8 de septiembre _ Natividad de Nuestra Señora D. 2ª. cl. c. oct. simple. - Blanco La Natividad de la santísima siempre Virgen María, Madre de Dios. Las plegarias y las lágrimas de San Ana le merecieron, después de veinte años de esterilidad, la gloria de dar al mundo a la Bienaventurada Virgen María. He aquí la aurora mensajera del Sol de justicia: demonios, retiraos al infierno; ángeles, regocijaos: pronto los justos ocuparán los lugares abandonados por los ángeles rebeldes. Hombres, triunfad: María ha nacido para ser la Madre de Dios que será vuestro Hermano y vuestro Redentor. Almas santas que gemís en el limbo, consolaos: la puerta de vuestra prisión muy pronto será abierta por el Hijo de la que acaba de nacer. San Adrián, Mártir, cuyo triunfo se conmemora a 4 de Marzo, pero su fiesta se celebra en este día, en que su sagrado cuerpo fue trasladado a Roma. En Valencia de la España Tarraconense, el tránsito de santo Tomás de Villanueva, de la Orden de Ermitaños de san Agustín, Obispo y Confesor, insigne por su ardiente caridad con los pobres; fue canonizado por el Papa Alejandro VII. Su fiesta se celebra el 22 del corriente. En Alejandría, los santos Mártires Anmón, Teófilo, Neoterio y otros veintidós. En Antioquía, los santos Timoteo y Fausto, Mártires. En Gaza de Palestina, los santos hermanos Mártires Eusebio, Nestabo y Zenón, los cuales, en el imperio de Juliano Apóstata, acometidos repentinamente por una turba de Gentiles, fueron despedazados y muertos. Allí mismo, san Néstor, Mártir, que, en tiempo del mismo Juliano, cruelísimamente atormentado por los mismos furiosos Gentiles, entregó su espíritu. En Roma, san Sergio I, Papa y Confesor. En Frisinga, san Corbiniano, que fue el primer Obispo de aquella ciudad. Ordenado por el santo Pontífice Gregorio II y enviado a predicar el Evangelio, consiguió abundantes frutos en Francia y Alemania, y por último, señalado en virtudes y milagros, descansó en paz. En Cartagena de la América meridional, san Pedro Claver, Sacerdote de la Compañía de Jesús y Confesor, que con admirable abnegación de sí mismo y caridad eximia, consagrado por más de cuarenta años a la instrucción de los esclavos Negros, bautizó por su propia mano cerca de trescientos mil de ellos. El Sumo Pontífice León XIII le puso en el número de los Santos, y más tarde le declaró celestial y peculiar Patrono de las sagradas Misiones entre los Negros. Su fiesta se celebra el día siguiente.