[Officium] S. Augustini Episcopi et Confessoris [Oratio] Oh Dios, que te dignaste iluminar con la luz de la verdadera fe a los pueblos ingleses mediante la predicación y milagros del bienaventurado Agustín, tu Confesor y Pontífice: concédenos que por su intercesión, los corazones extraviados vuelvan a la unidad de la fe verdadera, y que nosotros permanezcamos unidos en el cumplimiento de tu voluntad. $Per Dominum [Lectio4] Agustín, monje del monasterio Lateranense de Roma, fue enviado por el papa San Gregorio Magno con unos 40 monjes de su comunidad, a Inglaterra, en el año 597, para convertir aquellos pueblos a la fe de Cristo. Había en el país de Kent un rey poderoso llamado Etelberto, el cual, al tener noticia de la llegada de Agustín, le invitó a que fuese con sus compañeros a Cantorbery, capital de su reino, dándole benévola autorización para permanecer en la ciudad y predicar en ella a Jesucristo. El santo construyó un oratorio cerca de Cantorbery; allí vivió algún tiempo, emulando él y los suyos la vida apostólica. [Lectio5] Por la predicación de la celestial doctrina, confirmada con milagros, atrajo a muchos moradores de la isla, que se convirtieron a la fe cristiana. Este ejemplo fue seguido por el rey, el cual fue bautizado con numerosos súbditos suyos, causando gran alegría a su esposa Berta, que ya antes había abrazado el cristianismo. Cuenta la tradición que, habiendo bautizado en el día del Nacimiento del Señor a más de diez mil personas en la orilla del río Eboracense, cuantos de ellos padecían enfermedad recibieron junto con la salud del alma la del cuerpo. Consagrado obispo por mandato del papa San Gregorio, estableció su sede en Canterbury en la iglesia del Salvador, levantada por él, en la cual puso monjes como auxiliares suyos. Construyó en los suburbios de la ciudad el monasterio de San Pedro, que después llevó su nombre. San Gregorio le concedió el uso del palio, con facultad de instituir en Inglaterra la jerarquía, y le envió otros monjes auxiliares: Melitón, Justo, Paulino y Rufino. [Lectio6] Arreglados los asuntos de su iglesia, Agustín convocó un sínodo de obispos y doctores de los antiguos bretones, que en la celebración de la Pascua y en otras cuestiones de rito disentían de la Iglesia romana. Mas no pudiendo persuadirlos ni por la autoridad de Roma ni con sus milagros a que volviesen a la unidad, les anunció proféticamente su ruina. Tras haber llevado a cabo muchos trabajos por Jesucristo y de haber realizado muchos milagros, después de haber propuesto a Melitón y a Justo para obispos de las iglesias de Londres y de Rochester, designó a Lorenzo como sucesor, y murió el día 26 de mayo, reinando Etelberto. Fue sepultado en el monasterio de San Pedro, que ha sido destinado como sepultura de los obispos cantuarienses, y de algunos reyes. El culto tributado por los pueblos de Inglaterra, el papa León XIII lo extendió a toda la Iglesia con su Oficio y Misa. [Lectio94] Agustín, un monje del monasterio Lateranense en Roma, fue enviado por Gregorio Magno en 597 a Inglaterra con unos 40 monjes de su comunidad. Fueron invitados por el rey Etelberto a Canterbury, la ciudad principal del reino, y construyeron un oratorio cerca. Al predicar la doctrina del cielo, Agustín llevó a muchos de los isleños y al propio rey a la fe cristiana, para gran alegría de la esposa del rey, Berta, que era cristiana. Por orden del Papa Gregorio, Agustín fue ordenado obispo y fundó la sede de Canterbury; el mismo Pontífice le concedió el uso del palio y el derecho a organizar la jerarquía de Inglaterra. Al final, después de sufrir grandes dificultades por Cristo, haber puesto a Melitón a cargo de la Iglesia de Londres, a Justo sobre Rochester y Lorenzo sobre su propia Iglesia, voló al cielo el 26 de mayo. Fue enterrado en el monasterio de San Pedro, que luego se convirtió en el lugar de entierro de los obispos de Canterbury y de varios reyes. &teDeum [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio según San Lucas !Lc 10:1-9 En aquel tiempo: Designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y lo que sigue. _ Homilía de San Gregorio, Papa. !Homilia 17 sobre los Evang. El Señor y Salvador nuestro, hermanos carísimos, algunas veces nos amonesta con palabras, otras por medio de obras. Y a la verdad sus obras son para nosotros preceptos, ya que cuando realiza alguna cosa calladamente, nos muestra cuál deba ser nuestra conducta. He aquí que envía de dos en dos los discípulos para la predicación; y esto porque son dos los preceptos de la caridad, a saber: el amor de Dios y el del prójimo; y la caridad para que sea tal, siempre necesita que sean dos. Pues de nadie puede decirse que tiene caridad para consigo, sino que el amor siempre tiende hacia otro, a fin de que pueda ser caridad. [Lectio8] He ahí que el Señor envía de dos en dos a los discípulos para la predicación, a fin de insinuarnos de una manera tácita, que aquel que carece de caridad para con el prójimo, en manera alguna debe ejercitar el ministerio de la predicación. Se dice muy bien que los envió delante de Él a toda ciudad y lugar al que había de ir Él mismo. Pues el Señor sigue a sus predicadores, ya que la predicación previene, y entonces el Señor viene a la morada de nuestra mente, cuando se anticipan las palabras de exhortación, y de esta suerte la verdad es recibida en nuestra mente. [Lectio9] De ahí que a los predicadores les dice Isaías: Preparad los caminos del Señor, enderezad las sendas de nuestro Dios. Por lo mismo el Salmista dice a los hijos de Dios: Allanad el camino a quien sube hacia Occidente. Y a la verdad, el Señor subió sobre el ocaso, porque cuanto más se humilló en su pasión, tanto más manifestó su gloria en la resurrección. Subió sobre el ocaso, porque la muerte que sufrió, la holló al resucitar. Así preparamos el camino al que sube sobre el ocaso, cuando nosotros os predicamos su gloria, a fin de que Él mismo, viniendo después, con la presencia de su amor ilumine vuestras mentes. &teDeum