[Officium] In Octava Ss. Innocentium. [Lectio4] Sermón de San Agustín, Obispo. !Sermón 1 de los Inocentes. Al nacer el Señor, el llanto comenzó, no en el cielo sino en el mundo; comienza el llanto de las madres, el gozo en los ángeles y la muerte en los infantes. Dios es quien ha nacido; son debidas víctimas inocentes a la víctima que vino para condenar la malicia del mundo. Los corderitos debían ser inmolados, ya que el Cordero que quita los pecados del mundo debía ser crucificado. Mas las madres, cual ovejas, se lamentan, porque pierden a aquellos corderitos que balan sin tener apenas voz. ¡Gran martirio, cruel espectáculo! La espada se desenvaina sin motivo. Ruge únicamente la envidia, ya que Aquel que ha nacido a nadie ha hecho violencia. Pero contemplemos las madres que lloran sobre sus corderos. “Una voz ha sido oída en Ramá, muchos llantos y gemidos”, porque el depósito que les arrebatan, no sólo lo han recibido, sino que lo han dado a luz. [Lectio5] La misma naturaleza es testigo de tal escena, en que el tirano estrella a los niños contra las piedras. Las madres se mesan los cabellos, intentan esconder a sus hijos, pero su llanto los delata. No podían callar, pues aún no habían aprendido a tener miedo. Se enfrentaban la madre y el carnicero, ella se aferraba a su hijo, y el otro trataba de arrancárselo. Le gritaba la madre: «¿Por qué me quitas al fruto de mis entrañas? Lo crié en mis entrañas, y no podía estar, al venir a la vida, sin la leche de mis pechos. Con ternura llevé en mí al que quieres apresar con tu mano cruel. Salió de mi seno, y tú vienes a estrellarlo contra las piedras». [Lectio6] Las había que pedían al bandido que les diera muerte con sus hijos: «¿A qué dejarme sola? De haber culpa, mía es; deja que me una en la muerte con mi hijo». Decían otras: «¿A quién buscáis? Por hallar a uno, matáis a muchos, y a ése, que es uno, no podéis alcanzarlo». Por otro lado, clamaban otras: «¡Ven ya, ven, Salvador del mundo! Tú, que nada temes, date a ver a los soldados, y dejen de matar a nuestros hijos». Así se confundían entre sí los lamentos de las madres, mientras la ofrenda hecha en sus hijos ascendía al cielo. [Lectio7] Lectura del Santo Evangelio según San Mateo !Mt 2:13-18 En aquel tiempo: El ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise». Y lo que sigue. _ Homilía de San Juan Crisóstomo !Homilía 8 sobre San Mateo, antes del medio. Escuchó esto José y no le pareció escandaloso, ni dijo: «Cosa dudosa es ésta, oscura como poco. Tú antes decías que Él salvaría a su pueblo, y ahora no puede librarlo, sino que es preciso que huyamos, peregrinemos y habitemos muy lejos de aquí. Mucho distan las cosas de lo prometido». Pero José no puso objeción alguna, pues era hombre de fe. No empezó a preguntar sobre el tiempo del regreso, que no le fue anunciado por el Ángel. «Quédate allí hasta que yo te avise». [Lectio8] Así pues, obedeció con diligencia y creyó, soportando las contrariedades con alegría. Y Dios misericordioso mezcló algunas alegrías con sus pesares, como hace con todos sus santos, que no viven de continuo sólo tribulaciones o sólo alegrías, sino que su vida pasa en una maravillosa variedad. Sopesa, pues, qué hizo Él aquí. [Lectio9] Y ya, viendo san José que la Virgen estaba encinta, su conturbación llegó a su grado máximo, pero acudió al punto el Ángel para disipar sus temores. Al ver nacer al niño, se llenó de alegría en máximo grado, pero pronto siguió un gran peligro, pues estando Jerusalén alborotada, se enfureció el rey y buscó la muerte del hijo. A esto siguió la aparición de la estrella y la adoración de los Magos. Después, por las intenciones de Herodes, se hizo preciso huir y morar en tierras lejanas. &teDeum