[Officium] Octava de S. Juan Ap. y Evang [Lectio2] (rubrica tridentina) !Ap 4:5-8 5 Salían del trono relámpagos, y voces, y truenos, y siete lámparas de fuego ardían delante del trono, que eran los siete espíritus de Dios. 6 Delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal, y en medio del trono y en rededor de él, cuatro vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás. 7 El primer viviente era semejante a un león, el segundo viviente, semejante a un toro, el tercero tenía semblante como de hombre y el cuarto era semejante a un águila voladora. 8 Los cuatro vivientes tenían cada uno de ellos seis alas, y todos en torno y dentro estaban llenos de ojos. [Lectio3] (rubrica tridentina) !Apo 4:8-11 8 Y no se daban reposo día y noche, diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios todopoderoso, el que era, el que es y el que viene. 9 Siempre que los vivientes daban gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos, 10 los veinticuatro ancianos caían delante del que está sentado en el trono, y se postraban ante el que vive por los siglos de los siglos, y arrojaban sus coronas delante del trono, diciendo: 11 Digno eres, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque Tú creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas. [Lectio4] Del Tratado de San Agustín, Obispo, sobre San Juan. !Tratado 36. De los cuatro Evangelios, o mejor dicho de los cuatro libros de un mismo Evangelio, no sin motivo el de San Juan Apóstol es comparado en sentido espiritual al águila, ya que su autor elevó su predicación a regiones mucho más sublimes que los demás, y levantándose por encima de ellos quiso movernos a elevar nuestros corazones. Los otros Evangelistas parecen andar junto al Señor en la tierra, considerándole como hombre, y pocas cosas dijeron de su divinidad; mas Juan, como pesaroso de andar sobre la tierra, ya desde el principio del Evangelio, se elevó no sólo sobre la tierra, sino sobre todo el aire y cielo, y aun más sobre todo el ejército de los Ángeles y sobre todas las Potestades invisibles, y llegó hasta Aquel por quien fueron hechas todas las cosas, diciendo: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios y el Verbo era Dios”. [Lectio5] Así, predicó como ningún otro la divinidad del Señor, pues hablaba de lo que había bebido. No sin causa cuenta el Evangelio de él que, en la Cena, reclinó su cabeza en el pecho del Señor. Y hubo de beber en secreto de su pecho, pero lo que bebió en secreto, abiertamente lo manifestó: no sólo que el Hijo de Dios había de venir a todas las gentes por su encarnación, pasión y resurrección, sino también cómo era uno con el Padre antes de la encarnación, el Verbo del Padre, coeterno con el que le engendró e igual a aquél que lo envió. [Lectio6] Juan es el águila que predica sobre las cosas sublimes y contempla la luz secreta y eterna sin quitar los ojos de ella. Se dice que el padre de las águilas prueba a sus polluelos cogiéndolos con sus garras y exponiéndolos a los rayos del sol. A los polluelos que mantienen firme la vista los reconoce como hijos suyos, a los que se dejan deslumbrar los considera bastardos y los deja caer. Mirad, entonces, con qué poder tuvo que hablar aquél que es comparado con el águila, y si bien no hacemos más que arrastrarnos por el suelo, débiles y despreciados entre los hombres, nos atrevemos a tratar y explicar estas cosas, y aun a pensar que somos capaces de entenderlas y de hacerlas entender cuando las explicamos. [Lectio7] Lección del Santo Evangelio según San Juan !Jn 21:20-24 En aquel tiempo: Dijo Jesús a Pedro: Sígueme. Volviéndose Pedro a mirar, vio venir detrás al discípulo amado de Jesús. Y lo que sigue. _ Homilía de San Juan Crisóstomo. !Homilía 87 sobre San Juan, hacia la mitad. Cristo había dado a conocer a Pedro grandes cosas, lo había hecho custodio del orbe, predijo su martirio y le dio prueba de su especial amor. Al querer Pedro a Juan como compañero y ayuda suya, dijo: “¿Y éste qué?” ¿No seguirá nuestro mismo camino? Y cuando no se atrevió a hacer una pregunta al Señor, Juan lo hizo en su lugar, y así quiso saber lo que de buen grado le dijo a Juan. Y Cristo le dijo: “Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?”. [Lectio8] Pedro dijo esto por amor a Juan, por no verse separado de él, y Cristo le dio a entender que, amara como lo amase Pedro, no podría amarlo como Él lo amó. “Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?” Aprendamos de estas palabras el no irritarnos ni escudriñar con curiosidad la voluntad divina. [Lectio9] Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?». Como se había de encomendar a los Apóstoles el cuidado del orbe de la tierra, no convenía que siguieran juntos, no fuera a resultar en perjuicio del mundo. Por ello dijo Cristo a Pedro: Esta carga se te ha encomendado, así pues, acéptalo, trabaja, y sal a la carrera. “¿A ti qué, si quiero que se quede hasta que yo venga?” Lleva a cabo tu trabajo, y llévalo a su fin. &teDeum