[Officium] S. Pauli Primi Eremitæ et Confessoris [Name] Pablo [Lectio4] Pablo, fundador y maestro de los ermitaños, nació en la Tebaida, huérfano a la edad de quince años. Para librarse de la persecución de Diocleciano y Valeriano y poder servir a Dios con más libertad se retiró a una caverna del desierto. Allí, sin otra comida ni vestido que los que le proporcionaba una palmera, vivió 113 años; entonces San Antonio, ya nonagenario, le visitó por admonición divina. Sin haberse visto nunca, se saludaron con sus propios nombres; mientras tenían coloquios sobre el reino de Dios, un cuervo que hasta entonces había llevado a Pablo cada día la mitad de un pan les trajo uno entero. [Lectio5] Después de partir el cuervo, Pablo dijo: “He ahí que el Señor, verdaderamente bueno y misericordioso, nos ha enviado la comida. Hace ya sesenta años que cada día recibo medio pan, y ahora, a tu llegada, Cristo ha duplicado la ración para socorrer a sus soldados”. Comieron el pan, dando gracias al Señor, cerca de la fuente, y reparadas sus fuerzas y dando nuevamente gracias a Dios, según la costumbre, pasaron la noche en las divinas alabanzas. Al amanecer, sabiendo Pablo que moriría pronto, lo reveló a Antonio, suplicándole que le trajera el palio que había recibido de Atanasio para envolver con él su cuerpo. Volviendo, Antonio vio desde el camino el alma de Pablo que subía al cielo en medio de los coros de los Ángeles, de los profetas y apóstoles. [Lectio6] Al llegar, le halló de rodillas, levantada la cabeza, elevadas las manos, y el cuerpo exánime. Le envolvió con el palio, y cantó los salmos e himnos, según la costumbre cristiana; y no teniendo azada para cavar, dos leones vinieron velozmente del interior del desierto, y se postraron a los pies del santo, dando a entender que lloraban su muerte. Allí cavaron la tierra con las garras, y abrieron una cavidad capaz de colocar el cuerpo de un hombre. Habiendo partido los leones, Antonio colocó en aquel lugar el cuerpo del Santo, y cubriéndole con tierra, levantó un sepulcro, según costumbre de los cristianos. Mas la túnica de Pablo, que él mismo había tejido para sí, con hojas de la palmera, a la manera de las espuertas, la llevó consigo, y la usó durante el resto de su vida en las grandes solemnidades. [Lectio94] Pablo, fundador y maestro de la vida eremítica, nació en la Tebaida inferior. Cuando la Persecución de Decio y Valeriano estaba en su apogeo, se retiró a una cueva en el desierto. Aquí, sin más que una palmera que le proporcionaba comida y ropa, vivió una vida santísima. Vivió ciento trece años; entonces San Antonio, ya nonagenario, vino a visitarlo. Pablo lo recibió cordialmente. Después de haber pasado la noche conversando sobre cosas santas, Pablo dijo que su muerte estaba cerca y le pidió a Antonio que le pusiera la capa que San Atanasio le había dado para envolver su cuerpo. Yendo Antonio a buscar la capa y estando ya de regreso, vio el alma de Pablo subir al cielo. Encontró su cuerpo en su celda, en actitud de oración. Cantó los himnos tradicionales, envolvió el cuerpo en la capa, pero no teniendo con qué cavar una tumba, vinieron dos leones del desierto y ahuecaron un lugar lo suficientemente grande como para meter el cuerpo de un hombre. Antonio lo enterró, arregló la tumba y se fue llevando consigo la túnica que Pablo había tejido para sí de las hojas de palmera. A partir de entonces, siempre usó esta capa en las grandes fiestas de Pascua y Pentecostés. &teDeum