29 de agosto _ Degollación de San Juan Bautista Dm. - Rojo La Degollación de San Juan Bautista, a quien Herodes, cerca de la fiesta de Pascua, mandó cortar la cabeza; pero la memoria de este martirio se celebra solemnemente el día de hoy, cuando por segunda vez fue hallada la sagrada cabeza, la cual, trasladada más tarde a Roma, se conserva en la Iglesia de san Silvestre, en el campo Marcio con suma devoción del pueblo. San Juan Bautista había dejado el desierto para amonestar a Herodes que no le era lícito tener como esposa a Herodías, la mujer de su hermano. Irritado el tirano de su audacia, lo hizo arrojar en una prisión. Un día, mientras daba un festín, la hija de Herodías danzó en presencia de los convidados con tanta gracia, que Herodes le prometió concederle todo lo que le pidiese. Pidió ella la cabeza de Juan Bautista. Un soldado, enviado a la prisión, cortó la cabeza al Precursor y la trajo en una bandeja, como si fuese el último plato de este fúnebre festín. En Roma, en el monte Aventino, el triunfo de santa Sabina, Mártir, la cual, en tiempo del Emperador Adriano, pasada a cuchillo, alcanzó la palma del martirio. En Veliniano, en los confines de la Pulla, el triunfo de los santos Vidal, Sator y Repósito, hijos de los santos Bonifacio y Tecla, los cuales, en el imperio de Maximiano, por el Juez Valeriano fueron degollados. Su fiesta, y de los otros nueve hermanos suyos, se celebra el 1 de Septiembre. En Roma, santa Cándida, Virgen y Mártir, cuyo cuerpo trasladó san Pascual I, Papa, a la Iglesia de santa Práxedes. En Constantinopla, los santos Mártires Ipacio, Obispo de Asia, y Andrés, Presbítero; a los cuales, en tiempo de León Isáurico, por defender el culto de las sagradas Imágenes, untaron con pez la barba y les pegaron fuego; luego les desollaron la cabeza y los degollaron. En Antioquía, el triunfo de los santos Mártires Niceas y Pablo. En Metz de Francia, san Adelfo, Obispo y Confesor. En París, el tránsito de san Mederico, Presbítero. En Perusa, san Eutimio, Romano; el cuál, huyendo con su mujer y su hijo Crescendo, de la persecución de Diocleciano, se retiró a aquella ciudad y en ella poco después descansó en el Señor. En Inglaterra, san Sebbo, Rey. En Sirmio, el tránsito de santa Basila, Virgen. En una aldea de Troyes, santa Sabina, Virgen, gloriosa en virtudes y milagros.