por él levantado; resplandeció con muchos milagros. Pío IX extendió a toda la Iglesia su Oficio y Misa. [Lectio94] Bonifacio, antes llamado Winfrido, nació en Inglaterra al final del siglo VII. Después de entrar en un monasterio y convertirse en sacerdote, mostró gran aprovechamiento para muchas almas a través de la predicación. Ardiendo de celo por difundir la fe, predicó el Evangelio entre los frisones. Luego regresó a Inglaterra, donde gobernó su monasterio durante dos años santamente. Renunciado al cargo de Superior, fue a Roma, donde recibió de Gregorio II el nombre de Bonifacio y el encargo de proclamar a Cristo a los pueblos de Turingia y Sajonia. Con San Wilibrordo regresó a los frisones y predicó el Evangelio con gran fruto. Fue convocado a Roma e investido con la dignidad episcopal; tras lo cual, partió una vez más a Alemania, librando a Hesse y Turingia de casi los últimos vestigios de idolatría. Fue nombrado delegado apostólico y arzobispo de Maguncia, y construyó muchas iglesias, administrándolas él mismo, o por sus discípulos. Al final, regresó a los frisios, caídos en la idolatría, para predicarles el Evangelio. Allí, con Eóbano, su coepíscopo y muchos otros, fue asesinado cerca del río Burda, recibiendo la corona del martirio. Yace en el monasterio de Fulda. &teDeum [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio según San Mateo !Mt 5:1-12 En aquel tiempo: Viendo Jesús las multitudes, subió a un monte, y se le acercaron sus discípulos. Y lo que sigue. _ Homilía de San Agustín, Obispo. !Libro 1 del Sermón de la Montaña, cap. 2 y 3. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Cuán insensatos son, pues, los que buscan a Dios con los ojos corporales, cuando se le ve con los ojos del corazón, según está escrito: “Buscadle con simplicidad del corazón”. Pues un corazón puro es un corazón simple, y como los ojos del cuerpo deben estar sanos para percibir la luz, así Dios no puede ser visto si no es puro el ojo del corazón. “Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. La perfección se halla, en la paz, allí donde no se da oposición alguna; a los pacíficos se les llama hijos de Dios, porque en ellos no hay nada que resista a Dios, y porque los hijos deben asemejarse a su padre. [Lectio8] Son pacíficos en sí mismos los que regulan los movimientos del alma, sometiéndolos a la razón, es decir, a la inteligencia y al espíritu, sojuzgando las concupiscencias de la carne, y convirtiéndose así en reino de Dios. Todo está tan perfectamente ordenado en este reino, que lo más noble y excelente en el hombre, gobierna, sin ninguna resistencia, a la otra parte que nos es común con los animales, mientras la parte superior, a saber, la inteligencia y la razón, está sometida a una autoridad mayor, a la Verdad, al Hjo Unigénito de Dios. Porque es imposible mandar a las potencias inferiores si uno no se somete a la potencia superior. Tal es la paz concedida en la tierra a los hombres de buena voluntad; es la vida del hombre perfecto y consumado en la sabiduría. [Lectio9] De este reino, donde gobiernan una paz profunda y un orden admirable, ha sido arrojado el príncipe de este mundo, que domina sobre los corazones perversos y desordenados. Establecida y consolidada esta paz, cualesquiera que sean las persecuciones que nos prepara desde fuera de nosotros aquel que fue expulsado de este reino, no harán más que aumentar la verdadera gloria según Dios; no podrán remover ninguna piedra de este edificio, y la misma impotencia de sus maquinaciones pondrá de manifiesto la solidez con que está construido en el interior. Por esto añade nuestro Señor: “Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”. &teDeum