[Officium] S. Mariæ Magdalenæ de Pazzis Virginis [Oratio] Oh Dios, amante de la virginidad, que adornaste a la bienaventurada María Magdalena, Virgen, inflamada en tu amor, con dones celestiales: concédenos, que imitemos la caridad y pureza de la que veneramos celebrando su festividad. $Per Dominum. [Lectio4] María Magdalena, nacida en Florencia de la noble familia de los Pazzis, comenzó casi desde su cuna el camino de la perfección. A la edad de diez años hizo voto de perpetua virginidad, y habiendo recibido el hábito de carmelita en el monasterio de Santa María de los Ángeles, se mostró modelo de todas las virtudes. Fue casta de tal suerte, que ignoró en absoluto cuanto puede empañar la pureza. Por orden del Señor, pasó cinco años con sólo pan y agua, excepto los domingos, que comía de vigilia. Mortificaba su cuerpo con cilicio, disciplinas, frío, hambre, vigilias, poco vestido, y con toda clase de cruces. [Lectio5] Ardía en un tan grande amor divino, que no pudiendo soportarlo, tenía que refrescar su pecho con agua. Arrebatada fuera de sí, experimentó largos éxtasis, en los cuales se le manifestaron altísimos misterios, y fue ilustrada por Dios con grandes gracias. Sostenida por éstas, soportó una larga lucha con los espíritus de las tinieblas, privada de fervor, desolada, abandonada de todos y atormentada con tentaciones; lo permitió el Señor para que fuese ejemplo de paciencia y de humildad profunda. [Lectio6] Brilló por su caridad con el prójimo: pasaba muchas noches sin dormir, ya para desempeñar los ministerios de sus hermanas, ya para servir a las enfermas, a las cuales alguna vez curó besando sus llagas. Lloraba amargamente la perdición de los infieles y de los pecadores, y se ofrecía a sufrir por su eterna salvación, toda suerte de tormentos. Muchos años antes de su muerte, renunció a todos los goces con que el cielo la colmaba, y repetía muchas veces: “Padecer, no morir”. Finalmente, acabada por una larga y gravísima enfermedad, voló hacia su divino Esposo el día 25 de mayo del año 1607, a los 41 años de edad. Siendo ilustre por sus muchos milagros en vida y después de muerta, el papa Clemente IX la inscribió en el número de las santas Vírgenes. Su cuerpo se conserva incorrupto hasta nuestros días. [Lectio94] María Magdalena nació de la familia de los Pazzi en Florencia; comenzó desde su cuna el camino de la perfección. A los diez años hizo un voto de virginidad perpetua, y cuando tomó el hábito en el monasterio de las hermanas Carmelitas, se mostró ejemplar en todas las virtudes. Era tan casta que ni siquiera sabía nada que pudiera dañar la pureza. Ardió con tal fuego de amor divino que no pudo soportarlo y tuvo que enfriar el pecho vertiéndole agua sobre él. Era notable por su amor al prójimo, a menudo pasaba noches sin dormir, ya sea haciendo el trabajo de las hermanas, o sirviendo a los enfermos, cuyas úlceras a veces curaba lamiéndolas. Con frecuencia repitió este dicho: “Padecer, no morir”. Finalmente, agotada por una enfermedad larga y grave, fue a reunirse con su Esposo en el año 1607, cumplidos los 41 años. Clemente IX la nombró entre las Vírgenes santas. &teDeum