[Officium] S. Gregorii Papæ Confessoris et Ecclesiæ Doctoris [Name] Gregorio [Oratio] Oh Dios, que concediste al alma de tu siervo Gregorio el premio de la bienaventuranza eterna: concédenos propicio que, cuantos somos oprimidos por el peso de nuestros pecados, seamos auxiliados con sus preces delante de ti. $Per Dominum [Lectio4] Gregorio Magno, romano, hijo del senador Gordiano, durante su juventud estudió filosofía. Ejerció luego el cargo de pretor. Muerto su padre, fundó seis monasterios en Sicilia, y otro en Roma bajo el nombre de San Andrés, en su casa cerca de la Basílica de los santos Juan y Pablo, en la pendiente del Escauro. Hizo allí, bajo la dirección de Hilarión y Maximiano, profesión de monje, y llegó a ser Abad del mismo monasterio. Creado cardenal Diácono, el papa Pelagio le envió como legado a Tiberio, emperador de Constantinopla. Durante su estancia allí, su celo obtuvo un gran triunfo: convenció de error al patriarca Eutiquio, el cual había escrito contra la verdad y la demostrabilidad de la resurrección de los cuerpos, y su libro, por orden del emperador, fue arrojado a las llamas. Eutiquio, ya enfermo y cerca de la muerte, tocando la piel de su mano decía: “Confieso que todos resucitaremos en esta carne”. [Lectio5] Volviendo a Roma, y muerto de la peste el papa Pelagio, fue elegido pontífice por unanimidad. Se negó a aceptar este honor; vestido con ropas ajenas, se ocultó en una cueva, mas una columna de fuego indicó el lugar de su retiro, y fue consagrado en San Pedro. En su pontificado dejó muchos ejemplos de sabiduría y de santidad. Cada día admitía peregrinos a su mesa, entre los cuales hospedó a un ángel y al Señor de los ángeles en forma de peregrino. Sustentaba a los pobres: a los de la ciudad y a los de fuera, y tenía una lista de los necesitados. Restableció la fe en muchos lugares: reprimió a los donatistas en África, a los arrianos en España, y a los agnoitas los arrojó de Alejandría. Se negó a conceder el palio a Siagrio, obispo de Autún, hasta que arrojase de la Galia a los herejes neófitos. Obligó a los godos a abandonar el arrianismo. Envió a Inglaterra a Agustín y otros monjes doctos y santos, y convirtió la isla a Jesucristo; fue llamado por San Beda, el Apóstol de Inglaterra. Reprimió la audacia de Juan, patriarca de Constantinopla, el cual se atribuía el título de Obispo de la Iglesia universal. Consiguió que el emperador Mauricio revocara su decreto prohibiendo se hiciesen monjes los que habían sido soldados. [Lectio6] Ilustró la Iglesia con santísimas instituciones y leyes. En un concilio, en San Pedro, dio varias disposiciones: estableció que en la Misa se repitiera nueve veces el Kyrie eleison; que, fuera del tiempo que media entre Septuagésima y Pascua, se dijera: Aleluya; que se añadiera al Canon: “Dispón nuestros días en tu paz”. Aumentó las Letanías, el número de las Estaciones y el Oficio eclesiástico. Quiso que fuesen honrados como los cuatro Evangelios los cuatro concilios de Nicea, Constantinopla, Éfeso y Calcedonia. Ordenó que los obispos de Sicilia, que iban a Roma cada tres años, hicieran la visita cada cinco. Escribió muchos libros, y mientras los dictaba, afirma Pedro Diácono que varias veces vio al Espíritu Santo en forma de paloma ponerse sobre su cabeza. Admirable fue lo que dijo, hizo, escribió y decretó; y más admirable aún teniendo en cuenta que siempre estaba débil y enfermizo. Finalmente, tras haber hecho muchos milagros, fue llamado al cielo a los 13 años, 6 meses y 10 días de pontificado el día 12 de marzo, el cual celebran muy solemnemente los griegos, a causa de la insigne sabiduría y santidad de este Pontífice. Su cuerpo fue sepultado en la Basílica de San Pedro, cerca de la sacristía. [Lectio7] (nisi rubrica tridentina) Lectura del santo Evangelio según San Mateo !Mt 16:13-19 En aquel tiempo, viniendo Jesús a los términos de Cesárea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? Y lo que sigue. _ Homilía de San León, Papa. !Sermón 2º en el aniversario. Cuando el Señor, tal como leemos en el Evangelio, preguntó a sus discípulos qué decían los hombres, en medio de sus diversas especulaciones, sobre el Hijo del Hombre, sería Pedro bendito quien contestó y dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos; y Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella; y te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ates en la tierra será atado en el cielo; y todo lo que desates en la tierra será desatado en el cielo. Pero la dispensación de la verdad se demora, y el bendito Pedro, perseverando en la fortaleza de la roca que ha recibido, no ha renunciado a la posición que asumió al frente de la Iglesia. [Lectio8] (nisi rubrica tridentina) En la Iglesia universal es como si Pedro todavía estuviera diciendo todos los días: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Por cada lengua que confiesa al Señor se le enseña esa confesión por la enseñanza de Pedro. Esta es la Fe que vence al diablo y suelta las ataduras de sus prisioneros. Esta es la fe que hace libres a los hombres y los lleva al cielo, y las puertas del infierno son impotentes para prevalecer contra él. Esta es la roca que Dios fortificó con tales murallas de salvación, que el contagio de la herejía nunca podrá contagiarla, ni la idolatría y la incredulidad para vencerla. Celebramos la fiesta de hoy con una obediencia razonable, para que en mi persona humilde pueda ser honrado, el que sigue cuidando de todos los pastores y ovejas que se le han confiado, y que no pierde su dignidad, incluso en un sucesor indigno. [Lectio9] (nisi rubrica tridentina) Cuando dirigimos nuestras exhortaciones a vuestros oídos piadosos, creed que le estáis oyendo hablar a través nuestro. Sí, es con su amor por vosotros con el que os advertimos. Y sólo predicamos lo que él enseñó, rogando como lo hizo él: Doblegad vuestra mente; sed sobrios; sed santos en toda forma de vida; pasad el tiempo de vuestra peregrinación aquí en el temor de Dios. Mis discípulos, vosotros sois para mí como lo fueron para él los discípulos de San Pablo, a saber: mi corona y mi alegría; si es así, que su fe permanezca, aún en toda humildad y santidad, como en los primeros tiempos del Evangelio. Porque aunque toda la Iglesia esparcida en todo el mundo debería abundar en todas las virtudes, conviene en especial a vosotros, entre todos, sobresalir en la piedad, fundados como estáis en la misma ciudadela de la Roca Apostólica, que no solo ha sido redimido con el resto de los hombres por nuestro Señor Jesucristo, sino que ha sido instruido por el bendito Apóstol Pedro mucho más que todos los demás. &teDeum