5 de diciembre _ San Sabas, Abad, S. - Blanco En Judea, san Sabas, Abad, natural del pueblo de Mútala de Capadocia, el cual resplandeció con el ejemplo de maravillosa santidad, y trabajó con tesón por la fe católica contra los enemigos del santo Concilio de Calcedonia; y finalmente, en la laura de la diócesis de Jerusalén, que más tarde se llamó de san Sabas, descansó en paz. n. 439 en Capadocia; † hacia el año 532. San Sabas, nacido en Capadocia en el año 439, a los ocho años de edad entró a un monasterio cerca de Cesárea y, después, atraído por los Santos Lugares, se fue a habitar una gruta junto al torrente del Cedrón, donde no había, en la Cuaresma, otro alimento fuera de la Santa Eucaristía, y donde muy pronto tuvo numerosos discípulos. Un día, un león le dejó su caverna. Fue a combatir a los eutiquianos en Constantinopla, y fue llevado, no obstante su pobre vestimenta, ante Anastasio II. Más tarde, el emperador Justiniano, habiendo ido a verlo, fue abandonado por él no bien San Sabas oyó llamar para el oficio divino. Murió en el año 532. En Niza, junto al río Varo, san Basso, Obispo, que, en la persecución de Decio y Valeriano, de orden del Presidente Perennio, fue por la fe de Cristo atormentado en el ecúleo, quemado con planchas candentes, apaleado, azotado con escorpiones, echado en la hoguera, y saliendo de ella ileso, atravesado con dos clavos, consumó un ilustre martirio. En Pavía, san Dalmacio, Obispo y Mártir, que padeció en la persecución de Maximiano. En Corfinio de las Pelignos, san Felino, Obispo de Brindis, que en tiempo de Juliano Apóstata con sus oraciones echó por tierra el templo de Marte; por lo cual, de parte de los Pontífices de los ídolos, fue cruelísimamente azotado, y acribillado con ochenta y cinco heridas, mereció la corona del martirio. Igualmente, san Anastasio, Mártir, que por el ardiente deseo del martirio, se presentó espontáneamente a los perseguidores. En Tacora de África, los santos Mártires Julio, Potamia, Crispín, Félix, Grato y otros siete. En Tebaste de Numidia, santa Crispina, señora nobilísima, la cual, en los tiempos de Diocleciano y Maximiano, por negarse a sacrificar a los ídolos, de orden del Procónsul Anolino fue degollada. San Agustín la celebra muchas veces con alabanzas. En Tréveris, san Nicecio, Obispo, varón de admirable santidad. En Poliboto de Asia, san Juan, Obispo, por sobrenombre Taumaturgo.