10 de septiembre _ San Nicolás de Tolentino, Presbítero Confesor de la Fe, D. - Blanco En Tolentino del Piceno, el tránsito de san Nicolás, Confesor, de la Orden de los Ermitaños de san Agustín. n. 1245 en Marca de Ancona, Italia; † 10 de septiembre de 1305 en Tolentino, Italia. Patrono de los bebés; marineros; personas en trance de muerte; almas del purgatorio; animales enfermos. San Nicolás vivió mucho tiempo en Tolentino, ciudad de Italia, y la ilustró con su muerte. A pesar de sus increíbles austeridades en la Orden de los Ermitaños de San Agustín, siempre tenía la sonrisa en los labios. Seis meses antes de su muerte, oía todas las noches los conciertos de los ángeles. Medita tres hermosas palabras de este santo: “El corazón que una vez gustó de Dios, ya nada encuentra en la tierra que le plazca; no hay que amar la vida, sino porque nos conduce a la muerte; en poco tiempo podemos ganar la eternidad”. Murió en 1315, a los 70 años de edad. En África, el triunfo de los santos Obispos Nemesiano, Félix, Lucio, otro Félix, Liteo, Poliano, Víctor, Jaderes, Dativo y otros; los cuales, en la rabiosa persecución que se levantó en tiempo de Valeriano y Galieno, apenas confesaron intrépidamente a Cristo, fueron duramente apaleados; después atados con grillos, y conducidos a cavar en las minas de metal, consumaron el combate de su gloriosa confesión. En Lieja de Bélgica, san Teodardo, Obispo y Mártir, que dio la vida por sus ovejas, y después de la muerte resplandeció en milagros. En Calcedonia, los santos Mártires Sóstenes y Víctor, los cuales, en la persecución de Diocleciano, siendo Prisco Proconsul de Asia, después de superar las prisiones y las fieras, fueron condenados al fuego; pero ellos, saludándose mutuamente con el ósculo santo, puestos en oración, entregaron su espíritu. Igualmente los santos Mártires Apeles, Lucas y Clemente. En Bitinia, las santas Vírgenes Menodora, Metrodora y Ninfodora, hermanas, las cuales, en tiempo del Emperador Maximiano y presidiendo Frontón, por su intrépida constancia en la fe de Cristo, coronadas del martirio, llegaron a la gloria. En Compostela, san Pedro, Obispo, que resplandeció con muchas virtudes y milagros. En la ciudad de Albi, en Francia, san Salvio, Obispo y Confesor. En Novara, san Agapio, Obispo. En Constantinopla, santa Pulqueria, Emperatriz, Virgen, insigne en religión y piedad. En Nápoles de Campania, santa Cándida la más joven, esclarecida en milagros.