[Officium] S. Petri Celestini Papæ et Confessoris [Oratio] Oh Dios, que elevaste al bienaventurado Pedro a la eminente dignidad de Sumo Pontífice, y le enseñaste a preferir la humildad a esta elevación, concédenos por tu bondad la gracia de despreciar, a imitación suya, todos los bienes de este mundo y de conseguir felizmente las recompensas prometidas a los humildes. $Per Dominum [Lectio4] Pedro, llamado Celestino por el nombre con que fue designado siendo Pontífice, nació de honrados y católicos padres en Isernia de los Abruzos. Al entrar en la adolescencia, para librarse de las seducciones del mundo, se retiró a la soledad. En ella nutría su alma con la contemplación, reducía su cuerpo a la servidumbre, y ceñía su carne con una cadena de hierro. Instituyó una Congregación, luego llamada de los Celestinos, bajo la regla de San Benito. Sin él saberlo, y a pesar de su retiro, fue llamado a ocupar la Cátedra de San Pedro. Hacía mucho que la Iglesia Romana estaba a falta de Pastor: él fue colocado a su cabeza, como la luz sobre el candelero. Con ello, todo el mundo quedó admirado. Colocado, empero, en las alturas de la dignidad pontificia, vio que la multitud de asuntos no le permitían dedicarse a sus meditaciones, por lo cual renunció a las cargas y a los honores de la misma. Y después de volver a su modo de vida, se durmió en el Señor. Su muerte fue glorificada por la aparición de una cruz que resplandeció en el aire ante la puerta de su morada. Hizo muchos milagros así en vida como después de su muerte, siendo examinados debidamente. Fue inscrito en el número de los Santos por el papa Clemente V, a los 11 años de su muerte. [Lectio5] Del Libro de las Morales de San Gregorio, Papa. !Libro 10, cap. 16 sobre el cap. 12 de Job. Se hace burla de la sencillez del justo. La sabiduría de este mundo consiste en ocultar el fondo del corazón con astucias; en usar las palabras para proponer lo que es falso como verdadero y lo verdadero presentarlo como falso. Esta es la prudencia que los jóvenes aprenden con el uso; la que, pagando, aprenden los niños. Los que la conocen se ensoberbecen despreciando a los demás; los que la ignoran son tenidos por incapaces o tímidos. Aman esta inicua doblez y perversidad con el nombre de comedimiento. La sabiduría del mundo enseña a sus discípulos a buscar los más encumbrados honores, a complacerse, por vanidad, en la gloria temporal, a devolver con creces el mal recibido; a no ceder ante el adversario, mientras les queden fuerzas; a disimular la impotencia de la propia malicia, cuando las fuerzas les falten, con apariencias de bondad y dulzura. [Lectio6] Al contrario, la sabiduría de los justos consiste en no hacer nada por vana ostentación; manifestar lo que siente su alma; amar lo verdadero y evitar lo falso; practicar gratis el bien; sufrir los males que nos hacen antes que hacerlos a los demás; no buscar ninguna venganza por las injurias recibidas; tener por ganancia ser despreciados por la verdad. “Pero esta sencillez de los justos es despreciada”. Y los sabios de este mundo reputan por necedad la pureza de la virtud. Pues todo lo que se practica inocentemente, ellos lo tienen como cosa necia, y todo cuanto la verdad aprueba, la sabiduría carnal lo reputa por fatuidad. ¿Hay nada tan necio para el mundo como hablar con sinceridad, no fingir con hábiles recursos, no devolver las afrenta, orar por los que nos maldicen, buscar la pobreza, abandonar sus bienes, no resistir a los usurpadores y ofrecer la otra mejilla al que nos hiere? [Lectio94] Pedro, llamado Celestino por el nombre con que se designó como Papa, era hijo de padres católicos, nacido en Isernia de los Abruzos. Apenas entró en la adolescenccia se retiró a un desierto, para mantener su alma a salvo de las trampas del mundo. En la soledad nutrió su alma con la contemplación, y sometió su cuerpo ciñendo una cadena de hierro sobre su carne. Fundó, bajo la Regla de San Benito, una congregación que sería conocida como los Celestinos. Su luz, vela sobre un candelabro, no podía mantenerse oculta, y habiendo la Iglesia de Roma carecido durante mucho tiempo de un pastor, fue elegido sin su conocimiento y en su ausencia, para ocupar la silla de Pedro. Su elección le llenó de gran asombro, mientras los demás esgrimían gran alegría. Sin embargo, cuando ocupó el lugar de la dignidad papal, descubrió que los muchos asuntos que le ocupaban le hacían imposible dedicarse a sus meditaciones acostumbradas; por su propia voluntad, renunció al cargo y el honor juntos; mientras buscaba regresar a su antiguo modo de vida, se durmió en el Señor. Cuán preciosa fue su muerte, se manifestó por una cruz que apareció brillando en el aire ante la puerta de la celda. Fue ilustre por sus milagros, tanto en vida como tras su muerte; debidamente investigados, Clemente V, en el undécimo año de su muerte, inscribió su nombre entre los de los Santos. &teDeum