28 de septiembre _ San Wenceslao, Duque, Mártir, Sd. - Rojo En la antigua Boleslavia de Bohemia, san Wenceslao, Duque de los Bohemios y Mártir, glorioso en santidad y milagros, el cual muerto a traición por su propio hermano, llegó vencedor a la palma. San Wenceslao, duque de Bohemia, tan grande respeto tenía por el Sacramento del Altar, que personalmente preparaba el pan y el vino destinados al santo Sacrificio, y por la noche se levantaba para ir descalzo, aun en pleno invierno, a visitar las iglesias de su capital. Nada le dolía tanto como ver que se derramase la sangre de sus súbditos. Atacado un día por Radislao, príncipe vecino, le propuso, para evitar efusión de sangre, dirimir sus diferendos mediante un combate singular. Al lanzarse sobre él su adversario, vio a dos ángeles que lo defendían y, cayendo a los pies del santo, le propuso la paz. Su hermano Boleslao atrajo al duque a su casa y lo mató alevosamente cuando iba a la iglesia a oír misa, el 28 de septiembre del año 938, a la edad de 31 años. En Roma, san Privato, Mártir, que, lleno de llagas, fue curado por san Calixto Papa, y después, en tiempo del Emperador Alejandro, por confesar a Cristo, fue azotado con plomadas hasta expirar. También en Roma, san Estácteo, Mártir. En África, los santos Mártires Marcial, Lorenzo y otros veinte. En Antioquía de Pisidia, san Marcos, Mártir, pastor de ovejas; asimismo la Conmemoración de los santos Alfío, Alejandro y Zósimo, sus hermanos; Nicón, Neón, Heliodoro y treinta soldados; los cuales, por los milagros de san Marcos, creyeron en Cristo, y en diversos lugares y días y de varios modos fueron coronados del martirio. El mismo día, el martirio de san Máximo, en tiempo del Emperador Decio. En Tolosa, san Exuperio, Obispo y Confesor, varón de Dios, de quien escribe San Jerónimo en una relación memorable, que fue tan parco para consigo como dadivoso con los demás. En Génova, san Salomón, Obispo y Confesor. En Brescia, san Silvino, Obispo. En Belén de Judá, santa Eustaquia, Virgen, la cual con su madre santa Paula pasó desde Roma a Palestina, y allí, educada con otras Vírgenes junto al Pesebre del Señor, ilustre en santos méritos, fue a gozar de Dios. En Schornesheim, cerca de Maguncia, santa Lioba, Virgen, esclarrecida en milagros.