[Officium] S. Joannis Baptistæ de la Salle Confessoris [Oratio] Oh Dios que suscitaste a San Juan Bautista, Confesor, para la enseñanza cristiana de los pobres y para fortalecer a la juventud en el camino de la verdad, e instituiste por él una nueva familia en la Iglesia; concédenos propicio, que mediante su intercesión y ejemplo, ardiendo en celo de procurar tu gloria mediante la salvación de las almas, podamos en el cielo ser participantes de su corona. $Per Dominum [Lectio4] Juan Bautista nació en Reims, de noble linaje; siendo niño, con su carácter y obras mostró que había de ser llamado a escoger al Señor y que se distinguiría por su santidad. En su adolescencia, cursó en la academia de Reims las letras y las disciplinas filosóficas. En ese tiempo, si bien era apreciado de todos por sus virtudes y su ánimo amable, se apartaba de la compañía de sus semejantes para poderse dedicar más a Dios en la soledad. Tras ser admitido en la milicia sagrada, fue inscrito entre los canónigos de Reims a la edad de 16 años. Luego se dirigió a París para estudiar la sagrada teología en la Sorbona, y fue recibido como alumno en el seminario de San Sulpicio. Pero, privado de sus padres, tuvo que volver a su casa, encargándose de la educación de sus hermanos. Ni en este tiempo dejó los estudios sagrados, consagrándose a ellos con fruto, como luego se demostró. [Lectio5] Ya sacerdote, con la misma ardiente fe y fervor que celebró la primera Misa, continuó durante todo el curso de su vida la celebración de los divinos misterios. Inflamado por el deseo de la salvación de las almas, se consagró a procurar el bien de las mismas. Se encargó de la dirección de las Hermanas del Niño Jesús, destinadas a la educación de las niñas, a las cuales, no sólo gobernó prudentemente, sino que las preservó de la ruina. Desde entonces se dedicó a la formación religiosa y moral de los niños del pueblo. Dios le había suscitado para este fin: para que proporcionase de un modo eficaz y permanente, escuelas a los niños, y especialmente a los pobres, mediante la fundación en la Iglesia, de una familia de religiosos. La misión que Dios le había confiado en su providencia, la hizo en medio de grandes dificultades, instituyendo la Congregación de los Hermanos, que llamó de las Escuelas Cristianas. [Lectio6] Primero recibió en su casa a los compañeros que había escogido para una obra tan importante y tan ardua; mas en cuanto los hubo albergado en una residencia más apropiada, les inculcó su excelente disciplina mediante sabias leyes, que después fueron aprobadas por el papa Benedicto XIII. Por humildad y por amor a la pobreza, renunció a su canonicato, distribuyendo todos sus bienes entre los pobres. Hizo aún más, ya que más tarde se despojó también del gobierno del Instituto que había creado. Sin renunciar a su solicitud hacia los hermanos y las escuelas que había fundado en muchos lugares, se dedicó con más intensidad a las cosas de Dios. Era constante en los ayunos, maceraciones y otras mortificaciones; pasaba las noches en oración. Distinguiose en la práctica de todas las virtudes, y principalmente por su obediencia, por el celo en el cumplimiento de la divina voluntad, y por su amor y devoción para con la Sede Apostólica. Lleno de méritos, y recibidos devotamente los santos Sacramentos, murió en el Señor, a la edad de 72 años. El papa León XIII le inscribió en el catálogo de los Beatos, y como resplandeciera con nuevos milagros, le distinguió con los honores de los Santos en el año jubilar de 1900. [Lectio94] Juan Bautista de La Salle nació de una noble familia de Reims y de joven estudió literatura y filosofía en la academia de esa ciudad. Ya convertido en clérigo, fue canónigo de Reims a la edad de 16 años, y más tarde fue recibido en el seminario de San Sulpicio en París. Ordenado sacerdote, tomó la dirección de las Hermanas del Niño Jesús, cuyo trabajo era la educación de las niñas, y las guió y defendió con la mayor prudencia. Dirigió su atención a la formación de niños de familias ordinarias en hábitos religiosos y buenos; después de muchas dificultades fundó el Instituto de Hermanos de las Escuelas Cristianas. Este instituto fue confirmado por Benedicto XIII. Juan Bautista renunció a su canonjía, entregó sus bienes a los pobres y con humildad también renunció al gobierno del instituto que había fundado. Lleno de virtudes y méritos, se durmió en el Señor en el año sesenta y ocho de su edad. El Papa León XIII primero lo incluyó en la lista de Bienaventurados y luego en el de los Santos, y Pío XII lo nombró el patrón celestial especial de todos los maestros de niños y jóvenes. &teDeum [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio según San Mateo !Mt 18:1-5 En aquel tiempo: Se acercaron los discípulos a Jesús, y le hicieron esta pregunta: ¿Quién será el mayor en el reino de los cielos? Y lo que sigue. _ Homilía de San Juan Crisóstomo, Obispo. !Hom. 60 sobre el cap. 18 de San Mateo. “Guardaos de menospreciar a alguno de estos pequeñitos, ya que sus Ángeles siempre contemplan el rostro de mi Padre, porque yo vine por ellos, y tal es la voluntad de mi Padre”. Con estas palabras nos advierte Jesús que seamos muy diligentes en la defensa y guarda de los pequeñitos. Ya ves cuán grandes muros ha levantado para la defensa de los débiles, y cuánto celo y solicitud desplegó para impedir que se pierdan. Amenaza con los más grandes castigos a los que los engañan; promete a los que cuidan de ellos la suprema recompensa. Y esto lo corrobora con el ejemplo, tanto suyo como de su Padre. [Lectio8] Nos corresponde, pues, también imitar al Señor y no descuidar nada en favor de nuestros hermanos, ni siquiera las cosas que nos podrían parecer harto bajas y viles; así, pues, si hay necesidad de nuestros servicios, por débil y humilde que sea el que los necesita, y por difícil y penosa que la cosa nos parezca, hallazlo todo tolerable y fácil por la salvación de un hermano. Porque Dios nos ha mostrado que esta alma es digna del mayor celo; de solicitud tan grande, que por ella “ni siquiera perdonó a su Hijo”. [Lectio9] Si para salvarnos no es suficiente que vivamos nosotros virtuosamente, sino que es preciso que deseemos la salvación de los otros, ¿qué responderemos, qué esperanza de salvación nos quedará si nosotros no vivimos rectamente, ni exhortamos a los demás? ¿Habrá labor más excelsa que la de dirigir las almas, y formar las costumbres de los jóvenes? Para mí, aquel que sabe formar sus almas, es superior a cualquier pintor, escultor o artista de este género. &teDeum